El esfuerzo conjunto de los actores políticos y de la sociedad con presencia, identidad, interacción y comunicación en procura de objetivos compartidos, es un vehículo de influencia y de poder y, por lo tanto, su capacidad de cambio o de apoyo a las metas de las políticas públicas puede ser fundamental.
Deisy Hernández, doctora en Ciencias Políticas y profesora de la Universidad Metropolitana (Unimet), al formular el planteamiento señala que su gran virtud radica en la capacidad para generar sinergias y asociar agentes que trabajando unidos y de manera coordinada alcanzan un mayor impacto con sus acciones.
Durante su exposición en el módulo dedicado al análisis de las “Políticas Públicas”, que forma parte de la Escuela de Liderazgo Gremial, programa que Fedecámaras desarrolla a través de su plataforma Campus Virtual Empresarial (CVEF), una iniciativa de formación respaldada por la Oficina de Actividades para los Empleadores (ACT/EMP) de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Expuso que la complementariedad positiva entre actores públicos y privados es crucial. La innovación de la acción pública y su interacción con el sector privado son ejes centrales de las políticas de desarrollo y de competitividad. La alianza público-privada permite generar ventajas competitivas, redes de innovación y redes de aprendizaje.
En los capítulos del módulo Políticas Públicas y en el foro sostenido con los participantes, Hernández expresó que, en líneas generales, las políticas públicas son proyectos y actividades que un Estado diseña y gestiona a través de un gobierno y una administración pública con la finalidad de satisfacer necesidades de una sociedad. El bien común debería ser su razón de ser y, consecuentemente, la satisfacción social y la aprobación ciudadana serían sus fines. Las políticas públicas son herramientas del Estado que deben estar al servicio de la sociedad.
En esa línea temática, apuntó que, según especialistas, en un entorno de multiactores, con información incompleta e incertidumbre, desde que nace la idea de una política pública hasta cuando ésta cumple con todos sus beneficios o resultados, sigue un ciclo o cuatro fases que deben ser abordadas de manera sistémica e integral. Esas fases comprenden: diseño y contenido, negociación y concertación, ejecución y seguimiento y evaluación.
A su juicio, la institucionalización de una cultura de seguimiento y de evaluación de las políticas públicas tiene que jugar un papel más activo dentro de la nueva agenda de la Administración Pública.
Durante el foro, insistió en la necesidad de que los promotores de políticas públicas formulen sus propuestas a los actores políticos directamente, pero también debe considerarse su difusión a través de los medios de comunicación y las redes sociales. Lo importante es que sean consideradas y evaluadas por los tomadores de decisiones.