“El buen juicio nace de la buena inteligencia y la buena inteligencia deriva de la razón, sacada de las buenas reglas; y las buenas reglas son hijas de la buena experiencia: madre común de todas las ciencias y las artes”.
Leonardo Da Vinci (15-4-1452 / 2-5-1519).
Leonardo di ser Piero da Vinci fue un polímata florentino del Renacimiento italiano. Fue a la vez pintor, anatomista, arquitecto, paleontólogo, artista, botánico, científico, escritor, escultor filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y Urbanista. Murió acompañado de Francesco Melzi, a quien legó sus proyectos, diseños y pinturas. Tras pasar su infancia en su ciudad natal, Leonardo estudió con el pintor florentino Andrea de Verrocchio.
Como ingeniero e inventor, desarrolló ideas muy adelantadas a su tiempo, tales como el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Muy pocos de sus proyectos llegaron a construirse (entre ellos la máquina para medir el límite elástico de un cable), puesto que la mayoría no eran realizables durante esa época. Como científico, Leonardo da Vinci hizo progresar mucho el conocimiento en las áreas de anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica.
Fuente: Transcripción de Wikipedia.
La experiencia no es lo que te sucede, sino lo que haces con lo que te sucede…
Llevamos más de veintiún años compitiendo con “La Loca Luz Caraballo”, como diría Andrés Eloy Blanco: “Subida, bajada y brinco” …
“No es lo mismo decir cómo se apaga el incendio cuando se está dentro de la candela a cuando se está lejos de ella”. Por tanto, mi opinión sólo está basada en las “experiencias” emanadas de lo vivido durante el lapso citado.
Supongo que teniendo el más mínimo sentido común, que aparentemente es el menos común de los sentidos, quienes han asumido el liderazgo sobre la guía de los destinos del país, ya deberían tener un resultado claro sobre el análisis de la situación en la cual vivíamos antes de tomar decisiones sobre la política que rige la economía del país que otrora fue ejemplo para el mundo, sobre todo en desarrollo y en bienestar social, donde la población disfrutaba de uno de los ingresos monetarios. El país que había logrado importar los mejores conocimientos profesionales, técnicos, científicos, culturales y artísticos; con estructuras públicas con las mayores y mejores tecnologías; excelentes hospitales, algunos mejores que las clínicas; estructuras de las cuales quedan algunas como monumentos silentes: represas y embalses, productores de energía hidroeléctrica y con sistemas de riego con inmensas extensiones; puentes construidos con ingeniera propia copiada por países desarrollados, aeropuertos; carreteras, autopistas, universidades, escuelas y liceos. Allá en la época en la cual vendíamos electricidad a los países vecinos y fuimos dueños de la industria petrolera más grande del mundo y su subsidiaria la Petroquímica; vendían crudo y subproductos del petróleo; combustibles, fertilizantes, agroquímicos. Nos abastecíamos de alimentos en más del setenta por ciento (%70) y exportábamos algunos rubros como el café, la piña, cambures, plátanos, etc…
Quienes se esforzaban y luchaban por superarse lograban adquirir buenas viviendas, buenos carros y podían ir al exterior para aumentar sus conocimientos, culturizarse y/o disfrutar de las vacaciones. Un profesional, un técnico, y hasta un obrero especializado tenía la posibilidad de disfrutar de un magnifico bienestar social y compartirlo con la familia. Esto entre muchos factores característicos de una República pujante…
Ante la calidad de vida que enfrentamos ahora, me atrevo a preguntar:
¿Qué pasó? Y entonces, ejecutar las acciones necesarias.
Maximiliano Pérez Apóstol