Chilenos conmemoraron este domingo el primer aniversario del estallido social que en 2019 derivó en protestas masivas que obligaron a los políticos a pactar un plebiscito para reemplazar la constitución legada por la pasada dictadura militar (1973-1990).
Mientras los manifestantes festejaban pacífica y festivamente en la Plaza Italia, el principal centro de las protestas en la capital chilena, en calles aledañas encapuchados atacaron dos iglesias, incendiaron una oficina de seguridad social y vandalizaron algunos comercios.
La manifestación, convocada por llamados anónimos en redes sociales, se desarrollaba bajo estricta vigilancia policial para evitar desórdenes y desmanes. La policía desplegó 40.000 del total de 60.000 efectivos en las calles y calculó que hubo unos 25.000 manifestantes, aunque sus estimaciones suelen ser inferiores a las de grupos sociales y de la prensa.
Grupos de encapuchados atacaron a media tarde una parroquia institucional de la policía que a comienzos de año fue incendiada por enmascarados. Los sujetos sacaron algunos objetos y armaron una barricada encendida en la calle, mientras en el interior hubo un brote de incendio controlado por el carro lanza agua de la institución y luego por bomberos. Al anochecer, el fuego se reactivó y las llamas envolvieron el inmueble.
Horas antes, incendiaron la iglesia de La Asunción, cercana al centro de las protestas pacíficas, que fue consumida por gigantescas llamas que envolvieron el edificio y consumieron por completo su cúpula y el campanario. También hubo algunos saqueos en comercios de estaciones de gasolina. Además, prendieron fuego a oficinas de una empresa de seguros que no pudo ser apagada por bomberos debido a que incidentes cercanos les impidieron trabajar. Al atardecer, los sujetos levantaron más barricadas encendidas.
También hubo desórdenes en barrios periféricos de la ciudad y una distribuidora de gasolina fue incendiada en la comuna de Puente Alto, donde los enmascarados suelen manifestarse violentamente.
El ministro del Interior, Víctor Pérez, en declaraciones desde el palacio de gobierno de La Moneda, dijo por la noche que “tenemos que lamentar pocos hechos de violencia”, y calificó los ataques a las iglesias como “una expresión de brutalidad”. Añadió que el gobierno “tiene conciencia de que los grupos violentos van a tratar de seguir actuando y generando daños y perjuicios”.