Las sociedades más justas y con mayor desarrollo son aquellas donde las instituciones del Estado trabajan para el beneficio de los ciudadanos, solucionando los problemas que les afectan y promoviendo el progreso social. El deber de los funcionarios púbicos es trabajar para construir un mejor país, uno en el que todos puedan gozar plenamente de sus derechos y vivir según mejor lo consideren, sin miedo a pensar distinto a quienes gobiernan.
Sin embargo, en Venezuela no gozamos de esta dicha, por el contrario, un grupo ha tomado por la fuerza todas las instituciones del Estado para aferrarse al poder y así enriquecer sus bolsillos. Persiguen e intimidan a quienes deseamos un mejor país, a quienes luchamos por el regreso de la democracia y la libertad, porque no les conviene que el pueblo decida sobre su futuro. Han sido dos largas décadas en las cuales instauraron un modelo de desigualdad y miseria que causó la emergencia humanitaria compleja que viven los venezolanos a diario.
Hoy la brecha en Venezuela no puede ser mayor. Empobrecieron al pueblo, endeudaron al país y destruyeron nuestro aparato productivo. El 96% de los venezolanos está sumergido en la pobreza y el 79% padece de pobreza extrema según la ENCOVI 2019-2020,es decir, no pueden cubrir ni siquiera sus necesidades más básicas. Mientras el venezolano de a pie lucha día tras día para poder llevar comida a su mesa, los allegados al régimen gozan de toda clase de lujos, siempre a costa del sufrimiento de millones.
Asimismo, la crisis de servicios empeora cada vez más. A lo largo y ancho del país los servicios como el gas, la electricidad, el agua y el internet pueden fallar cada día, e incluso desaparecer por semanas enteras. Tomemos por ejemplo el servicio eléctrico. Desde el año 2010 empezaron con el racionamiento, racionando la electricidad por estados y sectores, inventando excusas cada vez menos creíbles para no admitir su responsabilidad en la crisis. En el interior del país, los venezolanos pasan entre 4 y 8 horas diarias sin electricidad. Esta injusticia es inadmisible.
Venezuela necesita urgentemente un cambio de modelo, que brinde soluciones a los problemas del país y que de fin al sufrimiento de los venezolanos. Es necesario rescatar a las instituciones del Estado para que trabajen en pro del pueblo, para que sean garantes de lo establecido en la Constitución Nacional, respeten los derechos y la libertad de los venezolanos. Así podremos devolver la democracia al país de modo que podamos escoger nuestro futuro y vivir sin miedo a tener una opinión distinta a quien gobierne. Este es el camino para eliminar la brecha tan desigual entre los ciudadanos, la pobreza y la miseria. Vamos a luchar y no desistiremos hasta alcanzar nuestra meta. Seguimos.
Stalin González