Doctor Rafael Tobías Marquís Oropeza, 1882-1922
Científico, educador y feminista caroreño
Primeros años
Nació en Carora, estado Lara, Venezuela, en 1882, hijo del caraqueño Manuel María Marquís Lundo y de la caroreña Francisca Oropeza Álvarez. Era desde niño miembro de la antigua Cofradía del Santísimo Sacramento de la iglesia de San Juan Bautista de Carora, lo que nos revela su condición de devoto católico. Su madre era educadora, pues dirigía una escuela para señoritas llamado Colegio Santa Teresa en 1896. Este hecho marcó profundamente a Rafael Tobías y lo orientó hacia la pedagogía de corte femenil. Hizo su primaria en la Escuela Federal anexa al Colegio Federal Carora, y su bachillerato lo culminó el 13 de julio de 1898, recibiendo su titulo de Bachiller en “Ciencias Filosóficas” de las manos de los doctores Ramón Pompilio Oropeza y Lucio Antonio Zubillaga, rectores del Colegio Federal Carora. Una vez graduado se dedica al comercio en la vecina población de Curarigua, donde en sus ratos libres se convierte en un voraz lector, adquiriendo una notable autonomía critica, escribe Cecilio “Chío” Zubillaga.
Regresa a su ciudad natal. En 1901 participa en el homenaje que le rinde el Club Torres a la memoria de su fundador, recientemente asesinado en 1900 en las Sábilas Coloradas, el médico con estudios en París, Dr. José María Riera. Como miembro de este selecto Club, presidido por el abogado doctor Ramón Pompilio Oropeza, su tío, y en ocasión del bloqueo naval a Venezuela por parte de Inglaterra y Alemania en 1903, firma un vehemente acuerdo de protesta contra aquella acción imperialista y criminal.
Una oportuna beca estudiantil
Pero un afortunado suceso llega a su vida sacándolo de la postración intelectual en que se encontraba como bodeguero en Curarigua. El abogado y general Ramón González Pacheco (1857-1905) gobernador del estado Lara, le ofrece una beca para cursar estudios en el Instituto Agrario, fundado por el doctor Enrique Defendente Luppi en 1904 en Caracas. Este ingeniero se había graduado en la Universidad de Pisa, Toscana, Italia, en 1897, y quien al graduarse allí regresa a su patria venezolana, pues era nativo del vecino estado Trujillo. El Instituto, de carácter particular, fundado en 1900, desempeñó una labor loable en aquella Venezuela de escasos recursos, donde la importancia de la Agronomía como ciencia aun no se comprendía, haciendo ardua esta tarea. A despecho de estas circunstancias impartió conocimientos de utilidad y conformó una pequeña biblioteca científica para el estudio de las Ciencias Agrícolas, cuyos servicios no se restringieron a sus estudiantes.
Un ejemplo muy interesante sobre la ayuda académica prestada por este pequeño centro, nos lo ofrece Marcel Roche, cuando señala la ayuda brindada al bachiller Rafael Rangel por el Dr. Enrique Defendente Luppi del Instituto Agrario, quien facilitó al científico varias revistas para el estudio del parásito de la anquilostomiasis en Venezuela, el cual trataba de identificar en forma precisa hacia diciembre de 1904. F rente a estos hechos fue muy poco lo que se avanzó en lo referente a la concreción de una estructura de soporte tecnológico en la agricultura, apenas continuaban las clases del curso de Agricultura y Economía Rural, dictado por el Doctor Enrique Defendente Luppi, este entusiasta de la educación agropecuaria formaba parte de la segunda generación de una familia inmigrante italiana establecida en los Andes en la segunda mitad del siglo XIX, que fue enviado a Italia desde joven, donde siguió la carrera en la Universidad de Pisa, obteniendo el título de Doctor en Ciencias Agrarias. Al concluir sus estudios, regresó a Venezuela e hizo varios intentos por desarrollar la enseñanza agrícola, entre ellos la creación de un Instituto Agronómico, cuyo funcionamiento costeaba en gran parte con su propio peculio. Como era de esperar en este escenario tan adverso a la ciencia por las continuas guerras civiles, sus esfuerzos dieron al traste. Luppi decepcionado se fue a Panamá, donde hizo contribuciones muy importantes a su agricultura. El Instituto desapareció años más tarde, cuando Luppi decepcionado, pues no recibió ayuda de los gobiernos de los presidentes Ignacio Andrade ni de Cipriano Castro, abandonó su labor y emigró a Panamá, donde se radicó definitivamente. En 1906 Luppi llamó desde el Istmo a Rafael Tobías Marquís, quien había sido uno de sus mejores discípulos en Caracas.
Se marcha Marquís al Istmo de Panamá
En Panamá continuó sus estudios agronómicos siempre al lado del Dr. Luppi, quien al no tener suficiencia académica para doctorarlo lo envió a New York, Estados Unidos, en octubre de 1907. Realizó sus estudios prácticos en la Quinta Normal. Su Tesis doctoral la hizo sobre La Palmera Industrial en la Región del Istmo de Panamá, la cual dedico al profesor chileno Carlos Emilio Porter, una personalidad científica entonces, fundador de la revista Anales de Zoología Aplicada, en 1914, quien le prestó siempre su estimulante ayuda.
En Panamá ocupó Marquís cargos de gran importancia, tales como Director del Museo Nacional, profesor de ciencias naturales en el Instituto Nacional, profesor en el Colegio del Istmo, profesor en la Escuela Superior de Señoritas, profesor en la Escuela Normal de Institutoras, en el Colegio de La Inmaculada, , el Colegio Marina, hizo frecuentes expediciones científicas por buena parte del Istmo de Panamá, provincias de Veraguas y Coclé, sobre las cuales escribió artículos científicos muy apreciados en ese país recién fundado bajo la tutela de los Estados Unidos, potencia que recién acababa de construir el Canal de Panamá. Por propuesta del profesor Carlos Emilio Porter Mosso fue designado Marquís miembro de la Sociedad Científica Chile y la Sociedad Geográfica de La Paz, Bolivia.
Regreso a Venezuela
Pero en la cúspide de su carrera científica en el exterior recibe Marquís el llamado de su patria, se viene a Carora y en 1915 funda el Liceo Contreras para señoritas, que será su obra más resaltante y de proyección, dicta cátedras de francés en el Colegio Federal Carora en 1917, funda periódicos como Vendimia, en 1920, y la Revista Minerva en 1914, estimuló intelectualmente al joven Pastor Oropeza, quien iba a ser el fundador de los estudios de pediatría en Venezuela, fue además un vehemente y decidido feminista, defensor de los derechos a la educación de las mujeres en aquella sociedad marcadamente machista, como se verá después.
Luis Eduardo Cortés Riera