El próximo domingo la dictadura escenificará una nueva farsa electoral. El adefesio que salga de un cínico reparto de curules – donde unos pocos tránsfugas se aseguran su ingreso fijo quincenal – no cambia el juego trancado que atrapa al pueblo venezolano.
La mejor respuesta de la ciudadanía ante el atropello será guardar ese día una muy estricta cuarentena –especie de huelga general – permaneciendo tranquilos en sus casas y dejándolos solos con su mamarracho, con calles desiertas para que todos las vean.
Las huestes que una vez apoyaron el disparatado proyecto de un delirante taumaturgo se han ido evaporando. Hoy no queda más que un parapeto al que – salvo por interés crematístico – no se ha sumado ni un solo adherente desde sus primeros tiempos.
Sus “bases” se siguen erosionando inexorablemente con cada día que pasa, sostenidas por el más burdo chantaje a la marginalidad – “quien no vota no come” – y la compra de “aliados” mercenarios. El 6D se verá apenas un despliegue de adláteres y satélites de la satrapía, con el agregado de infelices que sucumben ante amenazas y sus propios miedos.
Solo en el mundo de fantasías paralelas de los detritos de la tiranía se puede creer que la movida del próximo domingo deparará alguna ventaja hacia el futuro. Pronto vendrá el nuevo desengaño de quienes luego comprueben que nada cambia y nada mejora.
Es absurdo plantear que el venidero fraude puede “legitimar” a una banda de forajidos. A esos no los legitima ni Bambarito, por más contorsiones electoreras que hagan. Y como bien dijo Monseñor Ovidio Pérez Morales: “Apelar al pasado 16J para no participar en más consultas es como quien habiendo perdido una batalla, abandona la guerra. O si reprobaron un examen, no estudiar más.”
Lo que toca es seguir con perseverante espíritu de lucha y organizar con más ahínco que nunca la gran consulta popular convocada por la Asamblea Nacional para manifestar – una vez más – la verdadera voluntad de esa gran mayoría que dentro y fuera de Venezuela lucha por restablecer las libertades, la democracia y el estado de derecho.
Agentes oficialistas y sus tontos útiles intentan desmotivar y desmoralizar al pueblo venezolano con el coco del 6D y lo que viene después. Pero el juego de la desmoralización debe ser un camino de dos vías.
Un dramático contraste entre calles vacías el domingo entrante y una masiva respuesta a la consulta la semana siguiente le demostrará al mundo el contundente repudio al régimen. Y – más importante – les mostrará a todos – incluso a esos uniformados que todo vigilan – lo solos que están.
Antonio A. Herrera-Vaillant