La inflación en Venezuela, aunque sigue siendo alta, va desacelerando según arrojan las cifras del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF). Economistas aseguran que esto tiene que ver con la aceleración de la dolarización de facto que hay en el país, a la que se suma en 2021 la autorización de cuentas y por lo tanto transacciones, en divisas de la banca nacional.
El balance anual del OVF sobre el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) revela que Venezuela cerró 2020 con una inflación acumulada de 3.713%. Aunque el país sigue en hiperinflación, la cifra es considerablemente menor en comparación con el porcentaje inflacionario de 7.374,4% con el que el país cerró en 2019.
En 2020 el rubro que sufrió un mayor aumento de precios fue el de los alimentos, con 65% de alteración mientras que el salario mínimo sufrió una caída histórica, lo que significó que en diciembre solo llegó a cubrir 0,88% de la canasta alimentaria cuyo costo se ubicó en 250 dólares, presentando un aumento de 23% de acuerdo con el OVF.
Ambos factores convierten el escenario en un caldo de cultivo para la diseminación de la inseguridad alimentaria moderada y severa en la población venezolana, en la que ya nueve millones de personas están sumergidas.
El OVF también confirma en su informe lo que economistas han estado anunciando: una reconversión monetaria en 2021 inevitable, porque ya no caben tantos ceros en el sistema contable.
Dolarización de todo, menos del salario
El OVF es claro, lo único que no estará dolarizado en 2021 -aparte de la oferta- son los salarios y las pensiones. La razón: no hay cómo pagarlos porque hay un limitado flujo de caja en divisas. Para el Banco Central de Venezuela (BCV) pagar en bolívares es lo más fácil, porque le basta con solo emitirlos, aunque no tengan respaldo.
El régimen apunta su estrategia de sobrevivencia hacia la dolarización de la banca venezolana para oxigenar su crisis fiscal y desacelerar la inflación, en un panorama con pocas libertades económicas concedidas progresivamente.
El observatorio considera que la restricción fiscal se mantendrá porque las fuentes genuinas de financiamiento continúan en caída libre por una contribución fiscal petrolera extinta, una recaudación fiscal no petrolera en picada por la contracción económica, empresas quebradas, la carrera a campo traviesa de la dolarización desordenada y la migración hacia la informalidad.
Lea más en www.correodelcaroni.com