Si, era mi hermano. La hermandad no solo nace de una fuente sanguínea, no. Surge también de una relación eclesiástica, espiritual y sobre todo, de una convivencia, de un trato mutuo de amor, respeto y solidaridad, como siempre la ofreció mi hermano Eduardo. Y cuando titulo este artículo así, sencillo, “Mi hermano Eduardo González” y no coloco la preposición A es por cuanto no es para ÉL. Pero si para su muy amable esposa Susana, sus amigos y su gran familia. Porque él no sabe nada, no lo va a leer, no está en el cielo, por lo tanto no nos está viendo. Duerme, como dijo Jesús de su amigo Lázaro y lo va a resucitar. Su memoria quedó en el olvido, no tiene más paga de lo que se hace debajo del sol. «Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido» Ecl.9:6. Dios lo guardó en el sepulcro y espera el día bendito de la primera resurrección, cuando el Señor aparezca en las nubes de los cielos, como está escrito y como lo predicaba él. Ese era su texto favorito para educar en la fe. Y lo hacía con plena convicción, con ahínco y pasión, tratando de enseñar y enseñar.
Eduardo me decía triple colega. Argumentaba… 1.- Somos profesores, 2.- Columnistas del Diario El Impulso, 3.- Hicimos radio. Y lo decía con alegría sincera, con esa sonrisa que permanentemente tenía en sus labios. Y que seguro todos sus amigos, conocidos, familiares y hermanos de iglesia recordamos con nostalgia. Recuerdo también vívidamente, cuando lo conocí en la Unidad Educativa Dr. Pastor Oropeza. Los profesores esperábamos un colega que jugara softbol, bolas criollas y que “se echara palos” con nosotros y sorpresa… nos mandaron un “mojigato evangélico”. Así lo llamamos. En ese momento no podíamos imaginar la extraordinaria persona que íbamos a conocer mas adelante. Un amigo, hermano, portador permanente del mensaje de Salvación y Vida Eterna.
Para ese entonces yo no conocía todavía las hermosas verdades contenidas en las SAGRADAS ESCRITURAS y que luego él más adelante me mostraría, entonces me preguntaba con molestia. ¿Por qué este tipo se la pasa riendo? ¿Será que no tiene problemas en su vida?. ¿Por qué no nos mandaron un profesor Short Stop, 4to bate y borracho?. La verdad no lo entendí hasta que Dios tocó mi corazón, mi intelecto y me mostró el plan de Salvación a través de mi hermano Eduardo. Pude entender que su permanente sonrisa era proporcional a la fe y la esperanza que tenía en nuestro Dios y su Sagrado Evangelio.
También concluí que llegó al liceo porque yo lo necesitaba. Para cambiar mi vida y la de mi familia, como acertadamente lo expuso públicamente mi hijo mayor William Hammurabi. Entendí, que Dios mandó un 4to bate de la enseñanza del evangelio. Que Dios requería de un siervo que pudiera hacer frente, con su carácter, firmeza de convicciones y su afable carácter la “jauría” que significaba para ese entonces nuestra institución. Cuna de grandes líderes sindicales como Edgar Bazán Rivero, Frank Andrade, Nelson Rojas Bartolón, Neddy de Torrealba y muchos otros.
Dios le necesitaba allí, en ese medio de alto nivel educativo, pero también de parrandas, salidas, tragos y otras cosas complicadas; y donde nos movíamos muchos, como “pez en el agua”. Pero él traía en las alforjas de su pensamiento y de su corazón la Espada de dos filos, la cual con tan sola su presencia desenvainaba: La Palabra de DIOS. La que penetró en mi alma, que llegó hasta mis tuétanos y pude discernir los pensamientos y las inclinaciones de mi corazón. «Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón» Heb.4:12. ¡Era para mí!
Podemos concluir entonces, que la obra de Dios por medio de Mi hermano Eduardo se cumplió en este servidor, a parte de todos los cursos de Fe de Jesús que dictó en la institución a cientos de alumnos que hoy seguro lo recuerdan con admiración y respeto. Y que probablemente encontraremos a muchos de ellos en la Patria Celestial.
¡Hasta la semana que viene Dios mediante por la WEB!
Próximo artículo: «Mi hermano Eduardo González» Parte II
William Amaro Gutiérrez