Cuando Adán despertó y vio a Eva, su mujer, por primera vez, su expresión no pudo ser más elocuente “¡Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne!” Gen. 2:23. Si agudizan un poco su vista y su pensamiento podrán ver que la expresión “!Esto…!” está en signos de admiración… se mostraba extasiado. Fue una expresión de admiración, sorpresa y emoción cuando la detalló palmo a palmo. Podemos imaginar la cara de Adán, con la boca abierta, pasearnos y meditar en la brillantez de sus ojos, en el recorrido de su mirada, la inhalación entrecortada del oxígeno del aire y su dificultad para respirar. Imaginar el tictac acelerado de los latidos de su corazón. Es algo que me emociona.
Con el respeto que me merecen los evolucionistas y los ateos, pensar colocar el origen del universo, del hombre y por supuesto el de la mujer en una suerte de azar me parece absurdo y hasta risible. Acogernos por voluntad de la ignorancia a simples teorías evolucionistas no califica. La historia del Big Ban, que es lo más reciente de esta teoría, la supuesta evolución en millones de años y la idea de que todo surge por casualidad y luego da lugar a un Universo de movimientos perfectos, es algo que nunca entrará como verdadera convicción en la mente del ser humano, por cuanto no fue así.
Por mucho que se esmeren en tratar de explicarlo, por mucho que argumenten su teoría, nunca podrán hacer que el hombre lo entienda, por cuanto nuestra herencia, nuestros genes, vienen directos del creador: ¡Dios!. Es igual que creer que, si desarmamos un antiguo reloj de funcionamiento mecánico, de la marca Rolex y tomamos todas sus piezas, las colocamos en una caja, cerramos y esperamos cientos de años, aparecerá funcionando perfectamente después de ese tiempo. ¡Por favor!. Pues esa, es la misma aspiración que tienen los evolucionistas en relación al origen del universo. Si las piezas no las toma un relojero experto en sus manos y las arma, nunca funcionará ese reloj. Sin las manos de un Creador, un arquitecto lleno de amor, el mundo y el Universo de movimientos perfectos no existirían. Y menos, lo más bello de la creación: La mujer.
Muchos años fui profesor de Ciencias Sociales en la especialidad de Historia. Abordé también, las asignaturas de Psicología, Filosofía, Sociología con pasión. Estudioso vehemente del Marxismo y del Materialismo Histórico. Tuve el gusto de llegar a ser catedrático de la asignatura de Historia Antigua en La UPEL y disfrutar del privilegio de contar con profesores “Grandes Ligas” en el conocimiento y la enseñanza de los cuales aprendí mucho acerca de este tema, pero no es posible, que mujeres tan bellas, de proporciones físicas admirables, que incluso han puesto a nuestro país en la vanguardia de los certámenes de belleza en el mundo provengan de un animal tan feo como el mono, imposible.
Si, concluir, que estas mujeres esculturalmente bien hechas. Otras, profesionales inteligentes, amas de casa, conductoras sabias de hogar, ayuda idónea para sus maridos. Mujeres virtuosas. Luchadoras y fuertes en la desventura de la vida, que han sido abandonadas por sus maridos pero que con aliento de lo alto, luchan y siguen adelante esperanzadas y firmes solo en el poder que les da su Creador aparecen evolucionadas de un animal… !No lo creo!
¡Hasta la semana que viene por la WEB DIOS mediante!
William Amaro Gutiérrez