Es Venezuela un país en vías de extinción. Cuando leí ese texto en las redes sociales no podía creer en los argumentos expuestos por un grupo de habituales opinadores de Facebook para pensar en esa posibilidad. Como es de suponer, esas opiniones me produjeron varias reacciones personales cuando intenté digerirlas, tal vez porque me siento muy venezolano y cada cosa anormal que ocurre aquí la siento en lo más profundo de mi yo interior. Alguien decía que los países no quiebran, que eran, por otra parte, eternos a pesar de sufrir los cataclismos más graves en su historia. Venezuela, creo, padece hoy no solamente los estragos de un virus mortal que va en paralelo a una pandemia política que resiste los tratamientos que pudieran normalizar su vida republicana. Somos testigos excepcionales de una crisis que ni siquiera imaginamos. Vivimos décadas de prosperidad, con una democracia a prueba de sobresaltos no deseados, pero el cielo se oscureció para dar paso a una tormenta de sinrazones donde nos vimos involucrados todos sin encontrar hasta ahora respuestas a las preguntas que hoy nos hacemos sobre este proceso destructivo que nos amenaza. En pocos días tendremos de nuevo un reto con las elecciones convocadas por el oficialismo donde queda excluida la oposición verdadera, un proceso electoral muy cuestionado en casi todo el mundo democrático. Ya se han escuchado amenazas de juzgamiento a los actuales parlamentarios, lo cual deja entrever que no hay esperanzas de cambio en la política que viene aplicando el gobierno para castigar la disidencia. Ustedes tienen la palabra este 6 de diciembre.
II
NO es nada fácil entender cómo un ser humano puede convertirse en un ídolo de multitudes gracias a su genio y figura en el ejercicio de sus virtudes, y al mismo tiempo ser un sujeto de la peor factura que sus mismos adoradores condenan por su incoherencia, mala educación y desprecio por su propia vida. Difícil comprender cómo un personaje como Maradona, tocado por los dioses del deporte alcanza la gloria y el reconocimiento de millones de niños y jóvenes y simultáneamente ser responsable de malos ejemplos por su pésimo comportamiento de cara a una sociedad que obliga a respetar sus reglas de juego. A pocos días de su fallecimiento, Diego Armando Maradona debe ser objeto de un estudio psicológico para buscar en su pasado las causas que lo motivaron a crear dos personajes irreconciliables, el chico bueno y el malo, el primero será recordado para siempre, el otro desaparecerá sin dejar siquiera una huella de su borrascosa vida.
III
A pocas horas de fallecer el jugador argentino, también ocurría en México la desaparición física de una incomparable estrella llamada en el cine Flor Silvestre, actriz, cantante y esposa de Antonio Aguilar, otra de las grandes figuras de la cinematografía azteca. Ambos fueron y siguen siendo amados por millones de hispanoparlantes, no solamente por su enorme talento, sino por su correcto comportamiento en el mundo que les tocó compartir. Ambos vivieron una gran y larga historia de amor que hoy todos recuerdan en nuestra América, donde fueron idolatrados por su ejemplar vida. Que en paz descanse doña Flor.
Luis Rodríguez Moreno