No voy a desperdiciar un día tan importante como es la celebración del Día de la Raza o 12 de Octubre, para hablar sobre un tema que es parte de nosotros los hispanoamericanos. Pero, aun cuando soy profesor de Ciencias Sociales mi intención, no es presentar un tratado acerca del tema. Para ello, hay muchos “ilustres” en este país que pueden hacerlo. Pero si voy a indagar en el carácter historicista de las SAGRADAS ESCRITURAS y el término Raza..
Cualquier nombre que defina este histórico día va a tener una objeción que parte de los sesudos analistas salidos de la intelectualidad política en nuestro país.. Llámese Día de la Raza, Día de la Resistencia Indígena, Encuentro entre dos mundos, Día de la Hispanidad etc., siempre habrá una concepción personal argumentada que velará por contradecirla.
Por lo que a mí respecta recuerdo con mucho cariño aquellas clases en la escuela primaria ACOSTA ORTIZ y como mis maestras las dictaban. Aquellos barcos dibujados de manera perfecta en el pizarrón, La Pinta, La Niña y La Santa María, los españoles bajando de allí con su porte, sus vestimentas, cascos, botas y espadas nos prendían la imaginación y cuando íbamos a nuestras casas ocupábamos a nuestros hermanos mayores para que nos ayudaran a dibujar aquellas naves. Hoy, la nueva ideología del sistema educativo nos dice que Cristóbal Colón es un simple ladrón que vino a robar al nuevo mundo, sin darse cuenta que la historia parece repetirse. Pero, lo que más me interesa de este asunto es el concepto de RAZA.
La opinión mayoritaria entre los especialistas coincide en determinar inadecuado el uso del término raza para referirse a cada uno de los diversos grupos humanos y se considera que es más apropiado utilizar los términos etnia o población para definirlos, argumentan, que si vamos a hablar de raza, debemos hacerlo en función exclusivamente a una sola: La Raza Humana. Y precisamente a ella, se refiere Dios cuando ésta cae por el pecado y la Deidad toma la decisión de enviar al Unigénito Jesucristo para salvarla de la perdición eterna. Es entonces la materialización de un amor, que humanamente no podemos comprender, solo aceptar.
La ciencia les da una cachetada a los evolucionistas que tratan de colocarnos como descendientes del mono. Como familia nuestra. Y derriba la absurda teoría de Darwin en el Origen de las Especies que nos coloca como evolucionados de los animales ¡Por favor!. “Las razas no existen, ni biológicamente ni científicamente. Los hombres por su origen común, pertenecen al mismo repertorio genético. Las variaciones que podemos constatar no son el resultado de genes diferentes. Si de «razas» se tratara, hay una sola «raza»: la humana” José Marín González, Doctor en Antropología de la Universidad La Sorbona de Paris. Esta exacta definición nos ubica de manera perfecta como descendientes de Adán y Eva y por supuesto de nuestro CREADOR… DIOS.
“El Señor Jesús puso a un lado su corona real… revistió su divinidad con humanidad a fin de que por medio de la humanidad pudiera elevar a la raza humana. De tal modo apreció las posibilidades de la raza humana, que se convirtió en el sustituto y seguridad del hombre. Dejó la gloria del cielo, abandonó sus riquezas, puso a un lado su honra, no con el propósito de crear amor e interés para el hombre en el corazón de Dios, sino para ser un exponente del amor que existía en el corazón del Padre….” Libro CONFLICTO Y VALOR. E DE WHITE
¡Hasta la semana que viene Dios mediante por la WEB!
William Amaro Gutiérrez