La migración venezolana no detuvo ni con la pandemia de COVID-19, tanto que otros países comienzan a sentir las consecuencias de la diaspora venezolana. Autoridades informaron que la frontera chilena también colapsa con la llegada de venezolanos.
En la frontera de la nación austral las autoridades de pequeñas comunas exigieron a las autoridades la intervención urgente del Gobierno porque ya sus condiciones están “saturadas”.
La frontera de Chile también colapsa porque ya están presentando problemas de desabastecimiento, tomas de viviendas para refugio de los indocumentados y nulo control de las policías.
Ante el intenso del control en la frontera con Perú la opción es Bolivia
El intenso control establecido por las autoridades chilenas sobre la frontera con Perú, en Arica, los migrantes venezolanos tomaron la opción de ingresar a Chile a través de zonas menos custodiadas desde Bolivia.
La tensión que cesó en Arica ahora fue trasladada a pueblos más pequeños, con una capacidad nula para contener la oleada migratoria de venezolanos.
Niños y niñas cruzando la frontera a Chile junto a sus familias en el desierto, verdaderas bandas de “pasadores” ilegales y colapso de las principales ciudades del norte marcan el escenario migratorio en las últimas horas.
Hablan los migrantes
La localidad de Pozo Almonte, ubicada en Iquique en la región de Tarapacá, recibió a cientos de migrantes, entre ellos Jahir.
EL joven cansado contó a Infobae que demoraron siete horas en pasar. “Los pies no dan más, hermano”, señala Jahir que permanece en la plaza central de la comuna de Pozo Almonte
Cuenta que los más jóvenes que realizan el trayecto a través del paso Desaguadero desde Bolivia hasta la frontera con Chile pueden completarlo en las mismas horas que él lo hizo.
No obstante, Jahir comenta que hay otros que deben redoblar su paso para poder llegar a Colchane, la primera localidad chilena desde el país altiplánico.
“Vienen personas mayores, mujeres, familias completas con niños, hermano. Esto es una aventura muy desgraciada. Hay muchos que se tienen que devolver porque no pueden. Otros se quedan en el camino”, declara.
Lo que pareciera increíble es que a pesar de todo el trabajo que pasan caminando durante horas, con sed y hambre, parece mejor que quedarse en Venezuela.
“No es casualidad que seamos tantos los que necesitamos salir de nuestra nación. No podemos seguir así. Los que venimos ahora cruzando las fronteras, de Perú, de Bolivia para llegar hasta Chile somos los que aguantamos hasta el final. Imaginando un cambio, pero no. Eso allá está peor que acá”, cuenta Jahir.
El silencio protagoniza el paso de una ruta muy cara
Quienes se han atrevido a realizar este trayecto aconsejan no usar celulares, pues en todo momento hay que hacer silencio y los niños deben siempre permanecer muy cerca de sus padres.
Un error podría significar llamar la atención de la policía y militares. Los que dirigen el trayecto, son los denominados “coyotes” o “pasadores” que cobran a los interesados en cruzar la frontera para guiarles por el camino entre 200 a 500 dólares por familia.
Algunos cobran mucho más cuando hay niños.
¿Qué dicen las autoridades?
“En los tres primeros trimestres de 2020 los ingresos por pasos no habilitados totales ascendieron a 6.765 y el 72% de ellos (4.226) corresponde a personas venezolanas”, señala el último informe del Servicio Jesuita a Migrantes (SJM), publicado en diciembre.
En este contexto, el alcalde de Colchane, Javier García, advierte que “diariamente ingresan y se autodenuncian unos 150 inmigrantes”.
Este número incluye a las personas registradas, y se ignora el total de quienes prefieren otras vías de acceso no habilitado. Un registro que es imposible tener pues “el control de los pasos no habilitados es nulo”, agrega García.
Sin embargo, en los últimos días el alza en los ingresos ha sido brutal. Según la autoridad comunal el domingo pasado “tuvimos mil inmigrantes”.
Este martes 2 de febrero entraron 1.600 personas. De ellos, 500 fueron trasladados a Iquique, la ciudad capital regional, en un total de nueve buses.
“Los inmigrantes ingresan al país sin ningún control. La inclusión de personal militar en la frontera sólo ha perjudicado la vida normal de los pobladores”, dijo el alcalde Javier García.
Es por ello que este martes el alcalde exigió la renuncia del Intendente de la Región de Tarapacá, Miguel Ángel Quezada, quien está de vacaciones legales a partir de este lunes.
Invasiones ilegales
Ante la falta de fiscalización, el alcalde Javier García denunció otra situación generada con la llegada de los migrantes venezolanos.
La frontera chilena también colapsa porque la situación se ha tornado violenta a raíz de las invasiones perpetradas por los recién llegados quienes deciden tomar las casas deshabitadas de la comunidad para tener donde dormir, advierte el alcalde.
“Estas personas ingresan de manera violenta, se están tomando las casas”, señaló Camilo Mamani García, poblador de la zona, quien agrega que “ellos nos están haciendo un daño, debido a que ingresan, abren las casas y ya no se puede dormir tranquilos”.
Celinda Choque, otra habitante de la zona, de la localidad de Cotasaya, cuenta que esta situación los tiene agotados.
Según relata, el personal militar dificulta el traslado de los pobladores: “No podemos ir a comprar la comida para la sobrevivencia. ¿En qué está el presidente Piñera?, ¿qué es lo que está haciendo?”, reclama.
El ingreso ilegal a hogares y territorios particulares es solo una parte. Desde la zona también se habla de una toma recurrente de los caminos y el levantamiento de barricadas para así obligar a los camioneros bolivianos a detenerse y transportar a inmigrantes de manera forzosa.
“Si esto ocurriese en el barrio alto de la capital, por cierto que los medios de comunicación estarían al tanto y se tomarían las medidas correspondientes”, asegura el alcalde de Colchane.