Las claves para afinar una negociación enmarcada en la Venezuela de hoy son aprender de las experiencias y prepararnos para conducir una negociación casi imposible.
Las lecciones de la experiencia son las siguientes: el gobierno, hasta ahora, no había tenido la intención de negociar; sólo de dialogar, “sin agenda ni compromisos“; el Gobierno-PSUV han ido unidos a dialogar y aliados al sector militar, con apoyos internacionales de actores como Zapatero, Rusia y China; ha tenido amplios recursos; y tres objetivos muy claros: usar el diálogo sólo cuando está en problemas, comprar tiempo y para seguir haciendo lo mismo que le se le reclama.
Quienes han dialogado con esa Alianza Cívico-Militar han sido representados por los partidos, a veces con presencia de otros sectores en “el cuarto de atrás”; han ido con la esperanza de negociar, pero representantes gubernamentales muy hábiles han convertido la negociación esperada en un diálogo complejo, interminable e inútil; los partidos han ido poco cohesionados entre sí; sus alianzas locales e internacionales han sido debilitadas porque los partidos han suministrado información más basada en deseos que en realidades; no han tenido suficientes recursos; y han partido, en la mayoría de los casos, de una premisa respetable pero no viable: “Cambiar a Quién Gobierna”, por la enorme diferencia en las cuotas de poder de cada bando.
Aprender de estas experiencias es necesario para poder manejarse en una negociación imposible, como define el profesor Malhotra de Harvard a aquellas en las que una de las partes no tiene recursos ni poder. Las claves para esta negociación son la empatía (ponerse en la posición del poderoso para identificar qué necesita; el encuadre psicológico y la preparación del proceso de negociación.
En cuanto a la empatía, las experiencias nos indican que la situación del gobierno en lo económico cambió pues sus malas políticas lo arruinaron. Está en graves problemas que desestabilizan al régimen por su desconexión con la población; por tener que ganar elecciones tomando ventajas y apostándole a la abstención, hechos que agravan el rechazo internacional y predisponen a más sanciones; y porque ha provocado una emigración masiva que también activa a los países receptores en su contra. Ahora necesita cambiar su modelo económico y al empresariado para que lo haga; pero sólo mientras el empresariado tenga la empatía de mantenerse dentro de un agenda económica.
En cuanto al cambio de encuadre psicológico, es evidente que el foco que estaba puesto en “Cambiar a quién gobierna” puede pasar a ser “Cambiar cómo se gobierna” mediante nuevas políticas económicas.
La preparación de la negociación: Como decían mis profesores del Harvard Negotiation Proyect, James Sebenius y David Lax, las negociaciones se ganan en la preparación; antes de sentarse a negociar. Lo contrario es arriesgarnos a ser arrollados por las astucias de la contraparte.
Lo primero a considerar es que el empresariado puede dividirse. Afortunadamente ya se superó el divisionismo entre los que querían usar las cámaras para cambiar el gobierno versus quienes querían usarlas para plegársele. La realidad nos enseñó que las cámaras ni sus federaciones son partidos políticos: “zapatero a tus zapatos”.
Como mecanismo de articulación interna, el empresariado cuenta con FEDECAMARAS, cuya función institucional es precisamente armonizar a todos los sectores económicos. Uno de los graves errores en que pueden caer las federaciones o cámaras sectoriales es pretender representarse por separado. En ese caso, vean el daño que le ha hecho a la política nacional la desarticulación entre los partidos de oposición.
Otra preparación es construir alianzas; empezando con los trabajadores, para que las propuestas económicas cuenten con la legitimidad que significa que los trabajadores acompañen a los empresarios en estas negociaciones.
El otro aliado a incorporar son los partidos que tienen el oído de los gobiernos extranjeros que manejan las sanciones. Esos partidos pueden aprovechar sus nexos para apoyar las reformas económicas a cambio de sanciones; y pueden aprovechar la misma lógica para plantear reformas políticas que, sin aspirar al cambio de gobierno, planteen cambios en cómo se gobierna; por ejemplo, que los nuevos rectores del CNE sean seleccionados según las normas constitucionales.
Si las reformas mejoran la economía, pueden recuperar parte del pluralismo, así como pueden reconectar al gobierno-psuv con la población y re estabilizarlo. Esta disyuntiva se resolverá en función de qué los partidos políticos decidan cambiar su afán de poder por el de servir. Si este cambio lo hacen los opositores, la recuperación económica contribuirá a que el país oscile hacia la democratización. Si lo hacen los partidos de gobierno, ellos mismos se inclinarán a revisar su modelo hegemónico hacia un mayor pluralismo. Si este cambio no lo hace ninguno de los dos bandos, nos inclinaríamos hacia un escenario chino; malo, pero mejor que el escenario cubano hacia el que marchamos si seguimos peleando.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes