#OPINIÓN Lo agotado y lo inédito #27Mar

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Lo que te estoy contando ya me lo contaron a mí y quien me lo contó no hizo sino repetir lo que otros ya le habían contado a él. Y así, si quieres, hasta que los hombres comenzaron a juntarse y contarse entre ellos lo que antes algún desconocido les había dicho, y así hasta quién sabe. O sea que repetirse o mejor dicho lo repetido no es noticia vieja sino nueva porque cada quien cuenta a su manera lo que le dijo otro y lo vive y recrea. La memoria es ingrata y juguetona decía mi abuela, mujer de armas tomar. Allí radica la diferencia entre lo repetido y lo inédito. Intentemos su búsqueda.

Repitamos entonces otra vez la historia de dioses, héroes, familia, amores, amigos, tumbas, políticos, necesidades, gobiernos, frustraciones y logros que nos cuentan. Sobre estos temas se trata de discurrir otra vez para tratar de comprendernos y buscarle salida a la rutina de la ruina en la que nos encontramos.

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Conforman en su conjunto estos atributos el almizcle identitario de nuestra personalidad y de nuestro carácter como pueblo y nación que son los que permiten rastrear lo que no queremos ser en esa imagen turbia que se refleja en el espejo cotidiano de nuestros infortunios y padeceres ya quejosos del hoy esclavizante.

Conlleva tan gruesa afirmación la intención de ser útil para rebuscar y tratar de entender lo que hemos sido como individuos y como sociedad, si es que entre ambas instancias existe necesariamente una relación inexorable, que lo dudo. Y aparte no es que su contenido nos marque definitivamente, pero su conocimiento puede descubrirnos en lo que nos amortaja.

He sostenido en estas instancias y repito sin pena, con apetito colegial, que cada sociedad somatiza sus mitos, goces, derrotas, temores y ausencias, y las hace propias y propicias para entender el mundo. Convertimos a nuestros héroes y epopeyas en materia carnal y espíritu impulsivo y los traducimos en comportamientos automáticos pues viven en nuestros tatuajes más profundos. Somos las leyendas que nos nombran y, agrego ahora a manera de adendum, que somos prisioneros y titanes, al mismo tiempo, de entre tanta sombra ingrata.

Cada pueblo tiene y carga con los héroes que se merece, y mire usted que pesan. ¿Es posible que sea al contrario? La idea no es sino el contagio de otra tal vez más triste y perniciosa y traumática para la vida diaria de las naciones y es la que tiene que ver con el o los gobiernos.

Agregaría que la relación entre héroe y gobierno, ahora régimen, no es del todo deleznable como ejercicio o juego más bien, ya que se trata de algo más serio por lo que el juego tiene de vital e indispensable en nuestras vidas como huella para siempre, mientras que, entre tanto, el ejercicio físico o intelectual fluctúa entre el sudor que busca la plenitud de la imagen o de la salud, y la escritura que persigue la explicación o la belleza sucedánea de la gramática que corrige y multiplica en su aderezo a la palabra dicha, escrita y hasta la imaginada.

Los políticos, es el caso, serían expresión necesaria, aunque no es relevante, de este tinglado de causas y consecuencias. Repetidores. Imitadores. Marionetas. Conservadores. Representantes de un expediente rutinario que llamamos historia. Unos más, otros menos.

Habrá que ver si de lo que se trata ahora es de cambiar de apetitos e ingresar al presente por puerta diferente y torcer el rumbo de este fracaso continuado. El país espera y desespera con esta insistente nostalgia de futuro que nos defina con liderazgos nobles, decididos y hacendosos, que sepan recoger, desde lo más hondo, el reguero inconmensurable de energías dispersas que andan por las calles de nuestras soledades.

Lo inédito no se sabe, se desconoce y se descubre en el asombro. Se presiente, pero no se entiende. No se ha dicho aún, no tiene narrativa ni formula. Se requiere, pero no se lo ve. Frente ala realidad inconclusa, esclavizante, miserable, hay que apurar lo inédito. No hay Santo que falte ni rabia convertida en voluntad compartida que sobre.

Leandro Area Pereira

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