Desde las entrañas del proceso se levanta un pueblo que ha decidido romper las cadenas que injustamente lo amarran al deterioro prolongado de su ya insoportable vida. Desde el Estado Yaracuy se dio “un gritaba el señor” que se va extendiendo por todo el país, el régimen siente la presión de un pueblo que día a día lo ha venido abandonando y ya no compra su discurso, pero aun así este no termina de revolcarlo porque a fuerza de los mosquetes todavía extienden la pólvora. Pero a pesar de toda esa violencia, se observa una cuenta regresiva.
Algunos factores del régimen ya prevén la necesidad de ir generando un entendimiento para una transición, pero la amenaza permanente de radicales que solo ofrecen una braga naranja o amarilla, impide que cualquier avance se de. Por otro lado, un enquistado sector opositor que se beneficia de prebendas extranjeras, se mantiene en activados laboratorios que buscan impedir cualquier acuerdo de transición que los lleve a perder el statu quo, que les hace vivir a sus anchas y en perjuicio de todo un pueblo. Al día de hoy, los venezolanos en su gran mayoría, sufren a costilla de sectores de la oposición y del régimen, que apuestan a su bien vivir en desmedro del colectivo.
Es hora de que las vanidades políticas queden a un lado, el sufrimiento de la gente ya es insoportable. La salida planteada es clara y real, no hay otra, es electoral.
Esta ruta planteada debe y tiene que ser defendida, el país no puede seguir como un papagayo sin cola. Es por esto que “Unión para el progreso”, la propone y la sostiene. Porque le importa la gente, se aferra a esta salida. He aquí algunas consideraciones.
La abstención generada por la desconfianza del voto es culpa de una oposición que sembró en la mente de la gente, que nos hacían trampa cuando en verdad no éramos mayoría. Nunca se quiso reconocer que se perdían las elecciones porque el líder de la revolución bonita tenía suficiente respaldo popular, aunado al hecho que en la oposición no contaba con la maquinaria suficiente para cubrir todos los centros electorales, mayor demostración que era una franca minoría.
Hoy cuando la oposición es mayoría irreversible, cuando tiene una fuerza aplastante para dejar enterrados a quienes han destrozado la nación, se deja imponer un criterio absurdo como es la abstención. Pero lo peor no es eso, es que han dejado de tener fe en si mismo y se han dejado convencer por una matriz que se hace mayoría por la fuerza de la desesperanza que la propia oposición ha generado.
Ahora bien, nada de esto es nuevo en los procesos de la historia, siempre la incredulidad ha tenido sus adeptos frente a pocos creyentes. La oposición radical con su aptitud propone un apaciguamiento que sacrifica el triunfo en la ruta electoral, cuando más garantía de triunfo tiene la oposición venezolana. Si vamos todos el triunfo es total, si concurre un 37% como señalan algunas mediciones el triunfo es posible si la oposición que concurre fuera toda unida.
A dos meses de las elecciones todavía hay oportunidad de lograr un cambio y una salida, si la movilización se produce como invita la conferencia episcopal, el triunfo es seguro, y comenzara de nuevo la oportunidad de un proceso de transición. En caso contrario, seguiremos como estamos, cada día de mal en peor, donde una inconsciencia colectiva marcara el rumbo sin destino de un país al garete.
Miguel Antonio Parra Giménez