La economía venezolana ha caído en los últimos años de un PIB de US$ 340.000 millones a un PIB de US$ 50.000 millones en el 2109 y en este momento la contracción del PIB debe estar en el orden de los US$ 35.000 millones, cayendo en una especie de pulverización, empequeñecimiento y de raquitismo, aseguró el economista, docente universitario y calificador de riesgo bancario Leonardo Buniak.
Asegura el especialista en una conferencia organizada por la Confederación de Industriales de Venezuela (Conindustria) sobre el tema ¿Qué pueden esperar la banca y otros sectores de la reciente medida de encaje legal del BCV?, quien advierte que la banca venezolana, que es el reflejo del comportamiento de la economía, también viene sufriendo de este raquitismo financiero.
Al hacer comparaciones con otros países, en materia de caída de importaciones, versus caída del PIB per cápita, Venezuela se encuentra entre los diez países es el único país que experimenta una especie de colapso en términos de actividad productiva en término de importaciones que son fundamentales como parte del componente importado, productos intermedios, semielaborados y productos finales para el consumo, así como en la producción per cápita del país.
Recordó que el sistema financiero nacional es el sistema circulatorio del país, dijo que entre el 2013 y el 2019 ha habido un nivel de contracción sin precedentes, equivalente a las dos terceras parte del nivel de actividad económica, destacando la caída en la construcción del 90%, del sector manufacturero del 71%, sector financiero 70% lo que evidencia que el sistema crediticio ha registrado una contracción sin precedentes.
Se refirió a la presencia del COVID-19 y al impacto que ha tenido en la economía, señalando que consecuencia del confinamiento muchas empresas están paralizadas, no están produciendo, no esta vendiendo, no esta cobrando, no esta honrando en muchos casos sus compromisos con proveedores y haciendo maravillas para poder financiar y producir de alguna manera medicinas, alimentos y otros rubros necesarios para la población y otro para honrar los compromisos salariales con los trabajadores y con sus proveedores.
Admite que ante estos escenarios Fedecámaras, Conindustria, Consecomercio y otros sectores le han exigido al gobierno la implementación medidas que les permitan enfrentar el impacto de la pandemia, estimándose que ya para el mes de diciembre se inicie una etapa de restablecimiento, de recuperación, lo que no solo incluye a Venezuela, sino también a América Latina y el mundo.
Destaca que en el caso de Venezuela, se espera que en el 2020 experimente una contracción económica de 32%, lo cual ubica a nuestro país entre las economías más pequeñas, más chicas de América Latina, con un PIB que no va a superar los US$ 34.000 millones luego de haber ostentado 7 años atrás un PIB por encima de los US$ 340.000 millones, admitiendo que esta situación ha tenido su impacto en la banca y de allí que la banca venezolana sea la más pequeña de la América Latina y muy limitada en sus capacidades de crecimiento y en sus capacidades de ser un factor de relanzamiento de la economía hacia el siglo XXI.
En torno a las acciones que hay que acometer, Buniak recomienda un agresivo programa de estímulo fiscal, acompaña de programas de estímulos monetarios por parte de los bancos centrales del mundo, haciendo esfuerzos con los gobiernos con la política fiscal, una política monetaria acomodaticia que busca, entre otras cosas, crear condiciones para la recuperación, para el relanzamiento de una economía que ha sido severamente castigada por los impactos colaterales y económicos del COVID-19.
Admite que los países de América Latina están preparándose para hacer frente a una caída de la economía que puede contraerse en – 9% con la aparición de 19 millones de latinoamericanos que estarían en condición de pobreza crítica y con alto riesgo de hambruna.
La situación del encaje
Buniak señala que la gran mayoría de los países de América Latina, han hecho ajustes a sus encajes legales, salvo aquellos países cuyas economías están dolarizadas y rinden cuentas a la Reserva Federal de los Estados Unidos, destacando que Venezuela es el único país del mundo que mantiene su encaje legal en 93% sin hacer ningún ajuste.
Admite que en Venezuela, lamentablemente los niveles de desintermediación crediticia simplemente continúan, explicando que con la reducción del 100% al 93% del encaje lo que se hizo fue aliviar los flujos de caja que tenía la banca venezolana, afirmando que con esta medida no se logro aumentar el crédito al consumo, tampoco se resolvió el déficit de encaje de la banca venezolana y no se solucionó el problema del crédito bancario.
Recordó que la intermediación bancaria ha pasado de 55% en el 2018, cuyo promedio en los últimos 20 años había estado por encima del 65% y cercano al 70%, ha caído a 12,65%, mientras que en relación a la banca privada, dijo que esta hoy ostenta 21 billones de cartera de crédito, con una intermediación de 22% después de intermediar en el 2018 niveles de 56%, cuyo promedio histórico en los últimos 20 o 25 años de data bancaria, siempre superó el 65% siempre más cerca del 70% como promedio aproximadamente y la banca publica hoy ostenta una careta de 14 billones de bolívares, para un a intermediación del 5,6, mientras que en junio de 2018 financiaba el 44.%.
Buniak señala que la última medida de descuento del encaje del BCV de 30 billones de bolívares, no va a incrementar el crédito al consumo, va a flexiblizar la intermediación financiera de la banca, pero no resolverá el problema de fondo, porque el nivel de encaje de mantiene en 93%.
Reconoce que la banca privada venezolana es una fábrica de crédito, esta muy solvente, bien respaldada y se cuenta con una de las mejores supervisiones bancarias de América latina.