La ley de gravedad, tal como la concibió Isaac Newton, fue concebida para todo el universo. Sus principios de atracción y de fuerza de los cuerpos consideraban la reciprocidad proporcional y el cuadrado de la distancia en la inversión de la reciprocidad proporcional. Con estos conceptos Newton consigue la paz para su angustia. Le atemorizaba imaginar las dimensiones inmensas del Universo, donde la gran variedad de cuerpos, en cantidades indeterminadas, pudieran generar un colapso general. La ley de la gravitación fue la solución para su angustiado espíritu. La ley de la gravitación de Newton afecta a todos los cuerpos ponderables del Universo. Cuando Einstein difunde su teoría de la relatividad, echa por el suelo la ley de gravedad de Newton. Einstein propone: “que la gravedad no era simplemente una fuerza que operase en un fondo fijo del espacio-tiempo.” La gravedad para Einstein “constituía una distorsión del espacio-tiempo causada por la masa y la energía en el espacio-tiempo del Universo.” Es indudable que la proposición de Einstein busca imponer la concepción dinámica que tiene del espacio-tiempo. En su teoría de la relatividad, el espacio-tiempo juega un papel de primera importancia. Las teorías, en ambos casos, la de Newton se fundamentaba en la angustia y el temor; y el optimismo de Einstein se manifiesta en imponer su novedoso concepto de espacio-tiempo.
La gravedad de Newton y la distorsión de Einstein se aponen, pero se conservan. Los vuelos espaciales tripulados revelaron muy buena información acerca del Universo. Observamos cómo sobre la atmósfera de la Tierra, en el espacio abierto, astronautas y cosmonautas, sin atracción hacia ningún lado, plácidamente, en el colchón de la imponderabilidad, sin señales de gravedad, habían perdido su peso y como cualquier brizna imponderable se mantienen, en la imponderabilidad del espacio imponderable. En tanto que, en la atmósfera terrestre priva con toda su fuerza la atracción la ley de la gravedad de los cuerpos en el espacio atmosférico. De modo que, ha quedado demostrado con las caminatas espaciales fuera de las naves, que mientras no hay atracción en el espacio; en la atmósfera de la Tierra, y en general en todas las atmósferas de los cuerpos ponderables, como la Tierra, la atracción es innegable e individual.
Carlos Mujica
@carlosmujica928