<La muerte no es la mayor pérdida en la vida, la mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos>
Goethe
De un viandante sumido en su impresión escuche una frase que me dio picazón en la oreja. Cuando lo has perdido todo solo te restará el recuerdo. Si la memoria es inevitable, será instructivo, de lo contrario será catastrófico. Aunque en la percepción hay espacios similares a algunas plantas como en el «convólvulo» que precisan de la emisión de la oscuridad para florecer. El tiempo de la penuria se registra en la oscuridad de la mente con un antes y un después de la memoria que ha permitido toda esa aspereza sin derecho a réplica que donan la aprehensión de la enfermedad mortal y el martirio de un gobierno letal. La calle y sus quehaceres diarios es un certero reflejo de esta oscuridad que cunde desde los cuatro puntos cardinales del pandemónium social con ese swing criminal que asesina la salud pública y la sana economía.
Cualquier persona inmersa en la debacle nacional expresa su desazón. Lo increíble es que el único que se ufana de haberlo hecho magnífico, es quien nos desgració la ya mermada calidad de vida sin capacidad adquisitiva, catapultada a niveles absurdos nunca vistos en la historia contemporánea mundial. Este régimen incapaz es un ejemplo de lo que la mayoría quiere olvidar por medio de acciones ciertas y no de planes inviables que nunca se practican o se implementan mal organizados por manos peludas de los caciques del patio. La AN que se instalará el 05 de Enero es un ejemplo palmario de esto último.
La cuarentena no ha podido llegar en peor momento para su control necesario. Mientras la COVID y las sanciones son los chivos expiatorios para intentar justificar aquel proyecto social manido que desbarató la vitalidad del bolsillo y la paciencia mucho antes del surgimiento dela peste. Los voceros oficiales de la desgracia, se especializan en tener la cara bien lavada y aumentar ficciones productivas que no son viables ni engañan a nadie. Un buen amigo asegura que repetir una mentira hasta la náusea no la convierte en una verdad. Sólo la infeliz revolución es muy capaz de empeorar la execrable de la acción regidora en plena debacle. Quien revisa a diario las noticias no sabe si es mejor no enterarse o hacerse el musiú, pero siempre será mejor conocer donde se está parado. Una memoria sana recuerda siempre dónde poner los pies, no importa cuán oscura sea la situación que no la desequilibra, ni la hace trastabillar el entorno hostil. En los ciudadanos no entra en la cabeza cómo pueden ser tan nefastos, pero sobre todo incompetentes, baste sondear los servicios públicos para que entres en shock térmico, hídrico, gaseoso, y pecuniario, no hay electricidad el gas se pierde como brisa en la dimensión desconocida Y el salario es un chiste, un juego de mesa porque la divisa nacional en serio vale menos que un billete de monopolio, ni hablar por favor del linaje del virtual don Petro. A la fecha se han secado las lágrimas por decisión dando pasó a la impertinente supervivencia. Y las impertinencias del país se observan en el rasgo dúplex que va desde el uso de dos monedas comerciales hasta mandarnos a dos congresos o asamblea y dos presidentes. Esto es un auténtico «Made en Venecia» donde el ejecutivo conserva su marca de postín externa e interna, que cada vez es más patidifusa, cariacontecida con injusta ilegalidad, esta última alcanzando hasta los comicios electorales.
Hay quién dirá que uno se especializa en observar sólo lo peor. Y es que no hay nada ni medio bueno por increíble que parezca. Entonces debe ser una mala forma de hacer las cosas con un regidor que nos la pone fea. Los gringos, por más que uno quiera verlos antipáticos, no pueden ser siempre «persé», los malucos de todo, según aseguran los caradura gubernamentales.
Es lo mas lógico pensar que quienes le echan la culpa son quienes quieren encubrir el sol con un dedo, y eso es imposible. Éste error quema la conciencia del que la lleva por adicción y del que la evade por interés mientras las incógnitas golpean ante la mirada como rompientes, pero tal vez, mas golpea el mareo de la incertidumbre y la resistencia. La resignación rara vez es una buena salvavidas existencial.
Estamos encerrados solos entre una cortina de Yerros y otra de hierro. La luz natural traspasa solo para darnos calor, muy poco luces. Un nudo de miseria aprieta las gargantas que con ahogadas vocales tragan hambre desde un recuerdo ensordecedor..
Ya la familia no es sostenible mucho menos en un solar de ciegos, y sordos mudos.
El regente, creyendo salvaguardar el proyecto social, se instala en pura tramposería fija.
La hora de elegir es ilusoria. Muchas veces elegir es solo un descuido que por malos hados (o mala leche) es otra forma de escoger un nuevo camino a la perdición…
Marcantonio Faillace Carreño
