El alza en suicidios de menores de edad en Venezuela es el resultado de una alteración en el desarrollo biopsicosocial (biológico, psicológico y social) dado como consecuencia de la crisis humanitaria que enfrenta Venezuela, asegura el director de Cecodap, Óscar Misle Terrero.
Se recuerda que un reciente informe de esta organización, conjuntamente con el Observatorio Nacional de Violencia indicó que en el 2019 se registró 98 casos de suicidios de niños y adolescentes y en el primer semestre del 2020 se obtuvo un reporte de 19 casos.
Misle Terrero destaca que los jóvenes miembros de las familias venezolanas, desde hace varios años, ya se encontraban atravesando fuertes cambios debido a la crisis económica y social, los cuales con la llegada de la COVID-19 y la cuarentena se agudizaron.
“A los niños y adolescentes les ha tocado enfrentar en este aislamiento problemas de ansiedad, zozobra, intranquilidad, desinformación, inseguridad, desnutrición, enfermedades, abuso físico, psicológico y sexual”, sostuvo el director de Cecodap, durante la entrevista al equipo de CCN.
Asimismo, resaltó que aunque en los estratos más bajos de la población el índice de menores que padecen depresión y se autolesionan es alto; esta problemática se encuentra presente en todos los sectores.
Por otra parte, el miembro de organización venezolana defensora de los derechos humanos de los niños y adolescente subrayó que uno de los hallazgos más importantes en el informe es que “en los programas de atención de salud mental no se nombran a los niños y adolescentes”, dejando un vacío significativo en el cuidado y amparo de estos menores.
Sostuvo el especialista, que la Constitución venezolana establece que el Estado debe garantizar la salud mental de sus ciudadanos.
“El Estado debe priorizar la ejecución de programas para la atención de la salud mental que atiendan la depresión y prevengan el suicidio”, precisó Misle.