El pasado 2 de octubre, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, y su esposa Melania Trump, informaron haber sido contagiados de coronavirus, después de viajar con una de sus asesoras, Hope Hicks, que dio positivo 2 días antes.
El jefe del gabinete, Mark Meadows, comentó que Trump tenía «ligeros síntomas», pero al día siguiente fue traslado por helicóptero al Hospital Militar Walter Reed.
El médico de la Casa Blanca, Sean Conley, comentó el domingo que Trump está mejorando, por lo que se evaluaba darlo de alta y que cumpla la cuarentena en el recinto presidencial. Ese mismo día por la tarde, Trump salió del Hospital Walter Reed en una caravana de vehículos oficiales para saludar a sus seguidores.
Durante meses Trump minimizó el riesgo de contraer coronavirus, indicando que incluso la gripe común era más peligrosa y se mostraba escéptico ante la gravedad del COVID-19 a pesar de que tener 74 años lo coloca en el grupo de alto riesgo de contagio, sobre todo en Estados Unidos, un país que acumula más de 210.000 fallecidos por coronavirus, la cifra más alta de muertes en todo el mundo.
Donald Trump se sumó a la lista de mandatarios contagiados como Boris Johnson, el primer ministro británico, el primer líder político que hizo público su diagnóstico el 27 de marzo. Johnson retomó funciones el 27 de abril luego de una semana y tres noches en cuidados intensivos.
Otro que menosprecio el coronavirus fue el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, quien el 7 de junio afirmó haber contraído la enfermedad. 2 días después, Jeanine Áñez, la presidenta interina de Bolivia, anunciaba haber sido contagiada.
Cierran la lista en Latinoamérica, los mandatarios de Honduras, Juan Orlando Hernández, y de Guatemala, Alejandro Giammattei, quienes anunciaron haber dado positivo por COVID-19 el 16 de junio y 18 de septiembre, respectivamente.
