#OPINIÓN Gaveta azul: Crimen sin castigo #19Oct

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Hoy tuve algo más de suerte que Rosita Alvirez. La espera en la farmacia, entre los tres a los que permiten entrar y el grupo de los que esperamos fuera del local, me tomó solo dos horas piches desde la llegada y “buenos días” con cara de perro para evitar las chácharas insulsas, hasta el “gracias”,  tomar tarjeta y paquete con la cajita de pastillas que ahora trae dos blíster de siete pepitas  cada una, la vez anterior alojaba diez pastillas y costó 20% menos.

Por el año mil novecientos Medina –finales de la era pre-antibióticos–  los chicos de la casa ejercían de mandaderos oficiales de la familia, tarea cumplida –sin apelación– en el carro de Fernando.

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–Ramoncito vaya a la farmacia a buscar estos remedios. Te daban el papel con la prescripción del médico (visita en casa cobrando cinco bolívares, o en especie).

El récipe, en letra que solo el farmaceuta descifraba, contenía:

1frasco 65 cc gotas del Carmen

25 gramos de sulfatiazol mercuriado al 3%

20 capsulas fórmula magistral  “P/ksqre” (0,003 gs  basurofosfato cálcico) – 0,15 mg  permacoñato de magnesio, 1mg polvos de ácido bichopichatico. Mezclar en 2,5 gs excipiente cerulato.

Y así por lo consiguiente. Los pacientes morían igual o se recuperaban, igual que ahora, con la diferencia que tanto para morir o salvarse, no había que hipotecar el resto de vida de la familia. Y de pronto, la gran explosión de la post-guerra. Los dos imperios victoriosos  empeñados en controlar cada uno un trozo  mayor de pastel  restándoselo al  otro para dar  a luz –a conveniencia político-existencial de ambos contendientes—  a la famosa guerra fría que no congeló a nadie, pero obligaba  a los satélites –fuese por gusto o a juro–  a vivir bajo la temperatura marcada por el Sargento Mayor respectivo. Mientras paralelamente,  se disputaban la regencia de los nuevos  estados  nacidos  de la descolonización africana y del sudeste asiático, manejando a su mejor entender y parecer la “iniciativa” de crear y sostener guerras localizadas con el alcance y penetración suficiente para desacelerar sin traumas y a sotto voce, la poderosa y gigantesca maquinaria de producción armamentista que al final del gran conflicto con la rendición incondicional del Japón,  ocuparía un mínimo promediable entre el  67 y el 85 %  de los esfuerzos nacionales en educación, producción de materias primas, agroindustria, textiles y confección, comunicaciones, industria pesada, investigación científica y otros rubros  menos evidentes.

A la par se proseguía, o iniciaba, según fuese el estadio en que los hubiese alcanzado la conflagración concluida y donde les dejó  después, el camino de avanzada tecnológica que catapultó a Europa, el Japón y unos pocos  años después a los tigres asiáticos, a una re-industrialización técnica de avanzada en primer término, volcándose luego a las esferas del alto conocimiento científico y desarrollando al máximo las posibilidades  de la informática. Por otros  frentes  y con el mismo propósito de poder global, se aunaron  intereses del mercado de hidrocarburos cuyo objetivo prioritario es controlar el mercado energético.

En la medida que afincados  en las guerras focalizadas  de amplitud  restringida, se lograba equilibrar paso a paso la reorientación  del capital y recursos financieros del  frente  armamentista a cometidos del  mundo civil, una de las  parcelas más favorecida fue la inversión de alto calibre  en centros universitarios e institutos  especializados  de investigación científica, cubriendo todos los horizontes posibles: Humanidades, disciplinas artísticas, biología y química,  astrofísica y estudios del espacio extraterrestre, metalurgia  e investigación de nuevos materiales, sin olvidar los problemas de mercadeo y consumo, haciendo énfasis en la obsolescencia  programada, tanto para unidades de conjunto, como para partes y/o equipamiento  accesorio.

Uno de los frentes  más favorecidos en la dinámica de  reorientar capitales y recursos fue la industria farmacéutica, alimentada en tal sentido por las vías de sus enlaces interdisciplinarios, factor que multiplicó sus fuentes de inversión. Se convirtió en un poder industrial y económico de muy alto peso y les fue imposible autolimitarse en sus ambiciones. Por el contrario se les potenció y multiplicó. hasta convertirse en una máquina de producir  beneficios económicos y  con preclara inteligencia  se  crearon una imagen de benefactores humanitarios  que ni la Madre Teresa.  Financian   fundaciones, actividades  artísticas y culturales de todo género. Sostienen   eventos deportivos, promueven actividades  de protección ambiental. Son los grandes  mecenas  de la actualidad. Un mecenazgo que les genera ganancias por las  considerables rebajas porcentuales que  les conceden sus contribuciones humanitarias…pero no rebajan ni un mísero maravedí a  sus productos. Incrementan costos  de los derechos de patente y producción de manera tal que suena decente calificar como fraudulenta. Cuál es el truco, simple y sencillo. Se trata de grupos industriales gigantes, conformados hasta por cientos de empresas individuales a efectos fiscales y contables, aunque son pertenencia del mismo grupo o consorcio.  Se venden los derechos de patentes de unas empresas  a las otras del mismo dueño, que  así justifica la elevación de los precios por aumento de los costos de producción. Ninguna de tales ventas genera un intercambio real de liquidez. Son simples operaciones contables donde consta  como realidad una operación de compra – venta realizada en el aire de los números intangibles. Tremenda trampajaula sobre la base del viejo expediente de venderme lo que tengo en otro lado, por lo  que  debo pagarme y de ñapa, darme el vuelto. Así mediante esta fraudulenta elevación de los costos de producción, justifican el aumento constante de los precios  del producto terminal.

Como resultado y consecuencia, Usted, el vecino,  mi pariente y yo, vivimos  en ascuas para financiarnos el tratamiento  médico  necesario que mitiga una dolencia o un mal crónico de tantos que abundan. Citar precios y productos es  innecesario, El 95% de la población  bajo prescripción médica sabe que  hay fármacos con precios de adquisición en cientos de dólares.

En último término y ahora en forma abierta, aunque operando desde el  propio inicio de la post guerra como subestructura alternativa de todo propósito, el uso y manejo de las llamadas formas ocultas de propaganda, como herramienta de mercadeo para incentivar el consumo, vender ideologías a destajo y promover la banalización de valores éticos, relativizando al  antojo  del titiritero cualquier juicio moral  que se considere obstáculo o barrera  virtual contra el despojo de la independencia del espíritu y la libertad de ser y hacer, último baluarte donde atrincherar la voluntad de resistirse a toda forma de control y manejo utilitario de nuestras vidas y quebrar lanzas contra los intentos de convertirnos en cosa, cifra estadística, micro-valor porcentual despreciable.

No hay estadísticas de los  decesos provocados por la interrupción de tratamientos  o por la imposibilidad de iniciarlos, gracias a la escandalosa y vulgar práctica de aumentar el precio de los fármacos semana tras semana al ritmo que se le ocurra al gerente general de ventas del consorcio matriz. No me atrevo a fijar números o  porcentuales, pero con toda seguridad se trata de una ola de crímenes  sin castigo.

Pedro J. Lozada

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