En una alocución dirigida el pasado 25 de octubre, Nicolás Maduro anunció al mundo que científicos del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) habían encontrado una molécula capaz de «inhibir» al «100%» el virus que causa la covid-19.
Precisó que se trataba de la molécula DR10, contenida en una planta medicinal, y comentó que había sido usada previamente contra enfermedades causadas por virus, como la hepatitis C y el ébola.
“Puedo decirlo oficialmente que esta molécula, aplicada para hepatitis C, VPH, ébola y otras enfermedades, ha sido probada para covid-19, se han hecho todas las investigaciones en el IVIC (…) La molécula fue aislada completamente y luego confrontada con el virus del COVID-19. El estudio duró 6 meses, dando como resultado la aniquilación al 100% del virus del covid-19 sin ningún tipo de toxicidad que afecte las moléculas sanas para generar efectos colaterales negativos. Quiero decir que Venezuela ha conseguido una medicina que anula 100% el coronavirus (…) Se ha certificado este estudio por parte de los expertos y científicos, con todas las pruebas, y se procederá a construir la ruta para, a través de la OMS, ratificar los resultados obtenidos por el IVIC. Al obtener la ratificación, procederemos a preparar la producción masiva y las alianzas internacionales y la aportaremos a nivel mundial como cura contra el coronavirus“, explicó Maduro, entre aplausos de quienes le rodeaban.
El Ministerio de Ciencia y Tecnología del madurismo precisó horas después que la supuesta efectividad de la molécula había sido determinada en estudios “in vitro”, es decir, en ensayos preclínicos o de laboratorio.
“Investigadores venezolanos identifican y aíslan molécula de planta medicinal que inhibe en 100% el SARS-CoV-2 en estudios preclínicos. Es un triterpeno, derivado del ácido ursólico, así lo anunció la ministra Gabriela Jiménez“, explicaron en el mensaje compartido en la red social Twitter. Acotaron que ya habían iniciado el proceso de certificación ante la OMS de del compuesto para “ofrecer este tratamiento al mundo”.
Este lunes 26 de octubre, Delcy Rodríguez, vicepresidenta de Maduro, confirmó que ya el régimen había compartido con el representante de la Organización Panamericana de la Salud en el país y de la Organización Mundial de la Salud los resultados del estudio del IVIC sobre la molécula.
La ministra de Ciencia y Tecnología del régimen de Maduro, Gabriela Jiménez, contó que hace seis meses se comenzó a investigar, a partir de la iniciativa del gobernador de Carabobo, Rafael Lacava, una planta con “efectos medicinales” potenciales contra el virus.
“Esta planta fue trasladada al IVIC con un grupo de investigadores. Se inició el estudio químico, que fue monitoreado a través de la actividad biológica en células infectadas con virus aislados de pacientes venezolanos, de los mismos virus que secuenciamos en el país. Las células infectadas en presencia del virus fueron sometidas a diferentes concentraciones. El principio activo de la molécula fue identificado, es un derivado del ácido ursólico, esta molécula presenta 100% de inhibición de la replicación del virus in vitro. Después, fue evaluada en células sanas, sin mostrar toxicidad en las dosis en las que fue enfrentada en presencia del virus”, explicó en alocución pública el 25 de octubre.
Dijo que, tras estudiar la estructura química de la molécula, determinaron que es un triteperno derivado del ácido ursólico. Luego, se practicaron otras pruebas.
“Se hizo un estudio químico y molecular, inclusive resonancia magnética, carbón y protones, para identificar la estructura completa y se hicieron todos los análisis estadísticos en el Laboratorio de Virología. A la fecha, se tiene aislada la molécula, el informe técnico-químico y la actividad biológica atribuida 100% inhibidora del virus SARCOV2- El informe está avalado por el IVIC y a la disposición del cuerpo científico del país y de la OMS para iniciar las próximas actividades”, detalló Jiménez.
La evidencia científica no es concluyente
El ácido ursólico es un compuesto triterpénico que está presente en forma natural en hierbas y especias (tomillo, lavanda, romero, orégano, algas marinas) y en la cáscara de algunas frutas (manzana -la que presenta mayor concentración de este componente- peras, uvas y algunas bayas).
Los compuestos tritepérnicos son un tipo de lípidos que poseen 30 átomos de carbono. Se conocen alrededor de 100 tipos diferentes en la naturaleza, y cientos de derivados de estos han sido además sintetizados.
Algunas investigaciones recientes han determinado que el ácido ursólico podría ser útil contra algunas enfermedades.
En abril de 2020, un estudio de la Universidad Thomas Jefferson de Filadelfia, en Pensilvania, Estados Unidos, determinó que el ácido ursólico podría ser empleado contra la esclerosis múltiple, ya que reducía el daño adicional a las neuronas y ayudaría a reconstruir las vainas protectoras que las cubren. Una forma purificada de ácido ursólico fue experimentada en ratones para llegar a esta conclusión.
Por su parte, una investigación de ocho científicos de Corea del Sur alojada en el sitio web de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (mayo, 2018) concluyó, tras la revisión de varios estudios, que la suplementación o tratamiento con ácido ursólico podría ser útil contra diversas enfermedades crónicas, entre las que se incluyen cáncer, síndrome metabólico, enfermedades cardiovasculares, enfermedades cerebrales, enfermedades hepáticas y sarcopenia.
“Puede proporcionar resultados de salud positivos a través de diversos mecanismos y señales moleculares en diversas enfermedades y en múltiples órganos, como células cancerosas, tejido adiposo, corazón, vasos sanguíneos, cerebro, hígado y músculo esquelético”, reseñaron en el texto, disponible para consulta en este enlace.
El potencial uso del ácido ursólico contra el COVID-19 fue investigado en un estudio elaborado por científicos de la India. El estudio identificó que este compuesto natural y otros dos evaluados (carvacrol y ácido oleanólico) podrían inhibir la proteína principal del virus que causa la enfermedad del covid-19 y controlar la replicación viral.
Esta investigación no recurrió a la experimentación in vitro. Fue un experimento in silico que se hizo mediante el uso de enfoques integrados de modelado molecular. Estos ensayos “simulados” por ordenador se han convertido en uno de los métodos más populares para el descubrimiento de fármacos. Se realizan mediante algoritmos de simulación y predicción computacional.
El IVIC retuitea a Maduro
El Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, que logró aislar la molécula DR10, no había comunicado hasta el 26 de octubre mayores detalles de las condiciones del estudio preclínico al que hace referencia Maduro y el Ministerio de Ciencia.
En sus mensajes en Twitter, se han limitado a replicar la información difundida por la vocería madurista.
En uno de esos trinos, explicaban que la molécula DR10 produce la “eliminación total del Covid-19″ sin generar toxicidad que afecte las moléculas sanas en el organismo, ni efectos colaterales.
En otro par de mensajes, han destacado que un “selecto personal científico especializado” está trabajando en temas relacionados al estudio y manejo de agentes virales y patógenos de alta peligrosidad, como los del virus que produce el COVID-19.
“Nuestros científicos han trabajado día y noche en la investigación oportuna para la búsqueda de resultados positivos que permitan generar una solución médico científica en la lucha contra la #Covid-19”, se lee en uno de esos tuits.
Un largo camino por recorrer
El médico internista infectólogo, Julio Castro, asesor de la Asamblea Nacional en temas de la pandemia, llamó a la cautela ante lo prometedora manera en la que se comunicó el hallazgo.
En una serie de mensajes compartidos en su Twitter, comentó que aunque es posible que algún científico venezolano identifique un medicamento que tenga actividad in vitro ( en laboratorio) contra el SARS-CoV-2, para que esa molécula llegue a ser un tratamiento efectivo contra el COVID-19 debe cumplir con las fases de investigación que anteceden a la producción de cualquier medicamento.
En ese sentido, resumió que antes de que un medicamento reciba luz verde para su uso en humanos debe pasar por las fases 1, 2 y 3 de investigación clínica (lo que puede tardar meses y años), en procedimientos que incluyen pruebas en miles de pacientes, desarrollados bajo un protocolo científico riguroso, con datos analizados por expertos independientes y cuyos resultados deben ser publicados para revisión por pares, todo esto bajo el estricto cumplimiento de las normas éticas que rigen estos ensayos.
Recalcó que es largo el camino para demostrar que una molécula que funcionó in vitro puede llegar a ser un tratamiento eficaz contra cualquier enfermedad.
“La distancia de una droga IN VITRO a una IN VIVO es como suponer que vas a ganar la Serie Mundial cuando cerraste el primer inning del primer juego con una carrera a favor”, escribió.
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