El presidente Andrés Manuel López Obrador se aplicó este martes la vacuna de AstraZeneca para estimular la vacunación contra el coronavirus en México, el tercer país del mundo con mayor número de muertes y que está en una carrera contra el tiempo para inocular a su población antes de una nueva ola de contagios.
Ante las cámaras de televisión y en presencia de decenas de representantes de los medios de comunicación, que participaban de su habitual conferencia matinal en el palacio presidencial, López Obrador se quitó el saco y se sentó en una silla para escuchar las instrucciones de una enfermera militar que poco después le aplicó la primera dosis del inoculante en su brazo izquierdo mientras el gobernante decía “cabeza fría, corazón caliente” y reconocía que no le dolió.
“Estamos nosotros seguros de que no hay ningún riesgo, ningún peligro, que no hay reacciones graves, que estamos dándole seguimiento a todos los estudios que se están haciendo en el mundo para garantizar la seguridad de las personas”, dijo el mandatario al defender la vacuna británica, que ha sido cuestionada en algunos países debido a las reacciones adversas que ha generado, y al exhortar a los mayores de 60 años a vacunarse.
Luego de semanas de declaraciones encontradas sobre su vacunación López Obrador, de 67 años, recibió la primera dosis de una de las cinco vacunas que se están aplicando en México.
Inicialmente el gobernante, que se contagió en enero de COVID-19, anunció que no haría un “espectáculo” con su vacunación y que esperaría su turno cuando la población de más de 60 años y de los barrios del centro de la Ciudad de México recibiera sus primeras dosis. Pero días después cambió de opinión alegando que esperaba estimular la vacunación en el país, que acumula casi 2,5 millones de contagios de coronavirus. México ha sufrido casi 212.500 muertes confirmadas de COVID-19 pero debido a que el país realiza tan pocas pruebas las autoridades reconocen que la cifra real supera las 336.000.
La cantidad de casos de COVID-19 en México disminuyó drásticamente desde el último brote en enero, pero en la última semana se ha observado un repunte de aproximadamente 4%.
Pese al ejemplo dado por el mandatario Andrea Martínez, una barrendera de calles de la Ciudad de México, se mostró reacia a vacunarse alegando que el medicamento es “de otro patrón de metabolismo” distinto al de los mexicanos. “Estaría bien la vacuna pero si la estudiaran bien y la acomodarán de acuerdo a nuestro metabolismo”, agregó.
Si bien López Obrador busca dar el ejemplo con la vacuna, en las primeras etapas de la pandemia desdeñó del uso de los cubrebocas y se negó a hacerlo obligatorio alegando que eso violaría las libertades individuales.
A su vez se ha negado constantemente a impulsar confinamientos más drásticos como los impuestos en otros países, tácticas que ha catalogado de “autoritarias”.
En México se han suministrado casi 14,4 millones de dosis de vacunas contra el COVID-19, un registro muy bajo considerando que el país tiene aproximadamente 126 millones de habitantes. Entre las vacunas que se están aplicando están las de Pfizer, BioNTech, AstraZeneca, Sputnik V, Sinovac y CanSino.
El país arrancó el martes la vacunación masiva de maestros con la esperanza de reabrir las aulas en los estados menos afectados. El estado de Campeche, en la costa del Golfo, se convirtió en el primero de los 32 estados de México en reabrir parcialmente las escuelas el lunes, lo que permitió a los estudiantes de primaria regresar a las aulas con clases reducidas y mascarillas.