En la noche del 25 de noviembre Delcy Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva y ministra de economía y finanzas, informó que el régimen acordó un plan para “vigorizar el uso del bolívar”, la moneda moribunda que los venezolanos sustituyen por el dólar y ya no emplean para calcular precios, pagar en la mayoría de los comercios o ahorrar.
A diferencia de una dolarización formal, donde el dólar reemplaza de manera oficial a la moneda, las autoridades mantienen al bolívar como la moneda del país y el Banco Central sigue emitiéndola, solo que en la práctica se utiliza de manera secundaria porque cada día compra menos.
En los últimos doce meses la inflación acumula un salto de 4.087% y el billete de mayor denominación, el de 50.000 bolívares, equivale a 0,04 dólares al tipo de cambio oficial.
El plan para oxigenar la moneda y frenar el avance del dólar en la economía consiste en que los venezolanos no tendrán inconvenientes para pagar a través de los bancos la montaña de bolívares que necesitan cada vez que realizan una compra: un kilo de carne cuesta cuatro millones de bolívares.
Delcy Rodríguez anunció que los bancos aumentarán continuamente la cantidad de bolívares que las personas y las empresas pueden transferir por vía electrónica a través de la banca o pagar mediante tarjetas de débito.
Los bancos ya hicieron el primer ajuste y los venezolanos pueden pagar hasta 500 millones de bolívares en cada compra que cancelen con una tarjeta de débito y las empresas están en capacidad de transferir diariamente hasta cinco mil millones de bolívares.
Además, Rodríguez adelantó que las empresas pagarán un impuesto por las transacciones en dólares que realicen a través de los bancos.
Cubitos de hielo
Analistas dudan de que el plan del gobierno aumente el uso del bolívar, en vista de que el problema de fondo no está en los montos de las transferencias bancarias o los límites diarios de las tarjetas de débito sino en la hiperinflación, que convierte al bolívar en dinero fugaz, que pierde su valor y se derrite como cubos de hielo.
José Guerra, exgerente de investigación del Banco Central y diputado de la Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional, explica que “si no se frena la hiperinflación no hay manera de vigorizar al bolívar, el problema es que nadie quiere bolívares”.
Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica, considera que “probablemente lo que va a ocurrir es que se compren dólares con mayor facilidad porque ahora se puede transferir más bolívares para pagarlos”.
Ambos coinciden en que el impuesto que pagarán las empresas por sus transacciones en divisas a través de los bancos locales, del que todavía no se conoce su tasa, difícilmente va a desincentivar el uso del dólar en un entorno donde el bolívar se devalúa constantemente frente a la moneda estadounidense.
En las últimas seis semanas el bolívar se hundió estrepitosamente y la cotización del dólar en el mercado oficial se disparó 108%.
Economistas explican que la hiperinflación obedece a un gobierno en bancarrota que recurre a la creación de dinero para pagar salarios, pensiones y cubrir gastos de todo tipo. En países sumergidos en la hiperinflación, como Zimbabue, la dolarización formal sirvió de antídoto porque el dólar sustituyó a la moneda propia y el gobierno perdió la facultad de emitir dinero; pero este no es el caso de Venezuela.
La administración de Nicolás Maduro sigue emitiendo dinero para financiarse, por lo tanto, la hiperinflación permanece, aunque cada vez se transa más en dólares porque la dolarización de facto avanza a paso firme.
De acuerdo con un estudio de Ecoanalítica elaborado entre el 23 y 26 de noviembre en las principales ciudades del país (Caracas, Maracay, Valencia, Barquisimeto, Maracaibo, Mérida, Puerto Ordaz, Porlamar, Lecherías, San Cristóbal) en promedio los venezolanos utilizaron dólares en 65,9% de las compras de electrodomésticos, alimentos, repuestos, ropa, calzado, salud, cuidado personal y electrónica.
El principal medio de pago es el efectivo, que se utilizó en 54,8% de las transacciones en divisas, seguido de plataformas electrónicas como Zelle, tarjetas y Paypal.
Un dato relevante es que el efectivo ha perdido terreno. En un estudio similar realizado en febrero de este año se utilizó en 80% de las transacciones.
Dólares recortados
Aunque el dólar es una moneda que conserva su valor y a diario se fortalece frente al bolívar continuamente los venezolanos se quejan de que necesitan más dólares para comprar los mismos productos.
“Aquí hay inflación en dólares, en el supermercado todos los meses hay que poner más dólares para comprar los mismos alimentos”, dice Carmen González.
José Guerra explica que lo que los venezolanos denominan “inflación en dólares” es un fenómeno típico de los países en hiperinflación. “Hay una sobrerreacción de los precios, los precios aumentan más rápido que la devaluación”.
Mientras el precio de los productos elaborados en el país aumenta velozmente por la masiva creación de dinero que desequilibra la oferta y la demanda o los problemas para producir por las fallas de energía eléctrica, la cotización del dólar se eleva a un ritmo más lento, entonces hacen falta más dólares para comprar lo mismo.
Un factor a tomar en cuenta es que para ayudar a frenar la escalada del dólar el Banco Central recortó el crédito a fin de que las entidades financieras no presten dinero que facilite la compra de divisas.
Para abrir o cerrar la llave del crédito el Banco Central modifica la proporción de los depósitos que los bancos no pueden prestar y tienen que congelar a manera de reserva, es lo que técnicamente se conoce como el encaje. Actualmente de cada 100 bolívares en depósitos los bancos inmovilizan 93 y el crédito está muy restringido.
Pedro Palma, miembro de la Academia de Ciencias Económicas, precisa que “para comprar lo que se compraba con un dólar en 2019 ahora se necesitan tres dólares y medio”.
El jugador clave
Al principio, en medio de la hiperinflación que estalló a finales de 2017, los venezolanos utilizaron el dólar para fijar precios. Luego, para pagar en comercios mediante efectivo o plataformas electrónicas como Zelle. Posteriormente, a inicios de 2020, la banca comenzó a guardar billetes verdinegros con un servicio de custodia y en los últimos tres meses amplió el espectro ofreciendo opciones para movilizar el dinero.
Estudios del Fondo Monetario Internacional como Monetary Policy under De Facto Dollarization indican que a mediados de los años noventa en países donde la hiperinflación destruyó la confianza en la moneda como Perú, Bolivia, Nicaragua y Camboya, la dolarización de facto se profundizó, entre otras cosas, gracias a que los depósitos en dólares llegaron a representar al menos la mitad de las captaciones y la banca venezolana inició el proceso.
Bajo el paraguas de la norma vigente, el Convenio Cambiario 1, la mayoría de los bancos venezolanos ya ofrecen a particulares y empresas cuentas en dólares con servicios más amplios que la custodia. Por ejemplo, un grupo de entidades financieras tienen cuentas que permiten transferir y efectuar pagos a través de internet o el teléfono celular a clientes del mismo banco, que también tengan cuenta en moneda extranjera.
Además, ya existen cuentas en dólares con tarjetas de débito que funcionan para pagar en cualquier comercio del país y del exterior; retiro de efectivo en cajeros automáticos de otros países y transferencias de dólares desde una cuenta en Venezuela a una cuenta de otro banco en el extranjero y viceversa.
Las cuentas en dólares con tarjetas de débito permiten pagar en cualquier establecimiento del país mediante un sistema donde al cliente se le debitan dólares, pero el comercio recibe bolívares.
Pero el proceso, aunque avanza, es incipiente. Todavía los bancos no ofrecen créditos en dólares y no existe interconexión para que, al igual que funciona con el bolívar, empresas y particulares se transfieran divisas de un banco a otro.
Los impuestos
Por ahora, el gobierno no ofrece señales de querer permitir una mayor dolarización en la banca, facilitando la interconexión con una cámara de compensación del Banco Central y autorizando el financiamiento en divisas, pero es probable que las circunstancias lo obliguen.
“El gobierno tiene un problema grave y es que la dolarización de facto implica que deja de cobrar impuestos, una gran cantidad de transacciones no pagan IVA por ejemplo y la única manera que tiene el gobierno de solucionar esto es que avance la dolarización en los bancos”, dice Asdrúbal Oliveros.
Agrega que “el gobierno tiene una disyuntiva complicada: o permite una dolarización profunda del sistema financiero y comienza a cobrar impuestos en dólares o sigue creando dinero en mayor cantidad para financiar gasto y alimenta la hiperinflación. Mi hipótesis es que al final va a permitir una mayor dolarización en la banca. Lo que pasa es que la dolarización financiera es muy difícil de revertir y por eso hay resistencia”.
José Guerra indica que “el problema de la dolarización cuando no es oficial es que se termina matando al fisco porque hay una elusión muy grande del pago de impuestos. Veo inevitable la dolarización financiera”.
El 8 de diciembre Nicolás Maduro afirmó que “en Venezuela no hay una dolarización de la economía porque la moneda no es, ni va a ser nunca el dólar. Lo que hay es mecanismos de una economía de guerra, de resistencia que busca en otras monedas la forma de intercambiar productos”.
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