Para nosotros, los ciudadanos, los partidos de ambos bandos no están dando la talla. Ambos plantean una agenda sobre quién ejerce el poder, unos para quedarse y los otros para alcanzarlo. Pero no hacen referencia alguna sobre lo que más nos interesa que es solucionar la crisis socioeconómica. A los no políticamente identificados no nos interesa tanto quién gobierna sino cómo se gobierna. Por ello no es de extrañar que, mientras el oficialismo llame a elecciones parlamentarias, se arriesga a un abstencionismo catastrófico (solamente el 10.6% dice estar muy seguro de ir a votar y el 17% desea que las elecciones fuesen sólo parlamentarias). Ese vacío conduciría a que la Asamblea Nacional vigente busque coexistir con la que se pudiese elegir en diciembre; a solicitar la repetición de elecciones y al desconocimiento de decenas de países del supuesto nuevo parlamento. Al no lograr reconocimiento internacional, aunque el oficialismo lograse la mayoría legislativa, seguiría sin contar con un parlamento que sea considerado legítimo para aprobar y lograr créditos públicos con financiamiento extranjero y la compra – venta de acciones de las empresas del Estado por parte de multinacionales; que es lo que está buscando.
La participación electoral crecería significativamente si se añadiese la elección presidencial debido a que las encuestas muestran que, para el 76% de los entrevistados, los principales responsables de la crisis son Nicolás Maduro y su gobierno; el 78% desea un cambio de Presidente este mismo año; un 47% desea votar en presidenciales solamente, más un 35% dice que le gustaría elegir Presidente y Diputados. Si además de incluir las elecciones presidenciales, se escogiese un nuevo CNE por vía de la Asamblea Nacional presidida por Juan Guaidó, considerada legítima por la mayoría de los venezolanos, se reduciría aún más el rechazo a las condiciones electorales existentes.
Al chavismo democrático le convendría reconocer estos parámetros y ponerse a tono con la mayoría de los venezolanos para evitar, de seguir como va, el colapso de su movimiento.
A los ciudadanos también nos interesa que los partidos de oposición presenten condiciones electorales atractivas. Este punto es poco mencionado porque la atención está acaparada por las malas condiciones que impone el gobierno. Pero, aunque queden latentes, los ciudadanos deben estar desmotivados por las condiciones que ofrece o deja de ofrecer la oposición.
La primera de ellas es la Unidad de los Partidos. Su desarticulación implica múltiples candidatos por curul, lo cual es la clave para que los candidatos opositores pierdan ante los chavistas que van a presentar, como casi siempre, un candidato por cargo. De ser uno a uno, los opositores tienen un potencial de triunfo de 81 a 19%, como en 2015; a pesar de la abstención. Si en este momento, los partidos de oposición carecen de unidad suficiente, lo mínimo que podrían hacer es no descalificarse mutuamente entre abstencionistas y sufragistas sino poner el énfasis en lo que coinciden: en mejores condiciones de parte del gobierno. Si se unen en ese discurso, podrían evitar el rechazo ciudadano que genera un pleito tan absurdo y hacer que la mayoría nacional y el mundo entero tengan conciencia de cada uno de los atropellos que suponen las condiciones que el chavismo impuso. En este punto también se ubica la invitación del gobierno a la Unión Europea para que sirviera de testigo en la elección parlamentaria. Aquí creo que, en vez de haber rechazado de plano la invitación, a los ciudadanos nos convenía que la UE la hubiese aceptado, “con condiciones”, para aprovechar la oportunidad de volver a exigir lo que esa Unión y países de otras regiones vienen exigiendo desde hace años: repetir la elección presidencial de 2018 y establecer condiciones electorales ajustadas a la Constitución. Al rechazar de plano la invitación, la UE ayudó a Maduro a enmendar el grave riesgo que corrió al invitarla.
La segunda condición que deben satisfacer los partidos de oposición es presentar una oferta electoral que no sólo hable de quién debe gobernar sino que también defina las políticas socioeconómicas que propone para resolver la crisis humanitaria que vivimos. Ese relato alternativo es clave para motivar la movilización de los no chavistas.
La tercera condición es que los partidos de oposición articulen sus estrategias y esfuerzos con los demás sectores de oposición, de manera que los partidos que sustituyan a Maduro no lleguen solos al poder. Si no llegan en coalición con otros sectores, ese nuevo gobierno repetiría los vicios de la partidocracia de AD y Copei; con el añadido de que ahora no tendrían la cohesión ni fuerza para volver a gobernar solos y por 40 años: sería un gobierno muy inestable por su propia desarticulación y enfrentado a un enemigo poco despreciable. En este punto se ubica el Pacto Unitario que propuso Juan Guaidó.
José Antonio Gil Yepes
@joseagilyepes