El grupo humanitario Médicos Sin Fronteras se retiró de un hospital en Caracas, ubicado específicamente en Petare, que había sido uno de los mejor equipados en el país para tratar a pacientes con COVID-19, y dijo que las restricciones impuestas por el gobierno imposibilitaban su trabajo.
Unos 40 profesionales extranjeros, entre médicos, enfermeros y técnicos, no han podido obtener permisos para trabajar en Venezuela este año, situación que, explica MSF, le ha forzado a comenzar a cerrar su atención a pacientes de coronavirus en el hospital público Pérez de León II.
“Luego de meses luchando por el ingreso de personal internacional nos vemos obligados a una decisión que no queríamos tomar y que no será positiva para nadie”, le dijo a la Associated Press el miércoles Isaac Alcalde, coordinador de MSF en Venezuela. “Nos cuesta mucho entender que MSF no pueda conseguir esos permisos”, indicó.
Antes de la llegada de la pandemia, Venezuela estaba inmersa en una crisis económica y política de varios años que ha dejado muchos hospitales públicos en ruinas, carentes de servicios básicos como agua y personal suficientes. La emigración de médicos y enfermeros ha obligado a familiares de pacientes a comprar ropa protectora para ingresar a los pabellones de COVID-19 de otros hospitales para cuidar a sus seres queridos personalmente.
La pandemia llegó a Venezuela en marzo. Las autoridades reportan casi 900 muertes entre los alrededor de 100.000 casos registrados, aunque los críticos del régimen de Nicolás Maduro dicen que la cifra es mucho mayor, dado que muchos enfermos prefieren quedarse en casa antes de acudir a los atribulados hospitales.
Entre sus proyectos en Venezuela, Médicos Sin fronteras rehabilitó al inicio de la pandemia el pabellón en el hospital público en Caracas para operar a niveles de primera. El hospital está en Petare, uno de los barrios más pobres y temidos de la capital.