Un error digital (un dedo por otro) resultó en un mal corte en el artículo de opinión de la pasada semana. Este segundo envío se produciría por la extensión del Trabajo, que suma ahora las disculpas obligadas al lector.
Habíamos dicho que una evolución lógica de la organización social llegaría en algún momento de un próximo futuro a la imposición de un modelo de Socialismo humanista gestionando países y regiones, complementado por agrupaciones legislativas (parlamentos) y asociaciones judiciales (Tribunales)de carácter universal, cuyas bases operativas estarían enmarcados por la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la Igualdad ante la Ley. Educación permanente, atención prioritaria a los ancianos, discapacitado y minusválidos, abolición integral de toda discriminación, sea racial, de género, conducta sexual, filiación religiosa o participación política. Respeto y dedicación a la conservación de la vida orgánica en todos sus ámbitos. Conservación de los recursos naturales y obtención de su máximo rendimiento mediante el reciclaje. Compromiso a luchar contra la contaminación por emisión de gases a la atmósfera, y el mal manejo de productos químicos de la industria agro-alimentaria. Por el establecimiento de un clima equilibrado y la limpieza y descontaminación de las aguas oceánicas, corrientes fluviales, depósitos lacustres, humedales y acuíferos subterráneos.
Hay una serie de obstáculos y murallas de diversos espesores, géneros y calibres por abatir, para sacar adelante los sueños y utopías respecto a gobiernos justos, comprometidos con su tarea de servidores públicos, negados a usar y disponer los privilegios inherentes al cargo y jerarquía ostentada por mandato general de la sociedad, para sucumbir a la tentación de enriquecerse dolosa e impúdicamente a costa del erario nacional y además, permitir los mismos vicios de conducta a sus funcionarios de todo pelaje, altos, medios, sargentería y reclutas.
Son los vicios de conducta y comportamiento de los gobernantes y sus adláteres, las corruptelas y trapacerías, ¿Cuánto hay pa’ eso? Chamo, down below of the mule, sapo sin agua no canta, el marco general que conforma la praxis constante de los gobernantes de cualquier pelo o color señalándoles sin excepción ante sus comunidades.
Es difícil encontrar diferencias de gestión entre capital y socialismo en nuestros países, en cuanto a probidad en el manejo de los fondos públicos, llamados sin pudor ninguno “la teta presupuestaria”, dada la función de chupa-chupa de las gerencias gubernamentales. Pero hay una consecuencia peor a los males directamente provocados al gerenciar en función del bolsillo particular del funcionario. Cada vez son más los que justifican tan malsanas conductas, y dicen estar dispuestos a proceder en la misma forma.
Por desgracia no puede ser distinto. Los disparates de cualquier régimen, y en este caso del actual culpable son de tal peso y magnitud que prelan absolutamente para todo, desde la nimiedad de intentar dar la presión de aire correcta a una llanta del vehículo, hasta la más compleja de las diligencias judiciales o de negocios que alguien pueda emprender, lo que obliga a todo el mundo a caer en las jugarretas de “la pedrada depende del tamaño del sapo” y el por debajo de la mesa, que yo te hago tu regalito, como es debido.
No es raro encontrar un conocido, excompañero de labores, alguna vez, en la compleja dinámica de una vida, que sin rubor alguno en repuesta a una pregunta o con la espontaneidad de quien desea lucir y ostentar “que se las sabe todas y una más” te larga una perlita.
–Chamo, yo me clavo aquí, sin sudar mucho mis 25 o 30 verdes…
No hay necesidad de preguntarle cómo. Él es quien está solventando tu escasez de gasolina, metiendo en el tanque de tu auto 30 litros por 30Biyuyos con la faz de George Washington. Tu vehículo tiene capacidad para 62 litros, y pasaste el día con la reserva, pero no puedes gastar más, tienes que comprar las pastillas para tu abuelita, una caja de 14 pepitas que hoy vale 4 millones doscientos mil de los super devaluados, un millón más de lo que te costó la última vez, y traía 20 pastillitas la caja.
Con sinceridad lo digo: No me atrevo a pensar en el castigo que merecería semejante crueldad de la industria farmacéutica.
Volvamos a la gasolina para despedirme de este panfletario discurso. Había una cola superior a los 200 automóviles en una bomba de las que cobran precio internacional. Esperan una gandola cargada que llegaría en cualquier momento. Entre los primeros cien había personas con cuatro días de espera. La gandola puede cargar a plena capacidad 40 mil litros.
Llega el ansiado cargamento y se inicia el despacho. Después de abastecer 160 vehículos, se acabó la gasolina. Que buena broma y la gente de la espera resignada, afronta seguir esperando.
De pronto un señor se acuerda que sabe multiplicar y de vez en cuando practica el desmerecido oficio de pensar y emprende su tarea. Consulta con varias personas libreta en mano reúne 36 testimonios en torno a las cantidades por comprar. Obtienen un promedio de 47 litros por comprador. Dando por buena la muestra estadística se atreve a elevar el promedio a 50 litros para asegurarse de un margen de error mínimo, despreciable. Multiplica y resulta que solo han despachado 8000 litros. Tremenda alharaca. Brinca, pega saltos, raya madres a más no poder y reúne por fin un grupo. Llegan a la bomba, por suerte estaba un gerente encargado, escucha atento y responde: El problema es que no eran 40 mil litros, solo me despachan 10 mil. Cada gandola abastece 4 bombas.
El señor matemático riposta, pero Ud., vendió unos ocho mil litros según nuestros cálculos.
Aparecen las explicaciones. El problema del combustible atrapado que el gerente intenta explicar a un grupo de neófitos. Hay explicaciones, nuevas cuentas. Varias camionetas de 80 litros por tanque llenaron completo además están las patullas de la policía que no hicieron colas y ustedes no vieron, fueron unas 25 patrullas. Yo le aseguro que estoy vacío, es más le invito a verificar la sonda de los tanques.
El grupo contestatario se retira. Unos pocos están conformes con las razones ofrecidas por el gerente, que se portó amable y con mucha decencia nos atendió, etc, etc y compañía.
Pero tres personas del grupo están convencidas de donde sale la gasolina para el bachaqueo y quienes se están llenando –una vez más, sin que les importe un bledo las necesidades y penurias del prójimo.
Cultores del capitalismo salvaje, especulativo y trapacero, al igual que los sociolistos bolivareros, se comportan igual en las mañas, y formas especulativas y dolosas de hacerse con dinero y bienes, mientras más rápido, “más mejor, muchísimo más mejor, más que el carrizo”
Pedro J. Lozada.