La costosa lucha por respirar en Venezuela

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La noche del domingo 24 de enero, Ruby González sintió que su hija Yesenia de 16 años, se le iba a morir en los brazos asfixiada con una crisis de asma. La odisea comenzó cuando la misma Yesenia con voz entrecortada le pidió a su madre que la llevara al médico porque ya no podía respirar y se estaba sintiendo muy mal.

A las 9:30 p.m., Ruby le pidió ayuda a un vecino para que le hiciera el favor de llevarlas a un hospital, pero este se negó porque no tenía la gasolina suficiente y en cualquier punto se iban a quedar accidentados. Un taxi le estaba cobrando 50 dólares (por ser domingo en la noche) desde el barrio La Vega hasta el Hospital Clínico Universitario (HCU).

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Mientras tanto, el pecho de Yesenia no dejaba de silbar, con cada bocanada de aire que intentaba inhalar, sus agitados pulmones se congestionaban cada vez más.

Cuando eran las 10:10 p.m. otro vecino notó la desesperación de Ruby y su esposo y les ofreció llevarlos en su carro, pero cuando se disponían a salir rumbo al hospital, una falla en el motor impidió que pudiera trasladarlos. A las 10:20 p.m. varios vecinos resolvieron sacarle la gasolina al carro que se accidentó y surtir al otro vehículo que solo le faltaba el combustible para poder andar.

A las 10:40 p.m. la tonalidad en la piel de Yesenia estaba cambiando. Sus manos estaban frías, su cara se tornaba azulada y sus ojeras se hacían cada vez más oscuras y la voz no le salía.

A las 11:00 en punto de la noche llegaron a la emergencia del Hospital Clínico Universitario, el doctor de guardia la revisó y confirmó la crisis de asma. Sin embargo, le dijo a Ruby que no la podían atender porque debido a la crisis en los centros asistenciales el oxígeno solo es para pacientes que estén en áreas críticas.

15 minutos después, Ruby tomó la decisión de llevársela para el Domingo Luciani, pensó que allá sí podían atenderla y colocarle oxígeno que era lo que principalmente necesitaba.

La respiración de Yesenia cada vez era más corta y forzada, el silbido que emitía su pecho, producto de lo inflamadas que ya estaban sus vías respiratorias, era lo único que se escuchaba en todo el camino.

A las 11:40 p.m. Ruby y Yesenia estaban ingresando a la emergencia del Hospital Domingo Luciani, en Petare, municipio Sucre. A ambas se les hizo raro no solo lo abandonado que lucía el lugar, sino también la falta de personal. Un médico cirujano fue quien las atendió. Las hicieron llenar una historia médica para luego decirle que no cuentan con los insumos básicos para atender la crisis de asma que tenía la adolescente.

Las opciones de Ruby se habían agotado, su desesperación no podía ser mayor, la cianosis en Yesenia ya era muy evidente. No sabía qué hacer ni a dónde acudir y no contaba con el dinero para llevarla a una clínica. Una enfermera al ver que estaba llorando y que la joven estaba mal, le sugirió que la llevase al Materno Infantil de Petare, que allá por la edad de la menor la podían atender.

A las 12:50 llegaron al centro hospitalario ubicado en La Urbina, donde finalmente la atendieron, le colocaron oxígeno y un tratamiento para que se recuperara. Volvieron a casa a las cinco de la tarde.

Un lujo respirar

Con la severa crisis de asma que le dio a Yesenia, la familia González se tuvo que enfrentar no solo con las incontables deficiencias del sistema de salud público y la escasez de gasolina, sino también con los altos precios en medicinas e insumos médicos.

“Le mandaron dos inhaladores, uno costaba 80 dólares y el otro 20. Adicional a esto le mandaron antialérgicos y unas gotas descongestionantes. En total, fueron como 120 dólares aproximadamente, sin contar que le mandaron una dieta estricta por un mes, para evitar posibles cuadros alérgicos”, dijo Ruby.

A la madre de Yesenia le sugirieron que tener una bombona portátil o un concentrador de oxígeno sería de gran ayuda para estos casos, pero para esta familia es difícil, ya que una bombona de 7 litros tiene un valor de 150 dólares, mientras que los concentradores superan los 600 dólares.

En una reconocida cadena de farmacias, se debe cancelar 222 dólares de depósito, 64 dólares por el llenado y 35 dólares la mensualidad. Un total de 321 dólares. Esto sin contar el precio del regulador, el cual puede conseguirse entre 100 y 150 dólares. Si el paciente requiere más de una bombona por día, el precio va aumentando.

En la misma farmacia ofrecen también bombonas pequeñas de emergencia, las cuales tienen un precio de 53 dólares el alquiler, 18 el llenado y 10 la mensualidad.

En un establecimiento comercial dedicado al suministro de gases y oxigeno medicinal ubicado en la Carretera Petare Santa Lucía, en el sector Filas de Mariches, en el estado Miranda, el servicio es más económico. El alquiler o depósito está valorado en 180 dólares, de los cuales se le entrega al cliente el 20% cuando haga la entrega del cilindro. La recarga del gas son 22 dólares. El precio del regulador de oxígeno tiene un costo de 90 dólares. El servicio no incluye flete.

El vendedor del establecimiento explicó que la duración del oxígeno dependerá de la condición del paciente, específicamente de la saturación de oxígeno en sangre que tenga el paciente, lo normal es entre 95 y 100.

“Hay pacientes que la saturación la tienen en 60, estos ameritan más litros por minuto de oxígeno y al día se pueden consumir hasta tres cilindros de 6 metros cúbicos”, dijo el vendedor.

Las páginas de comercio electrónico también ofrecen el servicio por bombonas de 6 metros cúbicos. La recarga del gas oscila entre los 25 y los 30 dólares y el alquiler por dos semanas en 100 dólares. No incluye transporte.

Un oxímetro, instrumento necesario para conocer el nivel de oxígeno en la sangre en pacientes que padecen enfermedades respiratorias graves y también coronavirus tiene un costo entre 10 y 30 dólares en páginas de comercio online.

Según el último informe de la Encuesta Nacional de Hospitales, con datos de todo el año 2019 -antes de que llegara la pandemia-, el déficit de insumos médicos rondaba el 85 %. El estudio también señaló que 70,72 % de los hospitales evaluados en ese año tuvieron oxígeno todos los días, en 22,6 % fue intermitente y en 7,22 % ningún día.

Para Manaos si hay oxígeno

Mientras Venezuela atraviesa por una crisis humanitaria compleja, el pasado 19 de enero, el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Arreaza, informó a través de su cuenta en Twitter la llegada de las primeras seis gandolas cargadas con 136.000 litros de oxígeno a la ciudad brasileña de Manaos.

Días después, Maduro informó que un segundo cargamento de 86.000 litros de oxígeno sería enviado a los estado de Roraima y Amazonas en Brasil para atender la crisis sanitaria que la COVID-19 ha dejado en la región. Además prometió que semanalmente enviarían oxígeno al país que lo desconoce como jefe de Estado.

Sobre el envío de oxígeno al pueblo de Brasil, la presidenta del Colegio de Enfermeras del Distrito Capital, Ana Rosario Contreras, afirmó que la noticia generó molestias en el personal de salud y sobretodo en el personal de enfermería.

“Las enfermeras tenemos que correr cuando recibimos la orden médica que hay que suministrar oxigenoterapia a un paciente, por eso nos causó mucha molestia que se le resuelva el problema al vecino país de Brasil, mientras que aquí tenemos que dejar de ingresar pacientes porque no se dispone de oxígeno”, dijo Contreras.

La presidenta del Colegio de Enfermeras comentó que a una colega que se contagió con COVID-19 en un hospital y se complicó, tuvieron que buscarle asistencia respiratoria y en varios hospitales de Caracas, entre ellos el Hospital Clínico Universitario y el Pérez Carreño reportaron que no tenían cupo para atender casos de coronavirus porque no disponían de oxigenoterapia.

En una entrevista para AFP, el miembro de la Organización No Gubernamental (ONG) Médicos Unidos Venezuela, Jaime Lorenzo, señaló que el oxígeno no ha escaseado en los hospitales venezolanos, pero que la infraestructura para atender problemas respiratorios es muy precaria. “Puedes tener el oxígeno, pero si no tienes los equipos ¿Cómo atiendes al paciente?”, dijo.

Sin embargo, un enfermero que lleva más de 10 años laborando en el Hospital Domingo Luciani, quien prefirió no ser identificado por temor a represalias, afirmó que la situación en el centro de salud con el oxígeno es crítica porque no hay bombonas en la emergencia y tampoco tienen cilindros para el traslado, es decir, solo cuenta con los depósitos que hay en el hospital.

“Ahorita el hospital es un desastre, eliminaron sala de asma para colocar una unidad de cuidados intensivos con dos camas que están en las peores condiciones. Está la emergencia donde ingresan los pacientes con dificultad respiratoria, pero no hay cómo nebulizarlos porque no está acondicionado para tratar a un paciente con este tipo de afecciones”, dijo el enfermero.

En marzo de 2007, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que el oxígeno está incluido en la lista de los medicamentos esenciales para tratar deficiencias respiratorias e hipoxia (falta el oxígeno en la sangre). Recientemente, el Ministerio de salud en Venezuela incluyó la oxigenoterapia temprana en el manual de tratamiento de la COVID-19.

Según el último balance oficial de personas hospitalizadas por COVID-19 en Venezuela, aproximadamente unas 6553 estarían requiriendo oxigenoterapia, solo en los centros de salud. Sin contar con las que están en su casa y los que tienen otros padecimientos respiratorios no asociados al coronavirus.

Una investigación realizada por la Alianza Rebelde Investiga (ARI) determinó que 47 hospitales designados como centinelas para atender los casos de COVID-19 carecen de los insumos más básicos, como agua, camas hospitalarias, respiradores y rayos X, lo que desmiente lo anunciado por Nicolás Maduro de tener todo lo necesario para enfrentar la pandemia.

La tragedia del gremio médico

La situación de los médicos y enfermeros en Venezuela es calificada por el gremio como una “tragedia humanitaria”. La escasez de gasolina, la falta de bolívares en efectivo, los altos precios del pasaje, las fallas eléctricas, la escasez de agua e insumos médicos y el bajo salario que perciben, forman parte de las limitaciones que le impiden al personal de salud cumplir con sus labores.

Una enfermera del hospital Pérez de León, que prefirió no ser identificada, asegura que la situación económica del país y la pandemia del coronavirus es la peor que le ha tocado enfrentar tanto a nivel emocional como a nivel físico. “Los enfermeros estamos agotados, es una situación muy dura, pero nuestra vocación de servicio es inquebrantable”.

“Trabajamos con condiciones laborales indecentes, la práctica de enfermería está en peligro porque no contamos con las medidas de bioseguridad necesarias para evitar que nosotros, los que velamos por el bienestar y la salud de todos los venezolanos nos contagiemos. Una enfermera en una quincena gana 1.500.000 bolívares, mientras la canasta alimentaria, según el último monitoreo del Cendas se ubicó en 270 dólares, eso no puede ser”, sentenció Ana Rosario Contreras.

Contreras aseguró que oficialmente y de acuerdo al número de habitantes en Venezuela deberían existir 120 mil enfermeros, hoy el déficit está en un 60 a 70 % a nivel nacional.

Según cifras del último Monitoreo de Salud realizado por la Asociación Civil Convite en diciembre de 2020, en Barquisimeto, Ciudad Bolívar, Maracaibo, Maturín, Mérida, Puerto Ordaz, San Carlos, San Juan de los Morros, San Felipe, San Fernando de Apure, Valencia y Área Metropolitana de Caracas, el Índice de Escasez de Medicamentos (IEM) para enfermedades respiratorias se ubicó en 63 %.

Otro flagelo del coronavirus que afecta directamente al personal de salud es que Venezuela es líder en las estadísticas mundiales con la tasa más alta del personal de salud fallecido a consecuencia del coronavirus.

Según el último reporte de la ONG Médicos Unidos por Venezuela del pasado 10 de febrero, la cifra de muertos con criterios de COVID-19 ascendió a 338. La cifra representa más de 30 % de las muertes reportadas por la gestión de Nicolás Maduro desde que inició la pandemia en el país, el pasado 13 de marzo.

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