#OPINIÓN Decir la verdad para conseguir la libertad y formar líderes de relevo (Parte 16) #14Mar

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EL DICTADOR

Llegado a este punto, transcribo aquí un artículo del IMPULSO con motivo de la presentación del libro: “Opinión sobre «El Dictador» (2008-Editorial-LibrosMarcados-Venezuela)” cuyo autor es Ramón Guillermo Aveledo.

Conozco desde 1961 a Ramón Guillermo Aveledo, natural de la ciudad de Barquisimeto, estado Lara y, como decimos en Venezuela, ”guaro”, en el Instituto La Salle de Barquisimeto. No le di clase, pero observé su perfil inicial político con su contrincante Benedicto Parra. Como La Salle no tenía Humanidades en el ciclo diversificado, se inscribió en el Liceo Lisandro Alvarado. Entró a la Democracia Cristiana en 1963 con apenas 18 años. Formó parte y equipo de los socialcristianos de Caldera, Calvani, Herrera Campíns, Frei y Franco Montoro que se diseminaron por toda la América India, siguiendo la influencia europea de la posguerra de Adenauer y de Gasperi. Duarte en El Salvador, Arias Calderón en Panamá, Cerezo en Guatemala, Hurtado en el Ecuador, Frei Montalva y Radomiro Tomic en Chile, Álvarez Paz y Eduardo Fernández en Venezuela. Lea, por favor, su currículo en Internet.

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Dedicatoria del Libro

Cuando releí esta obra de Aveledo, detuve mi atención en su dedicatoria: «A la memoria de Bernardo Leigthon y Carlos Rangel y entiendo el “por qué”: político crítico de la dictadura militar chilena el primero y, un confrontador de mitos sobre la identidad de nuestros pueblos interpretando nuestra realidad el segundo.

1.- Bernardo Leigthon abogado y político democratacristiano chileno, parlamentario, además de ministro de Estado de tres presidentes de su país. Destacó por ser uno de los más estrechos colaboradores de Eduardo Frei Montalva, jefe de Estado entre 1964 y 1970, y como enconado crítico de la dictadura militar que gobernó Chile entre 1973 y 1990. Junto a sus camaradas Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic y otros fundó, en 1938, la Falange Nacional, germen del futuro Partido Demócrata Cristiano.

2.- Carlos Rangel, venezolano autor «Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario” de maravilloso análisis, publicado en 1976, busca una nueva interpretación de la realidad de América Latina alejada y en confrontación con lo que el autor considera son mitos difundidos y poco cuestionados sobre la identidad latinoamericana que promueven sobre todo las clases intelectuales nacionalistas y socialistas de la región y que inclusive ha sido exportada como imagen al resto del mundo. Se han hecho más de 16 ediciones en español y ha sido traducido al inglés, francés, italiano, portugués y alemán. El prólogo fue escrito por el pensador francés Jean-François Revel, del cual soy admirador de sus obras.

Análisis del Contenido

Personalmente, que viví y sufrí la dictadura fascista de Franco en Euskal Herria-País Vasco, fue en Venezuela donde mamé la libertad y la democracia al estudiar los Cursos de Formación de los Partidos Políticos dirigidos por los Jesuítas y los Lasallistas en la década de los 60 sobre las ideologías: lo bueno, regular y malo de cada una de ellas. Hago mío, en cien por ciento, lo escrito por Aveledo acerca de la “dictadura”: tiranía sobre el pueblo y su “anatomía”.

De manera magistral, nos regala el perfil de un dictador en cualquiera de sus versiones, pero, lo mejor es que expone el denominador común que los homogeniza ó como dice Teodoro Petkoff, prologuista del libro, sentencia lo que es una dictadura: «…existe un hilo conductor que las atraviesa a todas: el terror y su derivación, el miedo. Sin terror no hay dictadura…»:

1.- A través del estudio de las figuras más representativas del despotismo, de derecha o de izquierda, léase Mussolini, Stalin, Hitler, Franco, Mao y por supuesto los caribeños Trujillo y Castro.

2.- Las características más particulares, sus rasgos más emblemáticos, las corrientes de pensamientos y sus tendencias sociales. Invito a completarlas, leyendo a Humberto Eco en “El fascismo eterno” y que son aplicables al comunismo y al militarismo en su casi totalidad.

3.- Narra la trayectoria de cada uno de sus protagonistas, cómo asumen el mando y la manera cómo bajo la institución del terror lograron y aún continúan algunos mantenerse en el ejercicio del Poder como dictadores paradigmáticos, manifestaciones del poder absoluto o, al menos, intento de ejercerlo.

4.- Hace una radiografía de la perversión histórica: “dictadura, una anormalidad…». Nos pasea por la distinción teórica entre Tiranía y Despotismo, nos enseña el perfil morboso, patológico del dictador, trastornos de personalidad versus episodios ó manifestaciones temporales de enfermedad mental.

5.- Es un libro para conocer, aprender, analizar, reflexionar sobre esta anomalía, creación del hombre, ya que la dictadura no existe sin que converjan 3 factores esenciales:
• la existencia de un hombre, definitivamente enfermo,
• unas circunstancias que hacen caldo de cultivo para el engorde de sus patologías,
• un conglomerado social (el pueblo), que entre otras cosas “la permite” y “la aguanta!, hasta agotar su capacidad de resistencia.

6.- Es innegable el sabor amargo que nos queda en la mente y el peso en el alma al recordarnos Aveledo las atrocidades que cometieron estos personajes y, que la historia las ha juzgado, reconociendo algunos aciertos, condenando sus arbitrariedades, remembrando:
• las monstruosidades del Holocausto, el Gulag soviético, el genocidio campesino de Mao Tse en la China de la industralización, el sacrificio del pueblo cubano…
• el terror como consecuencia lógica de la represión que sirvió como fundación o pilote del nacionalismo de Franco,
• los desmanes sexuales de Trujillo,…
son sólo algunos hechos que la humanidad nunca, debe borrar de su memoria histórica.

7.- El mérito de la obra de Aveledo reside en: nunca permitirnos olvidar que los regímenes dictatoriales se encuentran a la orden del día. Es suficiente se conjuguen las circunstancias de modo, lugar, tiempo, y pese a la dureza del contenido se trata de un libro, criollamente hablando «sabroso de leer», disfrutándolo desde el principio al fin, concluyendo: “Los tiranos terminan descubriéndose aunque hayan llegado al poder por las urnas.”

8.- «La peor de las democracias siempre era preferible que la más perfecta de la dictadura” decía Jaime Roldos, Presidente de Ecuador.

9.- Sean de derecha o de izquierda, las tiranías son abominables, porque centran en el dictador o el tirano todo el devenir de una sociedad:
• Él manda, él escoge juzgadores, él expropia haciendas y negocios, él decide quiénes se pueden enriquecer y quiénes no.
• Quien lo censura es enemigo de la patria porque la patria es él; así solía decir Noriega, después de veinte años todavía en una celda en Miami.
• Todos los dictadores juran ser los Mesías de sus pueblos, la salvación de sus corruptas sociedades, las cuales terminan de corromper aún más.
• Todos gobiernan para sus amigos, allegados y familiares; le dan a sus partidarios, pero con lo grueso de todo se quedan los primeros.
• Los tiranos terminan descubriéndose como tales en poco tiempo, aunque hayan llegado al poder por las urnas, la mayoría de las veces trampeadas.
• Demuestran no tener estructura ideológica alguna más que aquella de tinte verde, como me gusta llamarla, por su exagerada idolatría al dólar americano, aunque provenga de su enemigo yanqui.
• Se convierten en apologistas de los delitos que antes condenaban, destruyen instituciones.
• Encubren y justifican los abusos de sus compinches. El típico ejemplo de que el fin justifica los medios.

En fin: El libro de Ramón Guillermo Aveledo, de obligada lectura para todo demócrata, debe ser incluido como texto obligatorio en Venezuela en estos tiempos desastrosos y en toda América Latina para que así, cuando soplen esos vientos, los ciudadanos sepamos esquivarlos para que no se nos conviertan en eternos. ¿Cosechar sin Sembrar?

Próximo domingo 21/03: Progresismo…

Juan José Ostériz

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