Las recientes conversaciones, diálogo o negociaciones gobierno-empresa, como queramos llamar a los contactos realizados entre FEDECAMARAS y representantes del alto gobierno, crearon la esperanza de un entendimiento favorable para la recuperación de las inversiones privadas y, por ende, de la economía venezolana.
Sin embargo, acabamos de leer una noticia en la que los empresarios lamentan que la Asamblea Nacional solamente haya aceptado una de las varias propuestas presentadas por la empresa privada. En este mismo tenor manifestó recientemente la CTV, Confederación de Trabajadores de Venezuela, su frustración sobre otros temas.
Si era difícil que entendiéramos en coyunturas anteriores cómo era posible que el gobierno chavista no aceptara el fracaso de las políticas estatistas, controladoras y concentradoras de poder, hoy en día el retardo del gobierno en cambiar sus políticas es absurdo y un “autosuicidio” si consideramos que, después de 22 años de esas políticas nos hemos convertido en el país de mayor caída de su producción, el más inflacionario y el mayor generador de emigrantes del mundo actual; lo que explica que el 78% de los venezolanos desea que el gobierno de NM termine este mismo año.
Así y todo, creo que es necesario seguir tratando de negociar con el gobierno, pero sin hacerse demasiadas ilusiones y dejándole ver que podemos pararnos de la mesa.
Para que la interrupción de una negociación tenga las consecuencias deseadas, debe infringirle un costo, en este caso al gobierno, para sensibilizarlo de que debe irse o sincerarse en las negociaciones para cambiar sus políticas. Este impacto requiere prepararse siguiendo las siguientes condiciones.
•Asegurarse de que se ha definido claramente lo que se necesita para resolver la discrepancia. Los puntos objeto de negociación y las propuestas deben estar claramente definidos y conocidos. A pesar de que las conversaciones en una negociación deben ser mantenidas entre las partes, en este caso este principio es válido en las etapas iniciales. Pero, al pensar en pararse de la mesa como opción válida, es necesario informar. Lo contrario es arriesgarse a que la otra parte use la parada de la mesa para señalar que es uno el que quiere “todo o nada”.
•Estar seguros de que la discrepancia es válida y que no se está dejando de ver razones válidas de la otra parte. El empresariado y el 92% que evalúa mal la situación económica del país tienen amplias razones para plantear un cambio de políticas dado los resultados desastrosos que nos ubican como la peor economía del mundo. Por su parte, el gobierno puede seguir estando aferrado a su proyecto de concentración del poder en todos los ámbitos; pero le convendría considerar que, si no cambia, seguirá recibiendo sanciones nacionales y personales mientras que, si cambia sus políticas, puede flexibilizar sanciones, recuperar la economía y parte de su conexión popular (que está en un 20% del caudal que le dejó HChF).
•Estar seguros de que se está aportando suficiente valor a la negociación. El empresariado nacional e internacional le están aportando al gobierno su seguro de vida al resolver la crisis económica y sin “meterse en política” (cambiar el gobierno). Por su parte, el gobierno lo que ha aportado son esperanzas, como siempre hace cuando se ve atorado; convocando a diálogos (sin negociar), y hasta promulgando decretos o leyes, como la Ley Antibloqueo, que hace creer que viene un proceso de ampliación de la participación de la empresa privada en tenencia accionaria y en la dirección de las empresas del Estado. Pero de la implementación de esta Ley no se conoce nada. Más bien, el gobierno acaba de emitir una señal en contrario al privilegiar a CONVIASA frente a las líneas aéreas privadas en los permisos para explotar las rutas internacionales.
•Que se pueda justificar la acción de pararse de la mesa sobre la base de principios reconocidos. Sí claro, ningún país socialista o comunista del mundo, como la ex Unión Soviética, los países de Europa Oriental, China, Vietnam, entre otros, ha logrado salir de la pobreza sino recurriendo a la empresa capitalista como actor fundamental de la economía, las libertades económicas, la seguridad jurídica de la propiedad privada y la tecnocratización y privatización parcial o total de los servicios públicos. Si el gobierno de NM no termina de entender esto, quienes representen a los empresarios o trabajadores en sus respectivas negociaciones público-privadas están justificados si se paran de la mesa. Sin embargo, si se llega hasta allí, es conveniente, por el bien del país y de cada interés sectorial, no “quemar los puentes”; no denigrar del otro, comunicar los hechos con substantivos y sin adjetivos, hacerlo con altura para poder volver a sentarse porque todos somos venezolanos y tenemos que aprender a convivir, aunque llevemos 500 años fracasando en ello.
José Antonio Gil Yepes
@jagilyepes