Bandesir, un puente con la vida

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Arístides Bastidas, el padre del periodismo científico venezolano y presidente honorario de Bandesir, quien padeció y falleció de distrofia muscular, decía que una andadera o una silla de ruedas constituían un puente con la vida.

Yuyita de Chiossone, presidenta del Banco de Sillas de Ruedas (Bandesir) del estado Lara (Venezuela), siempre le gustó esa frase, porque ella, quien desde el año 1984 está al frente de este voluntariado, ha visto el cambio en la vida de las personas cuando un aparato ortopédico media entre su condición y la vida.

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Recuerda el caso de una vendedora del popular Mercado San Juan de Barquisimeto, quien sufrió un accidente y perdió la movilidad de sus piernas.

El esposo se marchó por la puerta de atrás; ella se quedó a cargo de sus cuatro hijos y unas ganas infinitas de vivir con dignidad. Justo una silla de ruedas, y su voluntad, le permitieron continuar la venta de sus víveres en el Mercado San Juan y sacar a su familia adelante.

Un aparato ortopédico puede hacer la diferencia para ir al trabajo, a la escuela o a la universidad, además de aliviar las preocupaciones a la familia.

Yuyita, quien así, en la cercanía de su nombre es conocida y querida como una heroína civil en la larense Barquisimeto, ha mantenido a fuerza de voluntad y mucha pasión el espíritu de Bandesir-Lara y lo hace porque cambiar vidas es otra manera de transformar la sociedad.

Yuyita de Chiossone

Bandesir es una creación de la ex primera dama Blanca Rodríguez de Pérez, fallecida en fecha reciente, quien también tuvo el mérito de impulsar la creación de los hogares de cuidado diario, guarderías situadas en barrios populares venezolanos que apoyaron a las madres trabajadoras.

Bandesir cede en calidad de comodato, sillas de ruedas, andaderas, bastones y, en general, aparatos ortopédicos a personas que presenten la constancia médica y no cuenten con los recursos económicos para adquirirlos.

“Como no tenemos manera de medir quién tiene más necesidad o cuál es más urgente, el criterio de selección es el orden de llegada de las peticiones”, explica la presidenta de Bandesir-Lara.

El inicio de una historia

Yuyita de Chiossone, pianista y educadora jubilada, quien no se jubila de la labor social ni de la promoción cultural, recuerda que fue justo en 1984 cuando doña Blanca de Pérez, como presidenta de Bandesir nacional, visita la ciudad de Barquisimeto.

Ante su llegada, se promueve un desayuno en la casa de Yolanda de Riera Zubillaga, con la presencia también de doña Dori Parra de Orellana, Carmen Amelia de Rodríguez, Josefa Blanco de Bullones y Aura de Gutiérrez.

Doña Blanca expone la intención de promover la constitución en Lara de un comité de Bandesir local, con los mismos lineamientos nacionales y capacidad de autogestión.

La propuesta fue recibida con entusiasmo y unánime la designación de Yuyita de Chiossone como presidenta, desde esa fecha a la actualidad.

¿Qué sucedió en ese 1984, año del histórico desayuno que permitió dar vida a una institución emblemática de Lara y de Venezuela? Yuyita, con dicción docente y memoria prodigiosa, recuerda:

“…era presidente Jaime Lusinchi; los educadores, luego de 48 años de lucha gremial firman por primera vez un contrato colectivo con el Ministerio de Educación.

Se creó la Comisión para la Reforma del Estado (la Copre) que fue el germen y el inicio de la descentralización en el país

Nace la Compañía Nacional de Teatro, fundada por Isaac Chocrón; en ese año, en las Olimpiadas de los Ángeles, Rafael Vidal se convierte en el primer nadador venezolano en obtener una medalla. Fue de bronce, en el estilo de 200 metros mariposa.

Astrid Carolina Herrera resulta electa Miss Mundo y por tercera vez lo logra una venezolana.

También ese año se entrega el Premio Nacional de Artes Plásticas a Jesús Soto; el de Teatro para Román Chalbaud y el de música a María Luisa Escobar.

Varios desaparecidos: Brígido Iriarte, multiatleta, medalla de oro en los juegos bolivarianos; Pachencho Romero, otro gran deportista; Manuel Cabré, el pintor del Ávila; el pianista, compositor y director Evencio Castellanos, también el primer cardenal de la Iglesia católica venezolana, José Humberto Cardenal Quintero; el filólogo Ángel Rosenblat y el cineasta Clemente de la Cerda.

En Lara, era gobernador el doctor Domingo Perera Riera, de Carora, y por supuesto, debemos celebrar que creó el Teatro Alirio Díaz de Carora, un gran teatro y centro  cultural y muy poca gente sabe lo que significa este templo de la cultura”.

Bandesir y su filosofía de ser un puente con la vida se esparce por el país. Sin embargo, a la fecha, solo quedan activas las sedes de Caracas (integra Miranda y Vargas), Lara, Falcón, Mérida y Cumaná.

En Caracas, además de la gestión de los aparatos, ofrecen consultas médicas y cuentan con personal.

En el resto de Venezuela los comités locales operan como voluntariados.

“En Lara no nos hemos rendido”, afirma Yuyita con esa determinación tan suya y un optimismo a prueba de adversidad.

Las fundadoras que en aquel encuentro con doña Blanca se sumaron a la iniciativa, “ya no están entre nosotras”.

Colaboran con Bandesir-Lara, los jóvenes María Gabriela Saab y Luis Martínez y tiene el apoyo permanente del profesor Armando Arrieta, comisionado designado por Caracas.

Reitera que “los aparatos no se donan, no se regalan ni se alquilan. Se prestan en calidad de comodato por el tiempo que lo necesite la persona. Si es de por vida, lo usará de por vida y nadie lo apurará para que lo devuelva”.

Los equipos se adquieren con recursos financieros propios.

Yuyita, por su amplia vinculación cultural, logró la gestión de eventos benéficos que hacían posible adquirir la mayoría de los aparatos ortopédicos que son importados. No se fabrican en Venezuela.

“Una organización religiosa de Perú ofreció a doña Blanca, antes de fallecer, el obsequio de 100 sillas de ruedas, pero el gobierno no dio permiso de entrada”.

Observa que en general los aparatos ortopédicos no han subido de precio en el mercado internacional. Una silla de ruedas cuesta 100 dólares en Estados Unidos, “pero hay que ver lo que significan 100 dólares en Venezuela”.

De esta forma, como la familia debe devolver el aparato cuando se deja de utilizar, y, ante la imposibilidad de importar, se apoyan en el taller artesanal de la familia Alburjas, situado en el barrio 12 de octubre del municipio Iribarren de Lara, cuyo generoso esfuerzo hace posible reparar los aparatos para que sigan ayudando a otros.

Los aparatos más demandados en orden de importancia son las sillas de ruedas. El segundo es la andadera; luego los bastones de cuatro o tres puntos y las muletas, más usadas por los jóvenes.

También prestan coches ortopédicos para niños. No se consiguen en el mercado pero la familia Alburjas se encargan de su diseño y elaboración.

Explica que solicitan el informe médico porque es preciso comprobar cuál es la patología.

Además, aclara que si bien la silla de ruedas resulta muy cómoda, si la persona puede utilizar la andadera es mucho mejor porque gana en movilidad e independencia.

Dar una mano amiga

En estos 36 años son varias las lecciones aprendidas y la satisfacción de 5,800 beneficiados de parte de Bandesir Lara.

La dificultad, con pandemia, crisis y falta de combustible también está a la vuelta de la esquina.

“Nos defendemos solos; pero yo no me rindo, ni de casualidad”, afirma con entereza Yuyita, convencida del sentido de su lucha.

A finales de 2019, como parte de la ayuda humanitaria de organismos internacionales a Venezuela, llegaron algunos implementos ortopédicos.

Sin embargo, la lista de espera crece al ritmo de la necesidad y en el pasado quedaron las históricas entregas de 80 sillas de ruedas y 20 andaderas en una sola actividad.

Ante la pregunta, ¿qué hacer si alguien quiere ayudar?, la respuesta la observa en una dinámica que se ha hecho común en Venezuela y son los envíos puerta a puerta.

Así como se mandan medicinas, alimentos o ropa, pueden los interesados enviar andaderas (que son plegables), bastones y, por supuesto, sillas de ruedas.

El contacto es muy sencillo. Le puede escribir a su correo electrónico: [email protected]

“Sería una bendición para los pacientes de Bandesir, quienes esperan un apoyo”, dijo con esa misma ilusión que le permite sortear la dificultad, llegar a los sitios hasta desafiando quebradas, con tal de poner en manos de quienes lo necesitan un puente con la vida.

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