DATOS | A un año de la llegada del coronavirus, Venezuela está lejos de superarlo #16Mar

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El 11 de marzo de 2020 el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Gherbreyesus, anunció que la nueva enfermedad generada por el virus del SARS-CoV-2 ya podía caracterizarse como una pandemia.

“La OMS ha estado evaluando este brote durante todo el día y estamos profundamente preocupados tanto por los niveles alarmantes de propagación y gravedad, como por los niveles alarmantes de inacción. Por lo tanto, hemos evaluado que la COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia”, fueron sus palabras en ese momento.

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Nadie imaginó que pasaría meses confinado en casa, y aún faltan, al menos en Venezuela. El teletrabajo se volvió amigo y los colegios y oficinas lejanos, tanto como pinta la erradicación del coronavirus en nuestro país. 12 meses se cumplieron este sábado 13 de marzo desde que un anuncio del Ejecutivo nacional confirmó lo que ya se veía venir: se diagnosticaron los primeros casos de la COVID-19 en territorio venezolano.

Cual efecto dominó, en Latinoamérica, día tras día un nuevo Gobierno anunciaba un contagio entre sus filas. Ese viernes 13 de marzo fue nuestro día.

Un día después del anuncio de la OMS, Venezuela empezó «a preparar terreno», uno que ya estaba baldío y destruido por la emergencia humanitaria compleja que afecta el país, y decidió declarar el sistema de salud público en alerta permanente.

Se anunció que 46 centros hospitalarios habían sido designados como centros centinelas para la atención de posibles casos de coronavirus, pero ninguno tenía los insumos necesarios para asistir a los contagiados.

Ni siquiera el personal sanitario tenía – ni tiene aún- como protegerse. Aún en septiembre de 2020, según Douglas León Natera, presidente de la Federación Médica de Venezuela, denunciaba que «el 95 %» de quienes trabajan en los hospitales públicos de Venezuela no contaban con todo el equipo de protección y bioseguridad para evitar los contagios.

Antes de que empezaran a flexibilizar progresivamente la cuarentena, especialistas sugerían que se dotara a los hospitales de insumos y se prepara al personal para lo que se avecinaba, un posible repunte. Con Italia y España como ejemplo, con segundas y terceras olas de contagio, lo ideal era hacer lo posible porque no ocurriera lo mismo en Venezuela. Y sí, los escenarios fueron distintos, pero el virus cobró vidas, la mayoría de ellas dentro de trabajadores del sector salud.

Médicos como el internista Gustavo Villasmil aseguraban que, de acuerdo a las proporciones del virus en la ciudad china de Wuhan, en el país se pudieran contagiar de la COVID-19 entre el 40 y 50% de la población general, y advertía que mientras para muchos pasaría como un simple resfriado común otros sufrirían peores consecuencias.

A un año de haber iniciado el confinamiento en la nación, y las batallas dentro y fuera de los hospitales, Venezuela llegó a este 13 de marzo de 2021 con una trágica cifra de 338 trabajadores de la salud fallecidos, un total de 1.430 muertos a nivel nacional como consecuencia de esta enfermedad.

Para mediados de año, y al tercer mes de aislamiento social, la Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales estimaba que el país registraría entre 1.000 y 4.000 casos de coronavirus diariamente. Las cifras oficiales nunca dieron cuenta de una proyección tan estruendosa como esa, sin embargo, la situación en los hospitales daba fe de lo que pronosticaban con expertos. No podían ni siquiera asemejarse a las estadísticas presentadas por Aficman porque los laboratorios procesadores de pruebas PCR, que detectan el coronavirus, están bajo absoluto control del gobierno de Nicolás Maduro.

Apenas 485.000 evaluaciones de este tipo se habían realizado en el país desde el inicio de la pandemia hasta el 7 de enero de 2021. Según esos números, Venezuela tendría una tasa de 17 pruebas por cada 1.000 habitantes, de las más bajas de todo el continente seguido de Haití.

Científicos amenazados por el oficialismo por presentar tales pronósticos señalaban que los datos oficiales hasta el 23 de abril de 2020 probablemente presentaban un subregistro de entre 63% y 95%, respecto a los casos de pacientes sintomáticos con coronavirus. Hacia el 20 de mayo de ese mismo año, considerando que la población era de 28.524.411 personas, la tasa de contagio era de 26.26 por millón de habitantes y la de mortalidad, que para ese momento sólo había en el país 10 fallecidos, era de 0,35 casos por millón de habitante. Esos números han variado según las flexibilizaciones que el Ejecutivo nacional ha autorizado.

En el entierro de la sardina, en Naiguatá, estado Vargas, el coronavirus se disfrazó y recorrió las calles con todo aquel que, sin miedo alguno, salió a festejar el carnaval, por la flexibilización de la cuarentena que otorgó Maduro para febrero de este 2021 y al que el tapabocas no fue invitado. Así ha ocurrido con otras fiestas populares.

Un mes después, tras haber anunciado el primer esquema de flexibilización de la cuarentena, 5+5, y posteriormente el 7+7, el país registró su mayor pico de contagios desde el inicio de la pandemia. Fue el 13 de agosto cuando se anunciaron 1281 nuevos casos. Este se situó como el segundo mes con más muertes de trabajadores sanitarios a consecuencia de esta enfermedad, con 73 víctimas, 54 de ellos médicos. Desde entonces comenzó lo que sería la primera ola de contagios, cuando una curva que venía aplanada comenzó a subir de manera sostenida, hasta alcanzar los 144 mil contagios un año después.

Así, poco a poco, la nación fue quedando relegada del buen manejo de la pandemia en la región. No sólo naciones como Colombia o Chile le llevan una morena en procesamiento de pruebas, la primera con más de 100 laboratorios autorizados para procesar pruebas PCR y con una capacidad de analizar 43.529 muestras diariamente y la segunda lidera en la región la lista de quienes cuentan con la mayor cantidad de vacunas aplicadas, ocupando el quinto lugar a nivel mundial en dosis administradas por cada 100 mil habitantes.

Pero en Venezuela las primeras 100 mil dosis de la vacuna rusa Sputnik V arribaron el 13 de febrero, día en el que comenzaba la celebración del carnaval. Cinco días después, el 18 de febrero se daba inicio a una primera fase de inmunización.Para no perder su línea de opacidad y control social, Nicolás Maduro anunció que los primeros a vacunar serían médicos, personal sanitario, personal de trabajo social, efectivos de los cuerpos de seguridad, gobernadores, alcaldes y hasta los diputados de la Asamblea Nacional.

Para no perder su línea de opacidad y control social, Nicolás Maduro anunció que los primeros a vacunar serían médicos, personal sanitario, personal de trabajo social, efectivos de los cuerpos de seguridad, gobernadores, alcaldes y hasta los diputados de la Asamblea Nacional.

Hasta el 12 de marzo de 2021, no es posible determinar a dónde fue distribuido el 34% de esos fármacos. El análisis de los anuncios oficiales revelan además criterios poco consistentes en las cantidades entregadas a cada estado. Mientras tanto, los trabajadores de salud, los más vulnerables, siguen expuestos al COVID-19.

A un año de la pandemia el país vive lo que sería su segunda ola, una que pinta ser mucho más fuerte que la inicial, con más contagios y víctimas por esta enfermedad. Nicolás Maduro anunció el 3 de marzo de 2021 que se habían detectado casos de la variante brasileña de la 9. Según lo dicho, estos estarían en Caracas, Miranda y Bolívar.

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