Pacientes renales en Bolívar cumplieron siete días sin diálisis

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La Unidad de Hemodiálisis y Diálisis Peritoneal Jesús de Nazareno, ubicada en la parroquia Unare de Ciudad Guayana, cerró sus puertas por mantenimiento el viernes 11 de septiembre. Los filtros y membranas del sistema de ósmosis inversa colapsaron y los pacientes renales fueron remitidos a la unidad extrahospitalaria Uninef, en la parroquia Cachamay, también en Puerto Ordaz.

Freddy Sanoja, antiguo paciente renal de Jesús de Nazareno, entiende el cierre de la unidad. Sabe que no hay garantías económicas para mantener la operatividad del centro, pero señaló que las autoridades deben hacerse responsables de garantizarles el derecho a la vida. “Yo tengo ocho días que no me dializo y de continuar así, el único camino que llevo es el hueco”, dijo.

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Con siete años como paciente renal manifestó que ellos no quieren que la Unidad de Diálisis Jesús de Nazareno sea cerrada de forma definitiva, sino que se hagan las diligencias para activar las máquinas y reparar el sistema de ósmosis inversa. “Cerrar la unidad es colapsar Uninef, que es la única que hay en la ciudad”, expresó.

Las unidades de diálisis para mantener sus costos operativos de personal y mantenimiento, necesitan un pago de 15 dólares por cada sesión, lejos de los 250 mil bolívares ($0,6) que paga el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) como asociación, puesto que en la entidad no hay ninguna alternativa pública funcionando.

Los pacientes de Jesús de Nazareno para contrarrestar esto colaboraban en la reparación de los aires acondicionados y el transporte de las enfermeras. Sin embargo no pudieron evitar que en el último mes se dañaran cinco máquinas, de las 16 que tenían operativas.

Para complicar aún más su situación y cerrar la unidad de diálisis Jesús de Nazareno, se dañó el sistema de ósmosis, que tenía más de tres años sin mantenimiento, afirman los pacientes. Los trabajos al sistema de ósmosis inversa como mínimo pueden alcanzar los 1.000 dólares y se deben hacer por lo menos tres veces al año, pero hay centros que ante los pocos recursos pasan hasta dos años sin poder cumplirlo.

Sanoja al tener una semana sin dializarse no pudo dormir la noche del domingo. Para el lunes en la mañana temblaba y se ahogaba al hablar, sus pies estaban un poco hinchados al no haber limpiado las toxinas de su cuerpo. “Estoy preocupado, no solo por mí, sino por otros compañeros en peores condiciones que yo”, expresó.

El paciente solicitó al Seguro Social que asuma su responsabilidad y que garantice el funcionamiento de las 21 máquinas y del sistema de ósmosis, para así incluir más personas que necesitan tratamiento. “En vez de hacer mantenimiento, deberían más bien ir ampliando las unidades, porque la ciudad está creciendo”, expresó.

Maribel Martínez, madre de una antigua paciente renal de Jesús de Nazareno, señaló que intentaron arreglar —por su propia cuenta— los dializadores, pero la encargada de la unidad se los impidió. “Dijo que se podía meter en un problema con el Seguro Social”, comentó. En el centro tenían más de un año sin que un técnico revisara los equipos.

“Nosotros no queremos que sea un traslado definitivo (…) no podemos permitir que en la ciudad haya una sola unidad de diálisis”, agregó. Conoce pacientes que han llegado desde El Tigre (Anzoátegui) y Maturín (Monagas) buscando cupo para ser atendidos.

Pacientes renales pidieron un presupuesto para reparar el sistema de ósmosis y las membranas que se dañaron, sin embargo, desde la unidad tampoco aceptaron que buscaran ayuda para reparar los equipos.

Panorama oscuro

Uninef, el nuevo sitio de diálisis de los pacientes renales de Jesús de Nazareno, fue inaugurado en 2016, cuando había otras cuatro unidades extrahospitalarias en los municipios Caroní y Piar. Para 2020 solo esta se mantiene operativa. En el recinto tenían cuatro de 28 máquinas dañadas que fueron cambiadas por seis de la unidad Jesús de Nazareno. Ahora con 30 dializadores atienden un total de 180 pacientes de los dos centros, el máximo de su capacidad.

En la página del IVSS, sin embargo, aparecen disponibles siete extrahospitalarias, de las cuales ninguna está operativa.

El centro presenta problemas en la sala B al tener dañado un compresor de uno de los aires y la reparación saldría aproximadamente en mil dólares. Aunque han enviado solicitudes al Seguro Social, no han sido apoyados con estas deficiencias.

Néstor Danz, esposo de una enferma renal, denunció que los pacientes se están descompensando porque no está llegando eritropoyetina, medicamento que debería garantizar el Seguro Social. Esta proteína estimula la producción de glóbulos rojos y mantiene los niveles de hemoglobina en enfermos renales.

Los pacientes deberían aplicarse luego de la diálisis, una dosis de 10 mil unidades, es decir 30 mil unidades semanales, pero solo están llegando 4 mil. Aunque la proteína debería llegar permanentemente, hay veces que pasa hasta más de dos meses sin ser entregada. “El mes pasado no llegó, las mismas familias tuvieron que sacar de sus bolsillos”, expresó.

En el mercado negro este insumo puede conseguirse hasta en 10 dólares y solo la de 4 mil unidades. Ante la falta de este medicamento pacientes renales han dependido de transfusiones de sangre la cuales tienen un costo de 120 dólares la bolsa. “Cada día es más desesperante, nuestros familiares cada día se descompensan más”, manifestó.

En 2019, ATV (Amigos Trasplantados de Venezuela) y Codevida (Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida) publicaron un informe en donde documentaron el incumplimiento en la garantía de derechos humanos de los pacientes renales, las fallas de los equipos y la reducción, cada vez más, de la infraestructura hospitalaria.

En 2018, el exministro de Salud, Carlos Rotondaro dijo que 4 mil personas habían fallecido por falta de tratamiento para realizar diálisis, responsabilizando al propio Nicolás Maduro de retrasar las órdenes de compra de equipos e insumos, reseñó Efecto Cocuyo. “Un informe de Transparencia Venezuela, que recordó que el militar estuvo diez años al frente del IVSS, le dio la razón en su mea culpa y recordó que se le acusó en julio de 2018 en la Asamblea Nacional por el desfalco de 100 millones de dólares en la compra de equipos de hemodiálisis”.

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