En agosto el déficit de gas en bombonas en el país rondaba el 70%. El desabastecimiento de gas doméstico es otro de los servicios públicos que ha empeorado en Venezuela, dada la crisis económica y la debacle de la industria petrolera. Algunos venezolanos han podido paliar la situación adquiriendo cocinillas eléctricas, pero muchos han tenido que recurrir a improvisar fogones y a la compra o búsqueda de leña para cocinar, esto por razones económicas y/o por los prolongados cortes eléctricos que padecen zonas de Táchira, Lara, Falcón o Zulia.
ElImpulso.com junto a El Tiempo (Anzoátegui), Correo del Caroní (Bolívar), La Mañana (Falcón), El Impulso (Lara), La Nación (Táchira), Yaracuy al Día (Yaracuy) y La Verdad (Zulia) se unieron para ofrecer una visión más amplia de esta problemática y práctica instaurada en distintas comunidades, urbana y extraurbanas del país.
En Zulia no hay gas ni en bombonas ni por tubería
Una práctica que era común solo en las zonas rurales de Maracaibo y municipios foráneos del Zulia, ahora es parte del día a día de los marabinos: cocinar con leña.
Las fallas en el suministro de gas doméstico, además de la dificultad y el alto costo de bombonas, forzaron a muchos a «tumbar» los árboles de calles y avenidas para usarlos como combustible.
El creciente uso de la leña provoca alarma entre los activistas, quienes ven con preocupación que la discusión de cuestiones ambientales en el mundo se opacó por las discusiones sobre el colapso económico, la crisis política y la covid-19.
Cada vez en más sectores de Maracaibo las amas de casa se ven en la necesidad de cocinar con leña. Eso se suma a la larga lista de problemas con los servicios públicos en la ciudad. Carmen González vive en una comunidad ubicada al oeste de Maracaibo, ama de casa y madre dos niños. Desde hace años, en su sector el gas doméstico por tubería «brilla por su ausencia», lo que la obliga a comprar bombonas para poder preparar los alimentos.
Sin embargo, en estos meses de cuarentena se hizo difícil conseguir el cilindro. «Aparte de escasas se volvieron muy costosas para mi bolsillo», relata.
Con el dinero ahorrado logró comprar una cocinita eléctrica usada, pero se le dañó en uno de los tantos bajones eléctricos ocurridos durante estos meses.
«No me quedó de otra que salir a buscar leña para poder cocinar», cuenta.
Las cocinas improvisadas de leña ahora son cada vez más comunes por las fallas en el suministro de gas, que obedecen a una menor producción debido a años sin hacer inversiones en el sector, según expertos.
En algunos casos, las personas queman basura alrededor de un árbol para secarlo y poder cortarlo y usar la madera para cocinar. Ellos ignoran ampliamente las leyes que prohíben talar árboles sin permisos.
También, la venta de leña significa un negocio redondo, donde el “comerciante” solo invierte el tiempo y la fuerza que emplea para tumbar árboles en la calle, destazarlos y arrumarlos en pilas.
Según comentan algunos compradores, en el sector Los Plataneros se vende «un combo» de leña a un costo de tres dólares. “Hasta ahora se desconoce la procedencia de esta madera y que tipo de árbol están talando para tal fin”, explica.
Esta situación ha puesto en alerta a organizaciones ambientalistas en la ciudad, quienes hacen un llamado de atención por las necesidades ambientales mínimas para Maracaibo.
En una ciudad como Maracaibo, dónde el calor es inclemente, lo que menos se consigue en la calle son árboles dónde los transeúntes puedan cobijarse y darse un descanso.
No hay datos oficiales sobre el impacto ambiental del mayor uso de leña, pero los ambientalistas dicen que “la recolección de madera contribuiría al aumento de temperaturas en las ciudades y dejaría más expuestos a comunidades humildes y vulnerables”.
Caracas no es la excepción
De acuerdo a un estudio publicado el pasado septiembre por la ONG, Observatorio Petare, 35% de las 1.200 personas que se consultaron deben recurrir a la quema de leña u otros materiales para poder cocinar los alimentos: el servicio de distribución de bombonas de gas es casi un hecho fortuito en la barriada capitalina, ubicada en el municipio Sucre de Miranda y que forma parte de La Gran Caracas.
El estudio abordó a habitante de sectores como: Barrio Unión (300), Maca (300), José Félix Ribas (200), Zona central (100) y urbanizaciones de la parroquia (100).
En el Kilómetro 16 de El Junquito, parroquia del municipio Libertador de Caracas (Distrito Capital) viven la misma realidad: las irregularidades e improvisación en la venta y distribución de gas ha obligado a los residentes de esta localidad a recurrir a cocinar en fogones a leña. Y cuando consiguen comprar una bombona de gas la ahorran al máximo; por ejemplo, los granos, que llevan más tiempo de cocción, son preparados siempre con leña.
En Caracas el problema con el gas no es solo por la escasez, el precio del combustible y la forma de pago de este también han empujado a muchos a recurrir a la leña; tal es el caso de Daniel Méndez (47 años), vendedor ambulante, habitante de la parroquia La Vega (municipio Libertador de Caracas, Distrito Capital), quien desde hace un año incorporó a su rutina diaria recoger cualquier rama seca, guacal, mueble y demás cachivaches de madera; para encender el fogón que hizo en el patio de su casa. Desistió de tener una bombona, “porque no podía pagarla”.
Para junio pasado el costo de una bombona de 10 kilos, en El Junquito, era de 350 mil bolívares, en efectivo.
“El problema del gas no es solo lo que demoran en traer las bombonas, sino que casi nunca hay efectivo para pagarlo y ellos no aceptan pago móvil, ni transferencia y después hay que resolver con dólares”, señaló a TalCual Carmen Malavé, habitante de Catia, cuna de la revolución bolivariana, parroquia Sucre del municipio Libertador de Caracas, Distrito Capital.
Malavé indicó que en ocasiones terminan pagando a vendedores foráneos “hasta 10 dólares por una bombona que no vale eso. Se aprovechan de las necesidades”, acusó.
En la capital del octavo país en mundo en reservas de GLP, una de las “soluciones” a la hora de cocinar, aplicadas por algunas familias, tanto de sectores populares como de la malograda clase media; es trasladarse a casa de parientes o conocidos, o recurrir a la renta o préstamo de bombonas a medio terminar, “para resolver” mientras llega el camión, tiempo que puede demorar entre 15 días y varios meses, dependiendo de la zona.
Cocina a leña significa un regreso a la década de 1930, una situación inesperada para el país que otrora fuera el más próspero de América del Sur.
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