Llegar a la cumbre depende del esfuerzo que se haga para alcanzarla. Nadie nos da lo que solo el esfuerzo puede.
En sus últimos respiros Goethe veía muy oscuro todo a su rededor. Este hombre sabio que tanto amo la vida, la luz y los colores del universo pedía en el momento de su partida corrieran las cortinas de su habitación para ver la luz del día que ya no podía ver…
Se fue yendo lentamente y lo único que repetía mientras moría era: luz quiero mas luz hasta que se cerraron sus ojos para siempre.
Cuando estaba muriendo Isabel I de Inglaterra, en el momento final ofrecía todos sus bienes y posesiones a cambio de tiempo para vivir.
En momentos de pruebas , de fracasos y perdidas el ser humano anhela un salvador o un milagro, olvidando que tiene un poder dentro de el para superar sus propias barreras, sus propios impedimentos, sus miedos, sus pánicos. (La muerte es la única excepción a la que no se le puede decir espera) cuando llega por nosotros.
A todos nos llega el momento en que nos preguntemos: ¿Cómo salgo de este lio? ¿Cómo supero la perdida? ¿Dónde podre hallar una tabla que me salve de este ahogamiento? ¿Cómo podre librarme de esta culpa que me carcome que se ha convertido en mi sombra y postración?
Vivimos aplazándolo todo y cuando nos damos cuenta nos falta mucho por hacer cuando ya no hay tiempo.
Todo esto lleva a recordar la historia de aquel muchacho que teniendo tantas ambiciones fue a visitar a su maestro para que lo ayudara a triunfar. Se acerco al maestro y le pregunto que debía hacer para lograr lo que mas anhelaba tener en la vida. El maestro se quedo callado, de nuevo le pregunto que podía hacer para lograr que sus sueños se hicieran realidad: Maestro ¿Cómo podre vencer mis dificultades? ¿Qué hago para tener lo que quiero? Una y otra vez el maestro guardaba silencio, no teniendo mas remedio que retirarse, el joven se iba y regresaba siempre con las mismas preguntas obteniendo la misma respuesta.
En la ultima ocasión que tuvo el maestro para recibir en su casa al alumno, lo invito al rio y lo llevo hasta la parte mas honda para enseñarle algo. Le sumergió la cabeza en el agua. Sintiendo que le faltaba el aire el joven hacia fuerza para sacar la cabeza y no ahogarse. Fue este el momento en el que al sentir el desespero de aquel muchacho el maestro lo dejo sacar la cabeza, a la vez que le preguntaba que era lo que mas deseaba cuando sentía que se ahogaba Aire, ¡quería aire! ¡¡¡Mucho aire!!! ¿Acaso en ese momento a tu mente vino el dinero, el poder, los placeres, los amigos, el amor o pensabas en alguno de tus sueños? ¡No señor! nada de eso! solo quería aire para poder respirar y vivir. Entonces contesto el sabio: Para conseguir en la vida lo que se quiere, debe anhelarse con la misma intensidad con la cual querías poder respirar en el momento en que sentías que te ahogabas. La grandeza del logro depende de la fuerza con que se desee. Somos lo que pensamos.
Mientras usted lo piensa yo me hare a la mar, ajustare mis velas para aprender del vuelo de las gaviotas y del mar que a pesar de las tormentas que lo azotan, no se queja, ni reclama, ni se aterra cuando llega la oscuridad, porque en la oscuridad se queda dormido arrullado por el eterno concierto de brillos plateados, de luna y de luceros que se mecen felices en sus aguas tranquilas…
La grandeza del logro depende de la fuerza con que lo deseemos.
La vida es hoy, es fe en uno mismo y es esfuerzo. Nada es gratis hay que lucharlo y ganárselo.
Amanda N. De Victoria