Para recordar:
“El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.”
(1 Corintios 16:22)
Hace muy poco, en un artículo anterior, mencionamos que tanto los judíos, como los chinos tienen otra fecha para recibir el año. Los judíos para el mes de septiembre; los chinos en el mes de febrero; mientras que en casi todas las partes del mundo nos decimos ¡Feliz año! o “Buen año”, al caer el sol, para los que nos regimos por la Biblia o, para otros cuando cambian los relojes a eso de la doce de la noche, yen ambos casos ocurre el 31 de Diciembre.
En el idioma anglosajón: “Happy new year” significa, “Feliz año nuevo”. Y, dar un feliz año en otro tiempo, no era una frase tan comprometedora decirla, como lo pudiera ser hoy, y ahora es más difícil con un mundo convulsionado, unido a una terrible pandemia.
Por ejemplo, decir Feliz año, o Buen año en Venezuela, cuando hay escasez de dinero; falta de salud; precaria alimentación, una escolaridad no presencial, religiones tambaleantes, y una política desmoronada, nos cuesta mucho evocarla, menos si no está Dios en el medio de la conversación.
Por su parte, la escritora E. White, en varias oportunidades les deseó “Feliz año” a sus lectores y dijo: “Le deseo un feliz año nuevo. Dejemos de lado para siempre toda desconfianza con respecto a Jesús. Comencemos una vida de confianza sencilla, semejante a la de un niño, que no se base en los sentimientos sino en la fe.” (Cada día con Dios, 01 de Enero).
En otro libro similar, la misma escritora mencionó: “Les deseo un feliz año nuevo. El año viejo con su carga de registros, ya pasó a la eternidad. Que cada pensamiento, cada sentimiento, se dedique ahora a recordar el amor de Dios… contemplando las provisiones hechas en nuestro favor, ‘y’ las mansiones que Jesús ha ido a preparar para nosotros. . .”(Alza tus ojos, 01 de Enero).
Los dos puntos resaltantes de la autora es confiar más en Jesús y apreciar como Dios está listo para ayudarnos, sin olvidar las bendiciones recibidas de sus manos.
En sentido similar, en mensaje recibido por medio del WhatsApp, W. Figueroa (2020), resalta que los judíos no dicen feliz año, sino que mencionan un “Shaná Tová”, es decir, se desean un Buen año.
Según la explicación, desear Feliz año y un próspero año nuevo, nos hace pensar más en lo material, algo un poco difícil de alcanzar, y se piensa más de lo que se recibe antes de lo que se pueda dar. En cambio el Shaná Tová, se refiere en dar más, ayudar más, de lo que uno pueda recibir, o como decimos en criollo: “Sin esperar nada a cambio”.
Ese fue el ejemplo de Cristo, quien nos enseñó a dar más que recibir; a ayudar más, que ser ayudado; a servir más, que ser servido.
El texto inicial de hoy señala: “El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema. El Señor viene.” (1 Corintios 16:22). Es decir, cuando los primeros cristianos decían Maranatha, se recordaban mutuamente: “El Señor viene”. Y se parece cuando enunciamos Feliz año, o Shaná Tová, con sus significados antes señalados, tras nuestros buenos deseos, no deberíamos perder de vista que El Señor viene, que es lo mismo: Maranatha.
Hay demasiados textos, por así decirlo, que nos hablan del Segundo regreso de Jesús. Inclusive, al momento de irse de la tierra, pocos días después de resucitar, unos ángeles le dijeron a los discípulos: “…Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.” (Hechos 1:11).
Aunque a Juan, Cristo le dijo: “Ciertamente vengo en breve” (Apocalipsis 22:20), y de esa promesa, ya han pasado poco más de dos mil años, eso no significa que no regrese y se hace necesario prepararnos y compartirlo. Y cuando digamos Feliz año o Shaná Tová, de acuerdo al gusto, pensemos en Maranatha: ¡El Señor viene! Porque cada vez más, cada año que pasa, su Segunda venida está más cerca.
Eduardo Iván González González
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