Las arcas van perdiendo sus encantos. Los ingresos han disminuido y los revoltijos políticos siguen sin resolverse para el régimen. No son días placenteros, pues hay inconformidad en las definiciones. No hay forma de comprar los veredictos internacionales, evidente en el derrumbe hasta de los apoyos fieles.
Ya nadie cree en las frases errantes sobre sabotaje, imperialismo, confabulación y tantos eslóganes vacíos para justificar las malas intenciones. Se acabó la identidad falsa y las mentiras de consumo masivo. Los discursos televisivos son una excusa, un mero formalismo para tratar de aparentar esfuerzos. Los gatuperios políticos no tienen oídos tontos ni ingenuos. Las máscaras caídas tienen años a las afueras del teatro impuesto por el sistema.
Terminó septiembre como el mes con mayores protestas en el país y se avecinan más para el futuro. Casi mil 200, promediadas en 40 diarias. La falta de gasolina duele para la estabilidad. Desde dentro no pueden originarse los desequilibrios. Pero no hay industria, murió hace mucho y las torres petroleras parecen mausoleos.
No hay gasolina. Es una realidad dolorosa. Son esporádicos los buques camuflados que llegan con combustible iraní. Hay un cerco innegable. Parece invisible, pero se ven sus contornos, alrededor de Venezuela, por todo el Caribe, en las entrañas de las transacciones de todo tipo. Cerco inoportuno, que no ha sido fácil de combatir para los usurpadores.
Tienen muchas cartas perdidas y jugadas fallidas. Argentina parece preferir el zanjar su quebranto económico a respaldar batallas impropias. No apoyó esta vez a la dictadura venezolana y dio un sí confuso a la continuidad de la ONU en las investigaciones emprendidas, para seguir desvelando los pecados inhumanos por parte Maduro y su equipo de mando.
Las sanciones impulsadas desde los Estados Unidos son ineludibles, pesadas como plomo, eficaces, tan tangibles y encarnizadas que no existen maneras para darle la vuelta. El fantasma del miedo recorre los pasillos de Miraflores. Los temores están y es imposible ocultarlos.
Se han creado ahora una “Ley Antibloqueo”, tan risible y burlesca, como ilegal, imprecisa y antidemocrática. Se inventaron sus postulados, para otorgarle poderes extraordinarios a Maduro. La supuesta intención es poder firmar nuevos acuerdos petroleros con empresas privadas, tanto nacionales como extranjeras.
La aprobaron ellos mismos, por medio de la Asamblea Nacional Constituyente. Maduro no tuvo reparos en reconocer que la redactó él, producto de sus dolores y sufrimientos. Según este vago estamento, no tendrá necesidad de rendir cuentas; anula métodos y la legalidad imperante.
Tiene la posibilidad de romper lo que quiera, con tal de “superar los obstáculos”. Una de las intenciones es que nadie le exija balances, pues toda la documentación en torno a ésta será calificada como confidencial o reservada.
Tendría potestad para todo. Vender los activos del país a quien quiera y como quiera. Cambiar las metodologías, saltando todas las normas y sacando dinero de donde le plazca. Posee 44 artículos despiadados, aprobados con urgencia y con el ideal de darle una vuelta a las sanciones.
Ostenta la imprudencia de ilegalizar leyes preexistentes y compensarse los estragos de estas sanciones que, sin lugar a duda, hacen efecto a sus negocios. No contará con ningún tipo de vigilancia, pues podrá manipular a su antojo, tanto los recursos mineros como el petróleo.
El mismo Guaidó tuvo unas palabras certeras sobre el tema. Enfatizó que la intención de Maduro es “ganar control, sabiéndose cada vez más solo y débil; tratando de ofrecer garantías y prebendas a sus cómplices”. Tal vez, el presidente interino debería de emitir una contra ley, llamada “Antisaqueo” y contrarrestas todo el plan maquinado con esta nueva ocurrencia.
La dictadura pierde paulatinamente sus ingresos. Sacará dólares de donde pueda y para eso han gestado esta ley fantasma. Las elecciones norteamericanas serán fundamentales, así como la extradición de Alex Saab, los futuros informes de la ONU y las protestas de la gente, ávida de soluciones. Cada día estamos más cerca de las definiciones y el tiempo juega en contra de la tiranía. Tenemos razones suficientes para seguir creyendo.
José Luis Zambrano Padauy
@Joseluis5571