Aunque nació en Caracas, creció y se formó en el Estado Zulia, ahora María Gabriela Becerra es reconocida en el mundo entero por haber participado en el desarrollo de la vacuna contra la COVID-19 de la farmacéutica estadounidense Pfizer.
Maria Gabriela es una joven graduada de médico en la Universidad del Zulia (LUZ) en el año 2012 como la segunda mejor de su promoción. Aunque las tierras zulianas está caracterizada por su regionalismo, las gaitas (ritmo musical) y su gastronomía, ahora tiene una representante en la historia de la humanidad por el aporte hecho en el desarrollo de una vacuna que el mundo pide desesperadamente luego de que el coronavirus ha cobrado más de 1.4 millones de vidas.
Los médicos venezolanos tienen un reconocimiento especial a nivel mundial por la calidad de profesionales salidos de las universidades del país sudamericano. Maria Gabriela Becerra aparte de agradecer su educación y la formación que le brindó su tierra, asegura que los profesores venezolanos le enseñaron que puede saber lo que siente un paciente más allá de un examen, a veces con tocarlo y sobre todo escucharlo. Eso, está segura, no lo enseñan en ninguna universidad, según reseña una entrevista publicada por Voz de América.
Luego de graduarse, ya en el año 2013 sus padres y sus grandes ganas de ejercer su profesión en el área de investigación, decidió salir de Venezuela a los Estados Unidos, para establecerse en Houston, Texas, ciudad que le ha dado la oportunidad de cumplir el sueño de ejercer la rama que siempre tuvo como meta.
Becerra actualmente y desde hace 5 años, es la supervisora de estudios clínicos en el Centro Clínico de Texas para el desarrollo de Medicamentos, la entidad que dedicada única y exclusivamente a las investigaciones médicas.
Sin embargo, en febrero de este año, cuando inició la pandemia de la COVID-19 fue recrudeciendo, su jefe inmediato imaginó todas los estudios e investigaciones que conllevaría esta situación y fue entonces cuando decidió junto al personal del Centro Clínico de Texas para el desarrollo de Medicamentos, que Maria Gabriela Becerra era la más calificada y la doctora con más experiencia para ejecutar las metas que laboratorios como Pfizer, se habían fijado para la creación de la vacuna contra la COVID-19.
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Una caraqueña al frente del equipo investigador de Pfizer
Esta joven de 32 años de edad fue quien lideró el equipo que se encargaría de llevar a cabo el estudio de la tercera fase de la vacuna, una de las etapas más importantes de todo el proceso y en la que se reclutaron los voluntarios dispuestos a aplicarse la dosis para la evaluación de las reacciones del producto.
Maria Gabriela tendría la responsabilidad sobre sus hombros de que los procedimientos se ejecutaran como debian, para de esta manera poder enviar el resultado de los estudios y comprobar que la vacuna era efectiva.
“Desde niña pensaba en que quería salir de Venezuela porque quería tener la oportunidad de hacer algo que, aunque no fuese grande, fuera lo suficientemente significativo para cambiar la vida de algunas personas, pero nunca pensé que esta gran oportunidad llegaría a mi puerta”, dijo la venezolana durante una entrevista para la Voz de América.
Asimismo, comentó que “saber que mi equipo y yo estamos escribiendo la historia, cambiando la manera en que están funcionando las cosas, que le estamos dando una esperanza a la humanidad, es algo indescriptible y que me llena el pecho de orgullo”.
Sabiendo que esto cambiaría el curso de la pandemia en algún momento, el estrés se apoderó de esta experiencia en varias oportunidades, comenta Becerra al tiempo que señala que sentía que no solo era cumplir con las metas que pedía el laboratorio, sino también las metas personales: familiares, cumplirle a sus amigos y también al mundo entero que desea que esta vacuna funcione y esté lista lo antes posible.
“Sé que mi aporte ayudará a cambiar el mundo y eso es una mezcla de emoción, sentimiento y mucho compromiso”, dijo la investigadora.
Para todos en el mundo pareciera que el proceso para la creación de la vacuna contra la COVID-19 ha sido lento, sin embargo, quienes están inmersos en su desarrollo aseguran que va realmente muy rápido, dice la venezolana. Una vacuna tarda aproximadamente entre cinco a 10 años en ser aprobada. Son diversas fases que llevan tiempo de trabajo, estudios, ensayo y error.
“Ahora no solo es la creación de la vacuna, sino que una vez aprobada hay que poner dinero para producirla; luego tienes que poner dinero para conseguir los pacientes, montar el estudio y todo eso toma tiempo y dinero”, comentó Becerra.
La doctora egresada de la Universidad del Zulia, en Venezuela, añade que “ya cuando se está en la fase tres que tienes todo recolectado el proceso para la aprobación, el uso de emergencia también tiene un proceso el cual se demora y esto el mundo entero debe saberlo y entenderlo”.
Becerra asegura que Pfizer está trabajando arduamente para buscar la autorización de emergencia de la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos (FDA por sus siglas en inglés), para el uso de su vacuna contra el coronavirus lo más pronto posible.
La semana pasada Pfizer y la alemana BioNTech dijeron a través de un comunicado que la vacuna que desarrollan en contra de al COVID-19 tiene 95% de efectividad y que no hay preocupaciones por su seguridad.
“Si es aprobada, al comenzar a vacunar, se podrá disminuir la carga que los hospitales están teniendo, nos dará tiempo para poder conseguir un tratamiento y conocer más del virus y cómo debemos combatirlo”, señaló Becerra.
“Sin embargo, al vacunar se deben seguir con las medidas sanitarias hasta que al menos 70% de la población mundial esté vacunada. Será la única manera de que la vacuna pueda poner fin a la pandemia”, afirmó.
Pfizer con las esperanzas puestas en la aprobación
La empresa farmacéutica estadounidense ya envió el análisis de eficacia y de seguridad para que fuera evaluada por la FDA, la cual informó que el 10 de diciembre posiblemente haya una respuesta sobre la solicitud.
“La eficacia de la vacuna es de 95%, pero existe ese 5% que igual pone en riesgo a que una persona pueda contraer el virus. Este es otro objetivo de los estudios, que si eres de ese porcentaje que se contagia pese a tener la vacuna igual disminuirá la severidad de la infección”, dijo Becerra.
La venezolana de 32 años está firmemente convencida de que la vacuna será aprobada porque confía en su trabajo, en todo el esfuerzo que le imprimió y especialmente, en la ciencia.
María Gabriela agradeció la oportunidad que le dieron de ayudar a salvar tantas vidas, no solo en un país, o a un familiar, si no a mucha gente de todo el mundo. Aportar un granito de arena y poder ayudar a cambiar la situación que paralizó al mundo le emociona, sostiene.
Por eso, la venezolana tiene fe y esperanza que la vida volverá a ser como antes, un lugar donde se pueda volver a respirar sin mascarilla y compartir con otros sin temor a enfermarse.
Becerra envió un poderoso mensaje a quienes no confían en la vacuna. «La ignorancia es un arma muy potente», al tiempo que exhortó a no seguir teorías conspirativas. «La mejor forma de combatir la ignorancia es leyendo, y cuando leemos debemos hacerlo de fuentes fidedignas de información, no de cualquier parte», aclaró citando «fuentes científicas».
«Más allá de la política tenemos que mirar la ciencia, eso es lo más importante, la ciencia que hay detrás de eso (…) tenemos que irnos con nuestra lógica, documentarnos, leer y luego hacer nuestras propias deducciones», sentenció.