Isabel II cumple este miércoles 95 años, sin su esposo, el duque de Edimburgo, el gran apoyo en sus casi 70 años como jefa del Estado británico, y con una crisis familiar que hace tambalear a la monarquía en el tramo final de su reinado.
Será una jornada triste para la reina tras la muerte del príncipe Felipe el pasado 9 de abril, el consorte que supo acomodarse a las exigencias de Estado desde que su esposa ascendió al trono el 6 de febrero de 1952.
A causa de la pandemia, la reina permanece en el castillo (palacio y fortaleza) de Windsor, a las afueras de Londres, donde el pasado sábado tuvo lugar el solemne funeral del duque.
Respetada y admirada por sus súbditos, la reina está en el periodo de transición de la monarquía, iniciado hace unos años al dejar de viajar al extranjero y ver reducidos sus compromisos oficiales debido a su avanzada edad.
El príncipe Carlos, heredero al trono, y el duque de Cambridge, segundo en la línea de sucesión, han dado un paso al frente al representar a la soberana en visitas oficiales al exterior o en algunas de sus funciones en territorio británico.