La Tercera Alternativa no existe en nuestro léxico: las alternativas son dos. Tendría que decirse “la tercera opción”. Sin embargo, para sugerir lo difícil que es visualizar la opción de voto nulo, podemos permitirnos esa ligereza de lenguaje.
El voto nulo es una opción para quienes están en el dilema entre no gustarle ninguna de las ofertas electorales y ceder su derecho al voto.
El número de personas que no le gusta ninguna de esas ofertas es la gran mayoría, lo cual se desprende de varios datos de las encuestas. El principal de esos datos es que el 83% quiere votar para elegir al Presidente de la República, alternativa que no está planteada. Ello coincide con el 78% que desea que Nicolás Maduro deje la Presidencia este año. El 72% de los venezolanos no se identifica ni simpatiza con ningún partido político y el 62% se autodefine políticamente como ni-ni. Todo lo cual converge para explicar que sólo el 9% señala estar “Muy Dispuesto” a ir a votar. Es decir, la gran mayoría de los venezolanos está desconectado de la política, mientras que los partidos y candidatos no proyectan un cambio en la forma de hacer política pues lo que se percibe es que siguen buscando el voto para alcanzar el cargo y no para apoyar a los ciudadanos en el logro de respuestas a sus calamidades.
El voto nulo, siendo un derecho ciudadano, no cuenta con un espacio u opción para expresarlo dado que los boletones electorales o parrilla de candidatos y partidos que presenta la pantalla de la máquina de votación no incluyen, como sí lo hacen las preguntas en las encuestas, la opción “Ninguno” cuando se trata de escoger entre varias opciones. Al principio de la Democracia, se votaba con papeletas, cada una representando a un candidato o partido. El votante recibía un conjunto de esas papeletas y un sobre; iba detrás del biombo, seleccionaba la papeleta de su preferencia, la introducía en el sobre, lo cerraba, salía del biombo e introducía el sobre (voto) en la ranura de una caja de cartón precintada delante de los testigos de mesa. En esas oportunidades, quienes querían votar nulo, simplemente no introducían ninguna papeleta en el sobre; lo depositaban vacío y nadie podía darse cuenta; el voto seguía siendo secreto. Los testigos contaban el voto como “nulo”.
Hoy en día la opción de votar nulo es menos evidente. El camino que tienen estos ciudadanos es el de oprimir varias veces el botón que dice “Votar”.
La opción del voto nulo le servirá a los fieles del derecho del voto para tranquilizar su conciencia y para no dejar un espacio en blanco en los cuadernos de votación que recogen las firmas y huellas dactilares de los votantes de manera que no puedan ser rellenados impunemente por piratas de votos, como ha sucedido en anteriores oportunidades.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes