ElImpulso.com y varios medios de Venezuela se unieron para ofrecer a sus lectores un registro más amplio de cómo han estado operando las morgues, funerarias y cementerios del país a raíz de la llegada de la COVID- 19. En esta entrega les ofrecemos el panorama en Falcón, Lara y Táchira
La pandemia de la COVID- 19 ha obligado a tomar medidas excepcionales en todos los espacios de la vida pública y privada, en Venezuela y en el mundo. La forma de despedir a un ser querido, fallecido a causa del virus o no, también cambió; pero en Venezuela a este capítulo amargo se le añaden la severa escasez de combustible que atraviesa el país y las constantes fallas de los servicios públicos.
Tras la llegada del nuevo coronavirus ya no hay velorios sino “protocolos de despedida”, para fallecidos por otra causa distinta al virus. Quienes mueren a causa de este van directo al cementerio. Las morgues, funerarias y cementerios han tenido que cambiar sus dinámicas y pocos han podido ajustarse –por razones diversas y problemas propios de cada región– a todos los protocolos nuevos, surgidos a raíz de la pandemia.
ElImpulso.com junto al Correo del Caroní (Bolívar), La Mañana (Falcón), Tal Cual (Caracas), La Nación (Táchira) y Yaracuy al Día (Yaracuy) se unieron para ofrecer una visión más amplia de cómo ha sido el trabajo de las morgues, funerarias y cementerios en los días de pandemia y sus distintas versiones de cuarentena.
El coronavirus ha deshumanizado el último adiós
“Le daremos la despedida como se merece”. Esa fue la tajante y retadora respuesta de una mujer de 46 años que esperaba la entrega del cuerpo de un familiar en la morgue del Hospital Central Universitario Antonio María (HCUAMP) de Barquisimeto, el pasado octubre.
Xiomara Sánchez, con residencia al norte de Barquisimeto, afligida y consternada por el fallecimiento de su tía materna por causas naturales, aseguró a Elimpulso.com que su familia se encontraba evaluando diferentes opciones para no violar las medidas sanitarias en cuanto a la aglomeración de personas para despedir y sepultar a quien en vida fue su segunda madre.
“Mi tía murió en plena flexibilización de la cuarentena. Era una mujer muy querida por sus amigos y nuestros familiares, en otros estados, están haciendo lo imposible por venir a Barquisimeto ¿Y ustedes creen que la vamos a velar una o dos horas como dicen? Nosotros sí le daremos la despedida como se merece”, manifestó.
La velación de una persona fallecida de forma natural, en medio de la pandemia del coronavirus, es de tres horas incluyendo el entierro.
“Si una persona muere de forma natural la velación es solo de tres horas, incluyendo el sepelio. Además, solo pueden estar 10 personas. Si la persona fallece por la covid-19, no habrá velatorio, solo se procede a la cremación del cadáver”, explicó el director de la Cámara Nacional de Empresas Funerarias y Afines, Joel Uribarrí. Estas son algunos de los protocolos establecidos desde marzo.
Mientras esté la pandemia de la COVID-19 en los domicilios no se pueden realizar velaciones, porque no existe el control para evitar la propagación de un posible contagio entre los amigos y familiares del difunto.
“Nosotros, en conjunto con las autoridades regionales de Lara, acordamos prestar algunas de las funerarias para aquellas personas que no tengan como despedir a sus familiares”, manifestó.
Los costos de un servicio funerario en Barquisimeto oscilan entre 150 y 350 dólares. En el caso de que la víctima muera por COVID-19, los gastos fúnebres son asumidos por las autoridades regionales.
“De las personas que mueren por coronavirus se encarga la gobernación. Algunas veces les piden a los familiares unas bolsas que están hechas de polietileno biodegradable en donde se guarda los cadáveres hasta que se produzca la cremación”, reveló la encargada de una funeraria en el centro de la ciudad.
La muerte es sinónimo de tristeza, pero, enterrar a los familiares en los cementerios públicos de Lara es aún más doloroso. El abandono de los camposantos salta a la vista, la desidia reina, así como la ineficiencia de las autoridades para recuperarlos.
En Lara morgue mantiene el protocolo
Una de las personas que ofrece el servicio funerario en la morgue del Hospital Central Universitario Antonio María, aseguró que los protocolos para retirar el cadáver de una persona que haya muerto de forma natural o violenta no han cambiado. Sin embargo, señaló que la falta de gasolina retrasa el proceso de entrega de los certificados de defunción, porque los encargados no pueden llegar al centro asistencial.
“Los protocolos siguen siendo los mismos. Una vez que las personas mueren, se les practica la autopsia, si el familiar lo desea. Luego se prepara el cuerpo y se da la orden de entrega. Lo que retrasa el proceso es que a veces el patólogo y los encargados de tramitar el documento de defunción no pueden llegar al hospital porque están haciendo la cola para abastecer su vehículo de gasolina. En muchas ocasiones se llega a un acuerdo con los familiares para que el acta sea entregada tres o cuatros días después”, reveló un sepulturero quien prefirió resguardar su identidad.
Indicó que en el caso de las personas que fallecen por enfermedades asociadas a la COVID- 19, los protocolos cambian, la desinfección va desde el personal hasta el vehículo donde trasladan el cadáver.
“Cuando las personas mueren por el virus se encarga la gobernación con un grupo de funerarias de realizar todo el proceso. A los cuerpos los envuelven en una bolsa, les rocían solución a base de hipoclorito y los llevan directamente al cementerio donde van a hacer la cremación”, detalló.
La administración de Nicolás Maduro estableció que todos los muertos a causa de la COVID- 19 deberán ser cremados, obligatoriamente. Sin embargo, los estados que no cuentan con servicio de cremación, la alternativa es el uso de una fosa común para la inhumación, explicó Uribarrí.
No están permitidos los entierros en otro lugar no autorizado por el gobierno, para evitar riesgos de contaminación y/o violaciones a las normas sanitarias.
Actualmente, en el país hay 18 crematorios a nivel nacional: Barcelona (Anzoátegui), Maturín (Monagas, inoperativo), Mérida (Mérida), Valle de la Pascua (Guárico) y San Félix (Bolívar) cuentan con un crematorio; Valencia (Carabobo), Maracaibo (Zulia) y Barquisimeto (Lara) tienen dos; Caracas cuenta con siete.
Si una persona muere en su hogar y se sospecha que se contagió del virus o manifestó alguno de sus síntomas, el Ministerio de Sanidad es el ente encargados del levantamiento del cuerpo.
Por otra parte, el Servicio Nacional de Medicina y Ciencias Forenses (Senamecf), estableció –guiándose en los protocolos internacionales y en las pautas establecidas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), indican en la página web del ministerio de Interior y Justicia– no practicar autopsias a los fallecidos por la COVID-19, sino que directamente serán inhumados o cremados.
También, el uso obligatorio de equipos de bioseguridad, (trajes blancos especiales), al trasladar un cadáver.
Impacto psicológico
El psicólogo clínico Juan José Mendoza señaló a Elimpulso.com que con las medidas de seguridad impuestas para evitar el contagio de coronavirus en las salas de velación, las autoridades sanitarias no están tomando en cuenta la importancia de humanizar el acto de morir.
“Afrontar la muerte de un ser querido es un proceso que puede ser intensificado por muchos factores, entre ellos, que la muerte sea natural, accidental, violenta o por covid-19. El no poder despedir a tu ser querido como se debe genera en las personas frustración, irritabilidad y sobre todo rabia. Como seres culturales nos enseñaron que a un difunto se respeta, se despide con honores, entre familiares y amigos y, ahora, con esta pandemia, pues básicamente no se le está dando la importancia de humanizar el acto de morir”, manifestó.
Morir por causas naturales o por COVID-19 en tiempos de pandemia implica una acelerada despedida, sin abrazos ni el encuentro entre familiares y amigos, no solo por las medidas restrictivas, sino por el desabastecimiento de gasolina que impide el traslado de difuntos y la conclusión de trámites para el último adiós.
Falcón en colapso por la COVID-19
Las condiciones en las cuales se encuentran las morgues del estado Falcón, no son precisamente, las más adecuadas. La severa crisis económica que atraviesa el país, aunada a la llegada de la COVID-19, han empeorado el funcionamiento de las morgues, llevándolas al colapso y a la violación de las normas establecidas dentro del protocolo diseñado por la medicina forense y por los organismos de sanidad pública.
El protocolo a cumplir es echado a un lado, vulnerando las normas y formas contempladas en las leyes; procedimientos que son forzados por el deterioro progresivo de las condiciones de operatividad de las morgues, producto de las restricciones causadas por la crisis y el surgimiento de la COVID-19.
¿Están en condiciones las morgues? Definitivamente, no. En el estado Falcón existen la morgue del hospital Alfredo Van Grieken de Coro y la del hospital Calles Sierra de Punto Fijo, pero estas no escapan a la siniestra realidad del resto de las morgues distribuidas en los diferentes centros hospitalarios del país.
Su infraestructura física se desgata cada vez más por falta de mantenimiento y el estricto cuidado de las condiciones técnicas-científicas que hacen de sus operaciones deficientes. La ambientación exigida por las normas de la medicina forense es inapropiada, debido a las constantes fallas del servicio eléctrico y al inoportuno mantenimiento de los aires acondicionados. La falta de insumos de limpieza desde los más elementales, no son concedidos a los trabajadores de mantenimiento, limitándolos a limpiar solamente con agua, cuando hay.
Los trabajadores laboran con las uñas con el peligro de contagiarse y contraer enfermedades originadas por la contaminación de los cadáveres en proceso de descomposición. Muchas veces un camarero o trabajador de la morgue se ven en la imperiosa necesidad de limpiar solamente con agua, porque no cuenta con los insumos apropiados para cumplir con el proceso de desinfección de las áreas internas de las morgues.
Las morgues del estado Falcón se suman a la cadena de alteraciones del protocolo establecido por la Organización Mundial de la Salud para la manipulación de cadáveres, a partir de la aparición del coronavirus.
Los cuerpos de las personas que fallecen a causa de la COVID-19 son entregados en los hospitales directamente a los familiares para que estos se encarguen de la disposición final.
En cuanto a las cifras oficiales de las personas fallecidas a causa del coronavirus no pueden precisarse en la actualidad debido a desinformación oficial. Solo se sabe que Henry Hernández, secretario general de gobierno del estado Falcón, anunció hace meses, que en la región habían fallecido 8 personas.
Esta cifra ha sido objeto de debate por parte de otros sectores, quienes aseguran que los números de fallecidos a causa de la covid-19 no se corresponden con la realidad. Investigaciones de varios periodistas revelan que en Falcón haN muerto más de 50 personas por esta razón, y con tendencia al crecimiento.
Cementerios públicos, de espanto
En cuanto a los cementerios públicos, se nota un aumento relativo a la sepultura de cadáveres donde, seguramente, la COVID-19 ha tenido alguna incidencia. En este caso, es más complejo determinar las causas que han originado el deceso de las personas debido a que no se lleva un registro o control al respecto.
Lo cierto es, que estos espacios permanecen abandonados por la desatención oficial, con el agravante de que se achican ante la demanda de personas fallecidas por diversas causas, donde la COVID-19 cuenta como un incidente más.
Táchira está preparada
Hasta el pasado 4 de noviembre en el cementerio municipal de San Cristóbal (Táchira) se habían enterrado 52 cadáveres de personas fallecidas por la COVID-19.
Durante los primeros meses de la pandemia se enterraban 3 o 4 cuerpos de víctimas del virus, hoy esa es la cifra diaria. El alcalde de la capital del estado andino, Gustavo Delgado, está alerta sobre la posibilidad de tener que ubicar algún otro espacio para las inhumaciones, de ser necesario y de seguir aumentando los casos en la región, que para el 10 de noviembre sumaba 7.232 positivos.