Los diputados Macario González, Oneiber Peraza, Luis Florido y Héctor Vargas sintieron frente a ellos la presencia de la muerte, representada en un grupo numeroso de motorizados sobre quienes el régimen ha delegado la tarea de someter a la oposición democrática por medio de la violencia, algo que en el Zulia toma dimensiones mayores al punto de que el Fiscal Tarek Williams Saab, con todo y su ilegitimidad y complicidad usurpadora, se vio obligado a intervenir debido al irrespeto mayúsculo que existe en esta región.
Junto a ellos encabezando una marcha pacífica en el Municipio Mara estaba el jurista José Luis Alcalá en representación del Frente Amplio Venezuela Libre, plataforma unitaria que los diputados legítimos andan promoviendo y consolidando a lo largo y ancho del país. Ellos como vanguardia se colocaron delante de los manifestantes. El líder dela banda violenta oficialista parado sobre su moto había pronunciado la sentencia mortal. Pero los diputados y la representación del Frente Amplio se mantuvieron firmes, inconmovibles, al frente de la marcha. Se detuvieron para esperar la arremetida y en esos momentos hicieron inventario de sus armas defensivas.
Allí estaban, sin pistolas, sin chalecos antibalas, ni siquiera una vara o una piedra, sin embargo, lucían poderosos al frente de la marcha pacífica. En su corazón y en su mente estaba la certeza de que el pueblo de Venezuela, cuya representación los secundaba en la marcha seguía fiel a su tradición republicana y a su lucha por la independencia, la paz y la libertad que desconoce el actual régimen que contraría los valores democráticos y violenta los derechos humanos consagrados en el artículo 350 constitucional. Por otra parte, ante tales circunstancias, ese mismo pueblo que acompañaba a sus líderes en la manifestación asumió la actitud de colaborar con el restablecimiento de la efectiva vigencia de la democracia como lo prevé el artículo 333 de la Constitución. El grupo activista de la oposición estaba blindado en sus acciones por normas constitucionales. Con esta motivación inspiradora el coraje ciudadano se transformó en mirada retadora y altiva.
En su pecho se produjo un agrandamiento donde se alojaron los corazones de centenares de presos políticos, de torturados, de asesinados como Oscar Pérez y el Capitán Acosta, todos héroes a quienes se les violaron y violan el derecho a la vida, a la libertad y a la libertad de expresión…
Los motorizados hacían sonar de manera ensordecedora los motores de sus máquinas, como anunciando que serían implacables en su misión deletérea contra la marcha pacífica, pero diputados y manifestantes no retrocedieron ni un solo paso, allí estaban, impertérritos como una muralla de dignidad. No estaban solos, en su mente, de lo profundo de su alma emergían los reclamos de auxilio de millones de hogares en situación de hambruna y del pueblo desamparado de la diáspora.
Los diputados y su comitiva adelante y el pueblo de Mara cerrando filas detrás de ellos, al frente la amenaza de muerte, los colectivos, feroces y despiadados. La escena daba fe de la presencia de unos parlamentarios que simbolizaban la Democracia y unos bandoleros que representaban a la dictadura, se daba una batalla entre la violencia como instrumento del régimen usurpador y la Constitución y la Democracia como convicción de todo un pueblo.
Entonces los motorizados avanzaron y al darse cuenta de que el digno grupo opositor permanecía audazmente imperturbable, concluyeron que no podían derrotarlo. La fuerza democrática que los retaba hizo que dieran la vuelta en U, dándose por terminada la batalla y concediendo la victoria a la paz, a las leyes y a la Constitución.
El bien ganó la batalla de Mara. Una marcha absolutamente pacifica, hizo retroceder a las huestes violentas del régimen. Que sirva esta batalla para incentivar a todo el pueblo, para que todos nos sintamos victoriosos en esta confrontación que se escenifico en el Municipio Mara del Estado Zulia y que esta experiencia se repita en todos los confines de esta patria que reclama libertad.
Jorge Rosell y Jorge Euclides Ramírez