Iniciar un nuevo año escolar es un reto para los docentes venezolanos. Actualmente, no cuentan con con las condiciones necesarias para atender a sus alumnos ni presencialmente, y tampoco a distancia.
Desde antes de la pandemia de la COVID-19, los profesores del país realizaban constantes denuncias y manifestaciones para expresar sus carencias y necesidades.
El bajo ingreso económico, los daños en la infraestructura y las fallas servicios de las instituciones, eran las principales aristas que los docentes resaltaban. Exigían una mejor paga y soluciones en sus áreas de trabajo para poder trabajar cómodamente, pero estas peticiones, no fueron atendidas.
Después de que el coronavirus llegó a Venezuela, las dificultades e irregularidades en el sector académico se acentuaron.
Las clases pasaron a ser bajo la modalidad a distancia, y allí surgió un nuevo problema: tanto los docentes como los alumnos presentan constantes fallas en los servicios públicos; cortes de electricidad diarios por hasta 6 horas, fallas en la conexión a Internet, e incluso, falta de aparatos tecnológicos para estar en contacto y realizar las distintas actividades.
De hecho, Frank Andrade, Secretario Nacional del Colegio de Profesores, acotó que más del 40% de los alumnos del país viven en condición de pobreza, y por ende, no cuentan con los recursos tecnológicos para acatar el llamado a clases vía Internet.
Incluso, Andrade mencionó que existe una importante deserción estudiantil, ya que la crisis económica que se agudiza en el país, obliga a que muchos niños y jóvenes venezolanos inviertan su tiempo en trabajar, para intentar conseguir el sustento para sus hogares, y de esta manera, dejen a un lado su formación académica.
«En los basureros vemos a niños, de edad escolar, buscando el sustento (…) esos niños están excluidos del sistema escolar«, aseveró.