El Archivo de la Diócesis de Carora
Lo primero que recordé al entrar al Archivo de la Diócesis de Carora, de la mano de la ingeniera Emma Rosa Oropeza de Herrera y el Presbítero y abogado Alberto Álvarez Gutiérrez, fue aquella magnifica advertencia de Marc Bloch: “El que no sabe lo que busca, no sabe lo que encuentra.” Ello se me ocurre porque el tamaño grande del repositorio religioso y su cantidad de libros nada despreciable me hubiesen conducido al extravío metodológico por el vértigo que producen. Al saber qué era lo que andaba buscando me centré en mis búsquedas en los Libros de Cofradías, instituciones que hicieron posible y que fueran las responsables de que en esta ciudad del semiárido del occidente venezolano se formara una sólida y arraigada mentalidad religiosa que nos llega al tercer milenio.
Creo que mi Tesis Doctoral es una de las primeras que en Venezuela se introduce, y hablo literalmente, en el complejo mundo delas cofradías o hermandades coloniales y republicanas, su eficiente modo de funcionar y la procedencia geográfica, étnica, económica y social de los hermanos allí asentados. Descubro que eran cofradías verdaderamente internacionales (la expresión es de Reinaldo Rojas), multiétnicas y sumamente eficientes, pues hasta tenían unas haciendas al oeste de Carora: las Haciendas de las Cofradías del Montón situadas en el pueblo de Burere (Parroquia Las Mercedes) y que prestaban dinero a interés: eran una suerte de primitivas instituciones bancarias.
La herramienta estadística
Ante tan descomunal cantidad de información contenida en estos viejos infolios, unos 94 libros de cofradías de 100 folios cada uno por promedio, me vi en la necesidad de emplear una herramienta básica y fundamental para tal propósito, como aconseja Mario Bunge, la estadística. Ello por la gran cantidad de actores que allí conseguí: mujeres, hombres, españoles, criollos, religiosos y religiosas, militares, licenciados y bachilleres, mulatos, negros, indios, vivos y muertos, extranjeros, doctores, músicos y pare de contar… Había que organizar tan ingente cúmulo de información, unos 10.000 creyentes, y la estadística descriptiva me hizo facilitar la tarea. No quise emplear ninguna fórmula de la estadística inferencial, como aconseja Stephen Hawking, porque ello complicaría mucho el proceso y desanimaría a muchos de mis potenciales lectores.
La construcción de mi Tesis Doctoral tiene una característica que es bueno destacar. Ella fue redactada sin el auxilio de internet y de esa herramienta tan importante que es el buscador Google, con lo cual se queda en lo que McLuhan llama la Galaxia Gutenberg y no entra en la Galaxia internet que a todos nos arropa hogaño. Proporciona Google grandes facilidades, pero es bien sabido también que representa muchas y variadas asechanzas, una de las cuales será la más notoria: el plagio.
Mi trabajo empírico en el Archivo de la Diócesis de Carora lo realicé casi completamente a mano, sin el auxilio de teléfonos inteligentes porque ellos no existían entonces. Hice anotaciones manuales que ocuparon cinco gruesos cuadernos de notas y redactar 600 páginas de mi Tesis Doctoral. Tal fue el esfuerzo de mi mano derecha que ella hubo de paralizarse y producirme intenso dolor, por lo cual debí ir donde un traumatólogo especialista en la Clínica Acosta Ortiz de Barquisimeto en donde me inyectan la muñeca para mitigar el dolor. Hogaño no ha quedado rastro de este malestar.
Repercusiones
Con esta Tesis Doctoral sobre la mentalidad religiosa en Carora colonial y republicana, he contribuido con la apertura de una Línea de Investigación que sobre la Mentalidad Religiosa en Centroccidente de Venezuela hemos echado adelante en la Maestría en Historia de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Barquisimeto. El Dr. Reinaldo Rojas me propuso para conducir el seminario Manifestaciones Religiosas en el Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Barquisimeto, Venezuela.
Hermosas investigaciones salieron de este escenario académico referidas al culto mariano en los pueblos de indios de Quíbor, Aregue y Santa Rosa, cerca de Barquisimeto: La virgen de Altagracia, la virgen del Rosario de la Chiquinquirá y la virgen Divina Pastora, respectivamente.
En la ciudad de Carora, donde desde 2008 soy Cronista Oficial del Municipio G. D. Pedro León Torres, he sido invitado a dar conferencias a los sacerdotes y seminaristas de la Diócesis de Carora, quienes muestran un vivo interés por el presbítero doctor Carlos Zubillaga, quien junto al reverendo Lisímaco Gutiérrez, quienes a principios del siglo XX adelantan una interesante experiencia de una iglesia social estimulados por la Encíclica Rerum Novarum,1892, del papa León XIII. El doctor Luis Beltrán Guerrero, “el humanista de Venezuela” escribió en una ocasión que esta obra de estos magníficos levitas caroreños ha podido significar un antecedente de la Teología de la Liberación en Venezuela. Quien escribe afirma que el verdadero precursor de la Teología de la Liberación en nuestro país ha sido Cecilio Zubillaga Perera (1887-1948), hermano menor del Pbro. Doctor Carlos Zubillaga, quien incorpora ideas de Lenin y del marxismo soviético a su credo “jesuscristista”, curiosa palabra creada por Chío Zubillaga, defensor de los humildes y quien enfrenta a los “godos de Carora”, clase social a la cual él mismo pertenecía.
Pero quizás el más importante correlato de esta investigación ha sido que comprendí el inmenso fervor marianista en estas tierras venezolanas y en toda Hispanoamérica. El filósofo ecuatoriano Bolívar Echeverría se atreve a afirmar que el marianismo está en trance de convertirse en una religión separada de Roma acá en América Latina: “Es una religión que no se atreve a decir su nombre”, y ahí están sus más icónicas representantes: La virgen de Guadalupe mexicana, la virgen del Panecillo en Quito, Nuestra Señora de Luján en Argentina, la Chiquinquirá colombo-venezolana, la boliviana virgen de Copacabana, Nuestra Señora de Aparecida en el inmenso país carioca, la virgen de Coromoto en nuestro país, Venezuela, la cubana virgen de la Caridad del Cobre. Es una cálida y hermosa devoción que no conoce el frío, ausente e individualista mundo blanco, anglosajón y protestante.
Dr. Luis Eduardo Cortés Riera.
Doctorado en Cultura Latinoamericana y Caribeña, Universidad Pedagógica Experimental Libertador, Fundación Buría, Barquisimeto.