Venezuela en pleno 2020 encabeza todos los rankings negativos de países: corrupción, pobreza, desigualdad, descontento social, violencia, caída de la producción, etc. Cada cifra, cada encuesta, cada informe nacional e internacional, evidencia las consecuencias de dos décadas de un régimen autoritario, cuyo modelo aniquila todo cuanto se encuentre.
Día tras día los venezolanos afrontan dificultades que evidencian la miseria que vive el país. El hambre se ha convertido en una constante para la población que, ante la terrible inflación, trata de rendir el salario para poder sobrevivir una semana más.al fin y al cabo, con un salario mínimo de 1$, comprar un cartón de huevos es un lujo. Indignación, desesperanza y enojo son algunos ejemplos de los incontables sentimientos negativos que golpean a millones tras las fallas de servicios básicos, las interminables colas o el matraqueo de las mafias. Y mientras la miseria se apodera de todo, la tristeza es cada vez más honda por las despedidas entre los familiares que se han separado en la búsqueda de oportunidades en otras naciones.
En esta crisis humanitaria compleja, el liderazgo político debe asumir la obligación que le corresponde, luchar para dar fin a ese océano de penurias. Nuestro esfuerzo, siempre respetando el marco legal y la legitimidad institucional, está basado en una verdadera consciencia social y lleno de valores cívicos que procuran siempre el bienestar de Venezuela. Cada instante que pasa es crucial para detener esta calamidad, por eso hay que trabajar para brindar soluciones. Los venezolanos ya no pueden aguantar más miserias.
Sin embargo, las soluciones para las problemáticas que atraviesa Venezuela necesitan ser eficientes, definitivas y estables a largo plazo. Para lograr tal meta, se requiere llegar a un consenso social, donde los distintos actores políticos se reconozcan unos a otros. Esto se logra con el rescate institucional y de los espacios democráticos, de modo que se puedan alcanzar los diversos mecanismos para el arreglo pacífico de diferencias políticas que existen actualmente, como son las elecciones con condiciones reales. El voto es un instrumento constitucional que juega un papel clave para la recuperación de Venezuela.
El cambio político que tanto anhelamos se puede lograr, pero con soluciones pertinentes que permitan llegar a acuerdos políticos que beneficien a la población. No podemos aspirar a propuestas irreales, ni caer en la inacción. Cada tarea debe estar basada en la legalidad y en el apoyo de los venezolanos para contar también con legitimidad. Así podremos hacer de Venezuela un país que avance en materia política, económica y social. Esta es la clase de soluciones verdaderas para los venezolanos.
Stalin González