Todo barquisimetano lleva el «naguará'» en su vocabulario, tiene marcado los crepúsculos en su mente, y conserva con mucho amor y alegría, el cariño de su gente.
A pesar de vivir momentos de crisis, preocupaciones, despedidas e incertidumbre, todo esto negativo no es lo que verdaderamente identifica y describe a Barquisimeto.
Al contrario, son circunstancias que forman parte de una triste realidad a la que se enfrentan diariamente los barquisimetanos, pero en esencia, la ciudad es mucho más que eso.
Parece difícil pensar en todo aquello positivo, que está allí, dando vida y dando alegría en el silencio, cuando estamos envueltos en tanto ruido; el ruido de los problemas.
Pero al agudizar nuestros sentidos, podemos percibir todo aquello que Barquisimeto y su gente, nos trasmiten día tras día; aquella verdad de nuestra ciudad.
El «Dios te bendiga» de tu familia cuando sales de casa, el cariño de los ciudadanos, la alegría de los amigos que comparten, la devoción por la Divina Pastora, los crepúsculos, la pasión que genera el Cardenales de Lara, la música de la naturaleza, el acento y las palabras guaras, los sabores que nos identifican, aquellos lugares donde se han escrito millones de historias con el paso del tiempo.
En fin, cuando pensamos, observamos y valoramos todo a nuestro alrededor, encontramos distintos motivos que nos hacen sentir orgullosos de ser barquisimetanos, y en lugar de exclamar un «¡Ah mundo Barquisimeto!«, tendremos la convicción de decir: «¡Feliz aniversario número 468 Barquisimeto!«