Desde el refranero popular hasta la biblia el acuerdo es general, siempre ganan los malos hábitos. Romper un molde mental para crear otro que lo reemplace es de las tareas más cuesta arriba por realizar y abundan las formas de malgastar el agua con la sazón adicional de los mayores grados de indiferencia, poco menos que el pecado mortal de las religiones.
Nuestros países, de este lado del mundo llamado Suramérica no obstante las graves desatenciones a los servicios, no han padecido la tortura, el desasosiego y la impotencia de la verdadera escasez de agua, el servicio de sanidad más importante para la vida. Oigo de inmediato las voces de quienes viven en zonas desatendidas del servicio, donde la falta del líquido en las tuberías llega a una semana, puede pasar a quince días, y se conocen testimonios de extremos infernales por meses sin el servicio. Lugares en los que se sufren tales penurias existen en todas la ciudades del país. Las causas que provocan estos problemas pueden llenar informes de cualquier calibre y casi todos remiten a mal gerenciamiento, desatención por parte de instancias superiores, falta de programas de mantenimiento o seguimiento desordenado, cundo los hay, recursos insuficientes (humanos, técnicos, financieros) comercio ilegal de repuestos, y/o desatención por incapacidad de gestión, ignorancia, desidia y pare de contar. No obstante las víctimas del mal servicio o de la falta prolongada del mismo encuentran el paliativo de adquirir comercialmente un suministro o recibir la ayuda solidaria de un familiar residente en una zona mejor surtida.
Son situaciones que no van a mejorar, al contrario, las expectativas reales, no ilusorias tienden al empeoramiento. Los malos hábitos de consumo anulan los esfuerzos por disminuir el promedio diario per cápita. Las campañas por concientizar a tratar el agua con más respeto, evitar la contaminación, ser más cuidado soy no violentar la normas de conductas a seguir en los parques nacionales son de muy pobre efectividad.
Recuerdo que durante algo más de dos años, nos. paseamos por todo el litoral venezolano un grupo de instructores del Instituto Náutico El Galeón encabezado por su Director, desarrollando un programa integrado por varios cursillos donde se enfocaban los riesgos de la contaminación ambiental y el gran daño causado a los actividades de pesca artesanal y deportiva y al desarrollo del turismo. Un colega residente en Florida, de visita en el país para una reunión internacional relacionada con el cuidado y protección de los humedales, supo de nuestra tarea del momento y nos abordó en Tocuyo dela Costa. Estuvo asistiendo a título de observador voluntario un día completo. Al siguiente almorzó con nosotros y rindió “su informe”. En síntesis nos dijo:
–Pierden su tiempo y los recursos invertidos. He visto y oído tres de las conferencias completas y el trabajo realizado; también leí dos manuales de los elaborados como material de apoyo, muy bien realizados, Lenguaje preciso, informativo, motivador, didáctico. Cursillos de muy buen nivel presentados en forma amena, preparados con esmero. Las presentaciones realizadas son de primera. Captaban al segundo el interés de la audiencia, y la motivación se mantenía sin flaquezas durante el tiempo de la exposición.
Después del refrescante baño en agua de rosas, los cogotazos mentales.
“Una lástima tal desperdicio de talento, tiempo, dinero, organización y el derroche de voluntades. Mañana, después del café cerrando el desayuno, nadie recordará más del 3, máximo el 5% de lo que oyeron y vivieron durante el curso. En primer lugar el conocimiento debe reforzarse continuamente y los adultos no disponen tiempo para esas veleidades del saber. En un lapso de tres días a una semana, la absorbente cotidianidad del diario mantenerse habrá borrado de sus cerebros lo poco que grabaron y los viejos moldes mentales de aprovechar lo que se pueda, el utilitarismo de ocasión con el agarra y guarda, o mejor esconde– por si acaso, tomarán su lugar de costumbre gracias a que hubo un cambio, para seguir igual.
Desperdicio puro lo que han hecho y seguirán haciendo…
Después, con cierto esfuerzo, emergió de nuestra mudez una pregunta.
–¿Y entonces, qué hacemos?
Fácil y sencillo, olvídense de esto y dedíquense a los niños. En los cerebros vírgenes hay que sembrar las mejores ideas.
Escuchamos la recomendación y sus ácidos comentarios respecto al saludo a la bandera que gozosos y felices cumplíamos. Nos quedó el recuerdo del amigo y colega y el desconcierto. Discutimos sus puntos de vista, comparamos con el trabajo que realizábamos patrocinados por una entidad oficial y nuestra conclusión fue, seguir adelante. Nuestro colega tenía razones muy válidas y bien argumentadas, pero debíamos continuar y ahora con más empeño y voluntad, planteando a la audiencia del momento las dudas acerca de la posible utilidad del aporte informativo recibido y la motivación a seguir mejores pautas de conducta, no solo respecto al agua y el ambiente sino también a la necesidad de pensar y repensar mejor la actitud personal. Hay muchas tareas por cumplir en pro de una transformación real del país. Priorizando ,lo primero es armarse con el empeño de darnos un nuevo y mejor gobierno, convencer a los que dudan y reforzar la voluntad de los que desconfían del poder del voto para resolver la salida del actual régimen, cuyo balance de 22 años al frente de los destinos nacionales, es de plena destrucción.
La economía y las finanzas del país han retrocedido más de un siglo. Hemos llegado a lo niveles de la gobernanza de Ciprino Castro, cuando tuvo que rechazar la insolente planta invasora por las deudas que asfixiaban a la nación y que pistola en mano y de a montón urgían las naciones acreedoras.
Hoy, corriendo el quinto mes del año 2021, si las cifras de nuestra economía están al nivel cronológico del tímido despertar del siglo XIX la situación del país es peor, nada menos que la de un siglo antes del cabito. Socialmente estamos en el siglo XVIII, en plena guerra de independencia, cuando asolados por la cruenta lucha contra las fuerzas realistas y la capital de las ruinas que era Venezuela estaba amenazada por el azote exterminador del asturiano Tomás José Rodríguez Boves, Caracas despavorida emprendió la trágica y despiadada emigración a oriente.
De la tragedia de hoy no puedo imaginarme cuantas veces es peor que la padecida el año de 1814. La Venezuela de aquellos días era un país en guerra contra el poderoso imperio español. Un país que más allá de su pobreza de todo género, despoblado, abatido por las enfermedades tropicales y empobrecido hasta la miseria con la guerra, salió a rastras con los pocos bártulos que la urgencia les permitió reunir, rumbo a Oriente. Varios miles de los pocos habitantes de aquel pueblo de mediano tamaño llamado Caracas emigro masivamente.
Sobran las evidencias comparativas para calar la gigantesca tragedia que es hoy la vida de Venezuela. Azotada por un régimen que ha destrozado la gran industria petrolera un emporio constituido en referencia mundial, se convirtió en el más grande latifundista del país para dedicarse a fortalecer la agroindustria del resto de Latinoamérica, Dilapidó sumas inimaginables de una renta que vendió el barril de petróleo a más de cien dólares por catorce años ininterrumpidos y alcanzó topes de 130 dólares por barril. Y después de convertir en basura la montaña de dólares que los enloqueció comenzaron a hipotecar unos cuantos decenios del futuro, a los hermanos chinos, rusos e iraníes y a los primos bielorusos con el cuento de los imperios buenos y solidarios, tan buenos que se han asegurado medio territorio venezolano, mediante el sencillo expediente de pedir garantías por los dineros prestados
Más de la mitad de producción futura de petróleo, refinados, coltan, oro y otros materiales estratégicos como el Torio radioactivo están comprometidos a esos imperios buenos que el año antepasado cuando una comisión encabezada por el primer magistrado nacional fue expresamente a pedir más dinero les pintaron una columba y nanai, nanai, se acabó lo que se daba. Entonces comenzaron a vender las reservas de oro y se transaron con Turquía, que no peló ese boche.
Bajo tan propicias perspectivas de miseria, ruinas y frustraciones a granel se aceleró la emigración y como el cruel año de 1814, ahora por millones, los compatriotas emigran a oriente, cercano, medio y lejano, al Norte, al Sur, a las “uropas” al lejano oeste y ni la desconocida Australia se salva de sus lotes de paisanos que se lanzan a comer carne de avestruces, canguros y otros bichos de uña como equidnas y ornitorrincos. Se calcula en algo más de cinco millones los compatriotas que despavoridos, aterrados por la peor calidad de vida de nación alguna en el mundo, han vuelto .trizas todos los registros de cualquier diáspora anterior.
En la masiva emigración, que sin duda afectará la pirámide etaria, se fugan cerebros técnicos especializados, talentos artesanales, profesionales de las más diversas áreas, una violenta fuga de cerebros que será un handicap más para reconstruir la nación.
Y como en casi todos los males, alguien saca provecho y beneficios, algunos más allá de la oportunista y ladrona renta especulativa por medicinas y algunos insumos escasos, dada la bajísima productividad industrial del país; el gobierno se apalanca y echa mano a de cualquier madero que ve flotando, las zonas industriales fantasmas, abandonadas han mermado en unos cuantos gigavatios el consumo de energía aliviando así el déficit cada vez mayor de energía del Guri. Hace tres años Fedecámaras calculó en quince mil las empresas cerradas en los principales corredores industriales, particularmente el eje Tejerías-Puerto Cabello más el Distrito Sucre de Aragua que fue en su momento el séptimo de mayor renta del país por recaudación impositiva.
El régimen casi que aupa la emigración, aunque la parte “afortunada” de ese déficit, el “ahorro mercado trágico” de energía está llegando al destino marcado con la adhesión al caos crítico de la gasolina y el gas, circunstancia que acelera la desforestación de los alrededores citadinos.
Es un hecho comprobado hasta la saciedad que aquí se cumple semana a semana (hay quienes dicen que a diario) con el dogma de Murphy, enfatizando una verdad del tamaño del Everest, al decir: “No hay nada tan malo, que no pueda empeorar” y así las cosas, estamos obligados a un uso lo más racional posible del agua que disponemos.
La crisis del agua, que se inició por lo menos a partir de los años 70 del pasado siglo, no es amarillismo y menos alarmismo de unos desocupados que no encuentran otro divertimento que hacer pasar un mal rato a la gente. Los problemas para el suministro de agua potable son cada vez más complejos de resolver y más costosos en tiempo, financiamiento e insumos, y lo peor está a la vuelta de la esquina. Observe estos datos. La agro industria es el mayor consumidor de agua en el mundo y cada vez lo será en más alto grado. En 1950 la humanidad sobre la tierra llegó a dos mil millones de habitantes. Había duplicado la población en un lapso de cien años. Hoy, setenta y un años después, entre China y la India están muy cerca de los tres mil millones de habitantes. (2.835 millones) y sumando el resto del mundo se pasa ligeramente de los siete mil millones.
Las fuentes de agua potabilizable, disminuyen cada día por exceso de consumo. Un informe de la Universidad de California sobre un estudio de los acuíferos subterráneos, es aterrador. En primer lugar señala que nadie sabe cual era el verdadero volumen de agua inicial, pues los cálculos revisados no son nada confiables. Por otra parte tienen comprobado que trece (13) de los 37 más grandes acuíferos subterráneos, están en situación muy comprometida con sus capacidades muy disminuidas.
Datos, observaciones y comentarios que traen a mi memoria una visita al puerto de Mogadishu, ciudad puerto capital de la República Democrática de Somalia. El buque (M/n Guárico) de la extinta CAVN, tripulado por 28 marinos venezolanos arribó a puerto a eso de las diez de la mañana y estando ya en maniobra de acercamiento a muelle, el teatro de guerra somalí con tres grupos diferentes disputándose las ruinas del país nos recibe con tres cohetes explotando en las cercanías. Minutos después, atracados a muelle, nos recibe una teniente infante de marina, (Somalia estaba tomada por fuerzas internacionales de la ONU) con el siguiente discurso:
—Bienvenidos a Mogadishu. Somos la garantía de la seguridad de sus vidas …aquí, en el interior del muelle. Un metro más allá de las puertas de salida no garantizamos la vida de nadie.
Si la salutación fue impactante más lo sería a posteriori las rogativazas del personal de muelle encargados de la descarga. Cada cierto tiempo se colaba alguno al interior de la ciudadela y se acercaba a un oficial a pedir, a rogar que le regalase un poquito de agua, un poquito nada más y te mostraban una botella de plástico de un litro o litro y medio, nunca más grande rogando se la llenaras de agua.
Somalia sufre de una sed milenaria. Las anatomías somalíes están resecas. Beben el agua por gotas. Una botella de agua de un litro es un tesoro para un somalí.
Hasta donde nos llevará a nosotros la crisis del agua…
Pedro J. Lozada