Y de repente, los cocineros se convirtieron en estrellas mediáticas y comenzaron a competir en popularidad con actores y actrices, músicos, deportistas, comediantes y periodistas que, por tradición, venían acaparando los espacios televisivos como plataforma natural de su actividad. Las plantas televisoras pasaron de incluir segmentos de cocina en los magazines matutinos a ofrecer programas completos a cocineros de cierta popularidad durante los cuales desarrollaban recetas, interactuaban con invitados y hasta demostraban sus dotes artísticas. La industria de los “mas media” capitalizó este fenómeno y creó canales temáticos dedicados exclusivamente al tema gastronómico, incorporando programas que abarcan todo el amplio espectro de la gastronomía internacional.
Surgen así los grandes “cookingstars” quienes conducen programas televisivos de gran audiencia y frecuentan cuanto espacio de entrevistas, alfombras rojas, entregas de premios y fiestas a las que acude lo más granado de la “socialité” internacional. Nombres como los de Jamie Oliver, Gordon Ramsay, Anthony Bourdain o David Chang, son comunes ya para buena parte de los consumidores habituales de espacios gastronómicos. A ello hay que sumarle los nombres de los héroes culinarios que producen programas como Master Chef, Hell’s Kitchen, Final table, y demás variantes regionales, en donde compiten cocineros amateur o profesionales en procura de un lugar en el olimpo de los fogones.
Pero ha sido la figura femenina un factor fundamental en la génesis de ese universo de estrellas mediáticas de la cocina, puesto que desde los mismos inicios de la televisión han sido muchas las damas que han dejado su huella en la forma de sazonar de nuestras abuelas y madres. Desde cocineras profesionales, formadas en prestigiosas escuelas de gastronomía como lo fue la norteamericana Julia Child o hábiles cocineras autodidactas como la británica Zena Skinner, las mujeres conformaron esa primera avanzada que le dio forma a esta nueva manera de vivir y entender la gastronomía a través de las plataformas mediáticas de alto impacto en millones de personas en todo el planeta.
Siempre mirando hacia Latinoamérica, y en especial a Venezuela, nuestras cocineras también marcaron tendencia en los recién abiertos espacios radiales y televisivos, compartiendo por primera vez las recetas atesoradas por la familia durante generaciones a través de medios no impresos. Los nacientes telespectadores comenzaron a adentrarse en la intimidad de las cocinas caseras de estos personajes que hablaban de manera llana, sin mayores tecnicismos culinarios y con la propiedad que les otorgaba su ancestral conocimiento del arte de los fogones.
Cuando vemos en la actualidad a estrellas de la cocina como Dolly Irigoyen, Paulina Abascal, Narda Lepes o Sonia Ortiz al frente de su respectivos programas, grabados en perfectos y bien equipados sets televisivos, con una cuidadosa producción y editados con el mayor de los cuidados, me resulta inevitable pensar en esas precursoras que tuvieron que, además de entender las dinámicas del naciente formato televisivo, adaptarse a las limitaciones naturales de los canales de la época para poder ofrecer la mejor versión de sus platos, en “vivo y directo”.
La primera referencia que encuentra cualquier persona que indague en el tema es la cubana Nitza Villapol, quien por más de cuarenta años mantuvo al aire su programa Cocina al Minuto, el espacio de gastronómico más longevo de la televisión a nivel mundial, con transmisiones diarias de lunes a viernes, desde 1948 hasta 1994. Su ayudante y mano derecha en este espacio televisivo también era otra dama, Margot Bacallao, quien además llegó a conducir el espacio supliendo cualquier ausencia eventual de Nitza.
En México encontramos a Chepina Peralta, una mujer con unos números interesantes en su haber como conductora radial y televisiva de programas y segmentos gastronómicos: 28 años en la televisión con un total de 7300 programas, 17 años en la radio con 9000 programas y 13 libros de recetas publicados. Es necesario destacar que esta mujer sin ser cocinera profesional, ni tener experiencia alguna en la conducción de programas radiales y televisivos, logró inscribir su nombre en este selecto grupo de precursoras de programas gastronómicos a nivel latinoamericano.
En el Cono Sur encontramos a Doña Petrona de Gandulfo en Argentina y a Laurita Amenábar y Mariana Salinas en Chile. La primera, siendo cocinera profesional, comenzó su actividad en los medios de comunicación como promotora del uso de las nacientes cocinas a gas, ganando notoriedad rápidamente e insertando su nombre en varios espacios televisivos bonaerenses, manteniéndose al aire durante 20 años. En cuanto a Laurita y Mariana, acapararon durante años la atención de miles de amas de casa chilenas que tomaban nota de sus recetas justo antes de la hora del almuerzo, convirtiéndose en promotoras de la más tradicional cocina chilena y dela idea de que “en casa se come mejor”
Los peruanos tuvieron a Teresa Ocampo, su “Dama de la Gastronomía”, una de las responsables del moderno boom de la cocina peruana a nivel mundial. Los vecinos ecuatorianos disfrutaron muy brevemente en las pantallas de televisión a Delia Rosa Crespo de Ordoñez, pero su mayor aporte gastronómico se condensa en su libro “Cocinemos con Kristy”, su seudónimo mediático.
En Venezuela, la naciente industria de la televisión nacional pronto descubrió los talentos comunicacionales de la señora María Chapellín Palacios, emparentada por línea materna con la madre del Libertador Simón Bolívar por lo que probablemente heredó muchas de las recetas que se sirvieron en la mesa del Padre de la Patria. Fue en Televisa, Canal 4, cuya sede estaba ubicada en la avileña urbanización Los Caobos, donde por primera vez en el país se transmitió, en “glorioso blanco y negro”, un programa cargado de sabores y olores, en donde la Tía María, como se dio a conocer tan insigne matrona caraqueña, preparaba por igual una francesísima sopa de cebollas o un asado negro cargado de la más auténtica esencia nacional.
Pronto el canal de la competencia abrió también su propio espacio gastronómico a cargo de una hermosa joven caraqueña llamada Ana Teresa Fernández Palacios de Cifuentes, quien pasó a la posteridad tan solo como Ana Teresa Cifuentes, “la perfecta ama de casa”. Radio Caracas Televisión también se alimentó de esa veta de talentos culinarios procedentes de la familia Palacios, ya que Ana Teresa era sobrina de María Chapellín Palacios, con quien llegó a competir televisivamente hablando. A la voz de “queridas amigas”, frase que se convirtió en el saludo inicial a partir de ese momento, su programa se transmitió por primera vez el 4 de enero de 1954 y estuvo al aire por más de 25 años.
Al parecer los parentescos han jugado un papel determinante en la historia de los programas gastronómicos de nuestro país, puesto que Bertha Cecilia y Carmen Cecilia Flores Oropeza, no sólo eran hermanas, sino que eran mellizas o morochas, como se dice en Venezuela. A partir de 1971, Venevisión puso al aire “Cocinando con las Morochas” en donde todas las mañana, antes de la hora del almuerzo, ambas hermanas conformaban una dupla perfecta para la preparación de exquisitos platillos y su correcto servicio de mesa. Fervientes devotas del Doctor José Gregorio Hernández, a través de su programa promovían peregrinaciones periódicas a la población de Isnotú, estado Trujillo, cuna del milagroso médico, actualmente en proceso de canonización.
Han sido muchas las mujeres que han transitado la senda que estas precursoras abrieron en la televisión mundial. Seguramente encontraremos historias similares en otros países, personajes heroicos que lograron el respeto por el oficio y despertaron la pasión por el arte de la gastronomía.
Miguel Peña Samuel