Nuestra ópera prima
El primer trabajo de la Línea de Investigación Historia Social e Institucional de la Educación en Centroccidente de Venezuela, como ya dije, fue el de quien escribe, referido a la creación de un colegio particular (hoy se dice privado) de enseñanza secundaria en Carora, 1890. Hay una interesante historia de cómo y de qué manera la concebí y la manera de la que se fue apropiando -hablo literalmente- de todo mi ser.
En 1989 abrí las páginas del diario El Impulso de Barquisimeto, en donde el Profesor y Magíster en Historia Reinaldo Rojas, a quien ya conocía desde 1978 cuando fuimos discípulos del Dr. Álvaro Sánchez Murillo en la Universidad Central de Venezuela, convocaba al segundo Curso de Nivelación en Historia en las aulas de la UPEL-IPB y con el apoyo insustituible de la Fundación Buría, institución particular para la promover los estudios históricos creada por Reinaldo Rojas y el Dr. Federico Brito Figueroa bajo la sombra de un pomarroso en El Eneal, Municipio Crespo, en 1983.
En mi caso, Licenciado en Historia, mención Historia Universal, por la Universidad de Los Andes, Escuela de Historia, 1976, estaba laborando en el Liceo Egidio Montesinos de Carora desde el año 1977 en las áreas de psicología y filosofía, ¡asignaturas que no cursé en pregrado!, conducido por el extraordinario magisterio del profesor germano-venezolano Ignacio Burk (1905-1984), todo lo cual me acerca a la “Historia de las Mentalidades” de la Escuela Analista francesa.
En ese año de 1989, tiempos del terrible “caracazo”, se estaban preparando los festejos del primer Centenario del Liceo Egidio Montesinos, institución que fundaran, al abrigo y calor del “patriciado caroreño”, el Dr. Ramón Pompilio Oropeza y el rico comerciante Andrés Tiberio Álvarez, con el nombre de Colegio (particular) La Esperanza, en 1890. Estas circunstancias no las sabían casi nadie y estaba como sepultadas por el olvido y la indiferencia de la “Venezuela saudita”. Allí es cuando acontece algo sorprendente: digo que no fue mi persona quien escogió el tema de la investigación sobre el Centenario Colegio La Esperanza o Colegio Federal Carora, sino que-como sostienen los románticos alemanes del siglo XVIII- ¡el tema me escogió a mí! De esa manera presenté al profesor Reinaldo Rojas un primer trabajo de 43 páginas en donde “descubrí” el tema y el propósito de mi futura investigación. Su título revela entonces mi poca madurez intelectual e investigativa: Orígenes históricos del Liceo Egidio Montesinos (1989). Reinaldo Rojas queda deslumbrado: había llegado lo que esperaba con ansiedad y que resolvía lo relativo a los temas de investigación que se abrirían en la Maestría en Enseñanza de la Historia que estrenó en 1992 la UPEL-IPB conducida por el mismo Reinaldo Rojas.
Una vez instalado en la Universidad José María Vargas (UJMV), Caracas, desde 1992, continuo con mi sueño de escribir la historia del instituto de educación secundaria que me hizo bachiller en 1969 y en donde laboraba como docente en las asignaturas de filosofía y psicología desde 1977: el Centenario Liceo Egidio Montesinos de Carora.
En cierta ocasión dijo el Dr. Marcos Andrade Jaramillo a nosotros, los nuevos cursantes de la Maestría en Historia de la UJMV, que procuráramos en lo posible de relacionar cada trabajo que nos encomendaran realizar los docentes de cada una de las asignaturas de la Maestría por cursar, con el tema a investigar que hubiésemos escogido para culminar los estudios de cuarto nivel en esa casa de estudios. Parece ser que quien escribe fue el único que agarra tan luminosa y práctica idea del simpático y agradable investigador que era Marcos Andrade Jaramillo.
Ello me permite redactar y escribir con poco esfuerzo mi Trabajo de Grado de Maestría ¡en menos de una semana!, pues no hice otra cosa que ensamblar los distintos trabajos que me mandaron hacer en la UJMV los distintos docentes de cada asignatura cursada, y, con algunos agregados, presentar mi investigación ¡en apenas dos meses de terminada la escolaridad en esa Maestría! Estos docentes magníficos fueron, entre otros, Adelina Rodríguez Mirabal, Antonio García Ponce, Manuel Alfredo Rodríguez, Ramón Lozada Aldana, Aura Ruzza, Alberto Navas a quienes elaboré distintas asignaciones relacionadas con la historia de la educación venezolana y con la historia de una ciudad en particular, la Carora de fines de siglo XIX y comienzos del XX que ve nacer un Colegio particular de educación secundaria que impartía una enseñanza semielitesca, semiprivilegiada y semiclásica, reflejo del bachillerato francés que suplantó al instituto colonial de ascendencia hispánica y por tanto medieval, según escribe Ángel Grisanti. Un instituto de educación superior (se decía entonces) en donde la introducción del discurso cientificista del positivismo de Comte, Haeckel y Spencer no logra desplazar a las asignaturas ligadas a las humanidades clásicas: el Latín, Griego, una Filosofía de corte especulativo, asignaturas que contribuyen- dice Darcy Ribeiro- a conformar una mentalidad de élites en los países de Hispanoamérica. En efecto, fueron apenas 22 muchachos, todos varones, ¡ninguna mujer!, y pertenecientes en su mayoría al “patriciado caroreño” los que inician estudios en el Colegio La Esperanza el jueves 1 de mayo de 1890 en aquella comunidad anclada en el semiárido, San Juan Bautista del Portillo de Carora, ciudad comercial y artesanal habitada por 8.000 almas y en donde el catolicismo de la Contrarreforma ha dejado indeleble impronta hasta los días de hoy.
Luis Eduardo Cortés Riera