El expresidente francés Nicolas Sarkozy fue condenado este lunes a tres años de prisión, uno de ellos firme, por corrupción y tráfico de influencias en el llamado caso Bismuth o caso de las escuchas.
Sarkozy podrá cumplir la pena “bajo régimen de detención domiciliaria bajo vigilancia electrónica, de acuerdo con la sentencia.
Sarkozy, quien durante el juicio se declaró víctima de encarnizamiento de la Fiscalía y de los jueces, puede recurrir la condena.
El tribunal reprochó a Sarkozy que “hubiese utilizado su estatuto de antiguo presidente de la República y las relaciones políticas y diplomáticas que tejió cuando estaba en ejercicio, para gratificar a un magistrado que había servido a su interés personal”.
Junto a Sarkozy, fueron condenados a las mismas penas su abogado, Thierry Herzog, y el antiguo abogado general (fiscal) de la Corte de Casación, Gilbert Azibert. El tribunal consideró probado, tras el juicio celebrado a finales de 2020, que los tres participaron en un “pacto de corrupción”, desvelado gracias a las escuchas en una línea telefónica secreta que usaban Sarkozy y Herzog, y que estaba registrada bajo el nombre falso de Paul Bismuth.
La decisión del tribunal es un golpe para el político de referencia de la derecha francesa, ya imputado en varios casos penales, pero no condenado en ninguno. Y este no es el fin de sus problemas con la Justicia.
El 17 de marzo afronta otro juicio por el llamado caso Bygmalion por los gastos excesivos y las facturas falsas en su campaña para la reelección, en 2012. Y está imputado también por el caso de la supuesta financiación, con dinero de la Libia de Muamar el Gadafi, de la campaña que en 2007 le llevó al palacio del Elíseo